Capítulo XXV

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Volví a cerrar mis ojos, mojé mis labios, seguido a eso, sentí como si alguien me hubiera dado un pequeño empujón, de esos que dan los amigos antes de comenzar algo muy importante, mojé mis labios, suspiré y comencé a hablar.

—La personalidad disociativa, esa la que consideras es una farsa, yo la padezco, ¡Y no! No estoy mintiendo, tampoco me convierte en alguien peligrosa, es una pena que creas que lo soy... Aunque si lo pensaras, no estaría frente a mí con tanta tranquilidad, no te imaginas el daño que puedes traerle a alguien con esa mente tan cerrada que tienes...

Al terminar de decir eso, me detuve bastante rápido, no esperaba decirle eso a alguien, parece ser que pude sacar el enojo que sentía, tal vez no era tristeza lo único que sentía.

—Mente cerrada, ¿Eh?... Es lo más seguro, me parece genial que puedas defender lo que crees, en serio, es increíble y te pido perdón por hacerte sentir mal, sé qué mis palabras suelen ser terribles muchas veces, aunque no sea mi intención, pero no te pediré perdón por creer de esta manera, a veces está bien pensar diferente y claro, en este caso yo sería la villana de tu historia, aun así creo que no me gustaría que hubiera un mundo donde todos son y piensan del mismo modo, aunque ten por seguro, no volveré a decirle lo mismo a alguien como tú, por más que sienta que están en la peor actuación del mundo. Si es que vuelvo a encontrarme un caso así, siento que son muy contables los casos, bueno... Eso era todo, ¿Verdad?

—Si, creo era todo, gracias por entender.

—Está bien... Qué bueno resolver esto, bueno, lo de irme rápido es cierto —se dirigió por donde iba y se devolvió de nuevo—. Por cierto, ¿Me guardas rencor o algo así?

—No, no te guardo rencor, pero no podría sentirme cómoda siendo tu ami...

—No era eso a lo que me refería, entiendo bien lo que quieres decir, ya puedes irte a tu casa tranquila, es tarde y yo también necesito irme.

—Ah, sí. Gracias.

Fue la conversación más extraña que tuve, Ángela no era tan mala después de todo, seguramente quien entendió todo mal era yo. A pesar de que no me fue como quería, estaba conforme. Eso fue de lo que quise convencerme.

Me fui a mi casa con Diana y con uno de sus compañeros hasta nuestros hogares, al parecer Fabián no había estado ese día, de todas formas, en el camino nos mantuvimos hablando un poco, entre las conversaciones pude pregunta más sobre la chica que tantos problemas me dio los días anteriores.

—¿Por qué Ángela me sonreía falsamente? —suelto esa pregunta al aire.

—Así sonríe ella —me responde el chico que nos acompañaba—. Recuerdo que el primer día que empecé a trabajar, tenía que hablar con Ángela, no fue hasta que llegué a conocerla que pude hablar sintiéndome seguro; yo pensaba que me tenía un gran odio o algo por el estilo, pero solo es su forma de ser, no es agradable al principio... Al final tampoco, pero puedes mantener una buena conversación.

No pude evitar reírme; él permaneció callado todo el camino, verlo hablar tanto solo hizo que no aguantara mis carcajadas. Ambos me miraron sorprendidos un momento y al pasar menos de dos segundos me acompañaron en mis risas.

—No puedo creer que así sea su mirada normal —dije entre risas.

—Yo sí lo creo —comienza Diana—. La razón por la que ella no atiende a nadie es por lo mismo, entonces ella hace el café, lo sé porque todos lo cuentan, los primeros clientes que ella atendió se fueron sin decir nada y a pesar de que iban seguido a la cafetería, algunos no volvieron. Por cierto, ya que fuiste hasta mi trabajo, ¿Te parece bien ir al de Joel?

—Había olvidado que él trabajaba, algún día iremos.

—Debes prometerlo.

—No prometo nada.

Estuvimos caminando unos minutos en silencio, no es como si el frio diera a las personas ganas de hablar, pero yo nunca fui normal, así permanecía con la boca abierta, una vez que entraba en confianza.

—¿Ustedes escucharon lo que le dije a ella? —pregunté luego de dejar de caminar—. Lo que le dije a Ángela.

—Sí, escuchamos un poco, pero no fue demasiado —agregó él—, supusimos que era algo privado así que decidimos ignorarlo un poco, empezamos a hablar de otras cosas. Yo no quería tener otro problema innecesario, prefiero parecer un incrédulo, a que me amenacen.

—¿Amenazar? —preguntamos ambas al unísono.

—Exacto, ya saben, me dicen cosas como: "si le cuentas a alguien más, no volverás a respirar y si revives te llevaré de nuevo a tu tumba". Es terrible cuando te lo dicen tantas veces.

Era alguien tan extraño que sentí curiosidad por saber de él, me agradó, aunque estaba con nosotros el domingo, no habíamos hablado nada, y aún más extraño era sentir una clase de atracción por él, en mí revolcaban sentimientos al verlo, pero era como si no fueran míos.

—¿Cuál es tu nombre? —interrumpí de nuevo.

—Mi nombre es Alan Zyan... A mi madre sí que le encantaban los nombres raros así que...

—Pues yo nunca dejaré de decir que me gusta tu nombre —interrumpió Diana.

—También me gusta mucho, es igual de bonito al de Joel.

—El nombre de mi primo es una terrible comparación.

—Por favor, dejen de pelear por cuál nombre es mejor, a mí ni siquiera me importa y Alexis no está aquí. Ahora mismo, lo importante es llegar a nuestras casas.

Decidimos ir primero a mi casa, no conocía bien a Alan y ya era un motivo suficiente.

—Entonces desde aquí me iré con Zyan, nos vemos pronto, Adri hermosa —me dio ese abrazo tan cálido que acostumbraba a darme.

—Ahora que lo pienso, no pregunté tu nombre, ¿Te llamas Adria?

—Claro que no, mi nombre es Adriana... Aunque siendo honesta no sé si sea mi verdadero nombre —intenté bromear.

—¿Qué...?

—Algún día te lo diré —quise seguir molestándolo y al instante me di cuenta de que no me había salido—, olvídalo, ya no tiene sentido lo que dije.

Fue lo mismo de siempre, despedirse y entrar a mi casa, con la diferencia de que esta vez, no había hecho nada que me hiciera sentir orgullosa, o eso era lo que yo estaba sintiendo.

Iba a sentarme en el suelo, luego de entrar a mi casa, para poder pensar bien en todo lo que había pasado, quizá hubiera llorado de no ser porque pasó algo que yo no esperaba, menos luego de bromear con eso, pude ver a una a mis alter ego.

—Te costó más tiempo de lo que esperaba —dice ella. 

 

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