capítulo XXIX

22 6 5
                                    

Luego de que la pequeña Laura escuchó todo, quedó atónita, Diana no se quedaba atrás, ella también se encontraba sorprendida, era confuso para ambas, que la misma persona contara dos historias diferentes sobre su propia niñez era difícil, sin contar que no sabían a quién creerle.

—No se preocupen, pronto sabrán que no les estoy mintiendo y que Adriana tampoco lo hizo, ella cree que esa es su historia —sonreí suavemente.

Sin darnos cuenta, había comenzado a llover, no era frecuente que eso sucediera, aunque con el frío que estaba haciendo, se empezaba a extrañar que no lloviera.

Quedamos en silencio presenciando el sonido de la lluvia y escuchando el sonido que se producía cuando las gotas caían, era un lindo ritmo musical con el que la naturaleza nos complacía, y en ese momento, mientras observábamos por la ventana, pudimos ver qué Alexis llegó empapado y corriendo; era gracioso verlo de ese modo, su cabello estaba mojado y la incomodidad que se le veía con la ropa pegada a su cuerpo, le hacía poner un rostro de desagrado con el que pude reírme un poco.

Cuando él entró, se quitó el saco que tenía y luego se quitó la camisa que llevaba, Laura gritó avergonzada desde el fondo, mientras tapaba su cara y Diana salió corriendo a buscarle ropa que tenía guardada, podía sentir que Adriana también estaba avergonzada y yo solo me reía de tal escena, aunque también volteé para mirar a otro lugar.

—No encontré un pantalón —le dijo Diana a Alexis—, tendrás que quedarte con el que tienes, aunque esté todo mojado, por favor, que ni se te ocurra quitártelo, no quiero ver ese par de piernas delgadas por toda la casa.

—Ay, sí —gruñó él inconforme—, no voy a desnudarme aquí, lo dices como si fuera lo que acostumbro a hacer siempre. Además, no las he saludado, ¿Cómo están?

—Bien —cantamos al unísono Laura y yo.

—¿Cómo así? ¿No me vas a decir por qué estás aquí viendo la cantidad de agua que cae?

—Mi casa no queda muy cerca de la tuya, así que a mitad de camino empezó a llover, al principio no era tan fuerte, me iba por los andenes y de un momento a otro el cielo estaba enfurecido, tuve que correr porque ya faltaba poco, fue mala idea.

A pesar de que llovió bastante fuerte, no duró mucho tiempo, pasó media hora para que el cielo se calmara y pudiéramos ver el cielo despejado.

Como solía suceder, ellos empezaban a hablar y yo solo escuchaba, no tenía nada por decir, la verdad es que solo me dedicaba a pensar la razón por la que Adriana gustaba de ese chico, ya que podía sentir esos sentimientos que tenía, tanto, que en ciertos momentos también llegaba a sentirme atraída, pero él no tenía nada especial.

—Adri, ¿Por qué estás tan callada? Sueles serlo, pero hoy lo estás más de lo normal, ¿Te sientes bien? —pregunta Alexis con su sonrisa de siempre.

—«Hablando del rey de roma» —pensé con molestia—, Creo que eso no es de tu incumbencia, me gusta estar callada, no tengo nada por decir, en serio, nada por decir. Y no soy "Adri", soy Cleo.

—Ah, ya veo —se fue para la cocina y sacó un pan de la nevera—. No te lo dije, pero Alan vendrá hoy, nada especial, le dije que vivía aquí y pues esa es la razón principal por la que vine.

—Ah, ¿sí? ¿No le dijiste que se quedara aquí esta noche? ¿Por qué no le decías que le puedo hacer de comer, que esta vivienda ayuda a la gente sin hogar y está abierta para todo público?

—Tan exagerada, eso solo una visita, además, ya lo conoces y sé que se llevan bien.

—¿Por qué siempre piensas así? ¿No era más fácil invitarlo a tu casa?

—Pero queda más lejos.

—Eres tan... Si de verdad estaba tan interesado en visitarte no le hubiera importado que vivas lejos —ella tocó su puente nasal y suspiró—. Mira, soy una mujer soltera y ya casi voy a cumplir treinta años, no tengo paciencia para estas cosas

En esa pelea que tenían, yo solo prestaba atención a la parte de que podría ver a Alan, con pensarlo me ponía feliz, porque él me caía bien, había tratado de manera tan amable a Adriana y ni siquiera nos conocía.

Laura se fue luego de unos minutos, su hermano la llamó; pues sus padres habían llegado y no dudó ni un solo momento en salir corriendo para poder saludar a sus papás, que no había visto en tanto tiempo. Los gritos que hubieron de parte de ella se escucharon en toda la calle, se notaba que de verdad anhelaba verlos, las lágrimas se le escaparon y rodeaban todo su rostro.

Cuando su mamá la saludó, en la voz se podía escuchar que también lloraba y su padre solo gritó el nombre de su hija con emoción, a pesar de que era un hombre ruidoso para hablar, se podía sentir la calidez que él le mostraba, en mi mente pude dibujar una gran sonrisa; supuse que se dieron un abrazo familiar.

En eso, pude escuchar que dos chicos se saludaron, de inmediato supe quiénes eran, Alan había acabado de llegar. Pudimos escuchar cómo Fabián le decía a cuál casa debía entrar, entre todos no reímos un poco de eso.

Tal y como se le había indicado, Alan Zyan, tocó la puerta y esperó que alguien le abriera, Diana le ordenó a Alexis que abriera, ya que él era quien lo había invitado.

Nos encontrábamos en la sala y para poder llegar a la puerta de entrada, se debía caminar por un pequeño pasillo que había, desde el lugar donde me encontraba se podía observar cuando alguien entraba a esa casa.

Verlo entrar con esa timidez, me pareció algo muy hermoso de presenciar, se acomodó el cabello y esperó a que Alexis cerrara la puerta para luego pasar hacia la sala.

Yo sonreía y trataba de ser amable con él, quería que se sintiera cómodo estando conmigo; primero me dio un pequeño saludo con su mano y luego pasó a saludar con un beso en la mejilla a Diana, que se encontraba en la cocina.

Cuando se sentó en una de las sillas que había, empezaron a hablar de sus cosas, yo no tenía nada bueno para aportar, pero no me importó, estaba fascinada con la forma en la que Alan se expresaba, podía notar lo inteligente que llegaba a ser solo con sus palabras.

Empezaba a sentir administración por él, una de las cosas que él dijo tenía que ver con su familia.

—Con lo buena gente que eres, debes de llevarte bien con todo el mundo —comentó Diana mientras nos hacía Sándwich.

—En realidad no me llevo muy bien con la familia de parte de mi mamá —corrigió Alan—, ahí todos son ricos y como nosotros no lo somos siempre nos critican, aunque igual, tampoco es como si necesitamos tener tanta riqueza, no si nos convertimos en esa clase de personas, ¿Verdad? —sonrió sin decir más nada.

—Me voy a enamorar de ti en algún momento, eres una persona impresionante —declaré en voz alta, sin mentira alguna.  

  

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El Espejo Roto ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora