Capítulo XXXII

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Ya habían pasado unos días, no me atrevía a visitarlos de nuevo, no sabiendo que los había lastimado. Lo que Laura me dijo me había dejado pensando, tenía un poco de razón, pero en mi caso era diferente, yo sí me arrepentía de lo que dije, porque no quería decirlo de ese modo.

Había olvidado lo aburrido que era no tener algo por hacer, ni siquiera tenía un pasatiempo, solo me quedaba retirar el dinero que mi mamá había enviado.

Tenía que ir al banco, era tedioso saber que iba esperar en una silla por mi turno, en una sala con varias personas, sin poder decir nada o poder usar el celular, tan solo pensarlo hacía que prefiriera no tener dinero.

A pesar de la queja que tenía sobre ir a retirar la plata, fui a hacerlo, no podía quedarme sin comer solo porque no quería ir a un banco.

Luego de pasar una hora esperando en una fila, porque ni siquiera había sillas, decidí darme un regalo, compré algunas cosas para mí, como accesorios y maquillaje, luego pasé por una panadería y me comí un pan relleno de dulce de leche, fue lo más delicioso que había probado en años.

Pero no todo debe ser perfecto, porque el momento fue arruinado, ya que, saliendo del lugar, me encontré con Alexis, él también estaba comiéndose algo, quise evitarlo, pero él me vio. Terminó llamándome y para ser educada fui hasta donde estaba.

Estaba sentado a la mesa, que solo era ocupada por él; yo quise saludarlo y decirle que estaba ocupada, para poder irme de ese lugar y regresar a mi hogar, donde nadie podría molestarme. Lo malo es que no encontré cómo decirle que debía irme y terminé sentada frente a él, comiéndome otro pan, el cual no recuerdo haber pedido, lo peor de todo es que fue inevitable la incomodidad que había, no sé qué ganaba él con hacer que estuviera al frente, tenía cara de póker, estaba escondiendo mi enojo y Alexis no me estaba ayudando, ya que él no decía nada.

—No entiendo para qué me llamabas —dije algo enojada—, estoy súper incómoda contigo y no me ayuda que estés tan callado, si vas a pedirme que me acerque hasta dónde estás, necesito que me digas algo, no sé, pídeme un favor al menos.

—Si quieres puedes irte —contestó tomando su bebida—, es que pensé que eras Adriana de nuevo y por eso te llamé.

—Ya te lo dije, Adriana no va a volver, o tal vez, ya no como lo hacía antes, necesito que lo entiendas, no sé cómo lo harás, pero debes entender que yo soy Cleo, Adriana solo es parte de mi trauma.

—Por eso estoy diciendo que te puedes ir.

—¿Es en serio? ¿Solo dirás eso? Me enoja que seas así, no recuerdo que fueras de este modo, no sé si fue que no pude conocerte al verte a través de los ojos de Adriana, pero pensé que dirías algo más, eras más... Tenías más vida.

—¿Qué quieres que te diga? —se levantó de la silla con una mirada llena de ira—. "Oh, si. Eres Cleo, que tonto fui, ¿Quieres otro pan? Aunque prefiero ver a Adri, que sean el mismo cuerpo hará que quiera verte, sin importar la forma en la que me trates". ¿Algo así? No sé por qué siempre me repites que Adriana es parte de tu sistema, mira, yo sí la sentí real.

—Pues que estúpido eres, de verdad, ¿No te ha quedado más que claro? "Yo si la sentí real", ¿Acaso estás en una película de romance? ¿Crees que diciendo eso Adriana aparecerá dándote un abrazo? ¿Por qué no intentas llorar para ver si cuando me caiga una lágrima ella aparece mágicamente? No entiendo qué parte de ti la enamoró, me da asco solo saber que a veces siento atracción por ti gracias a ella.

Él se quedó callado y volvió a sentarse. De nuevo había dicho cosas que no debía, así que, sin dejarle decir otra palabra, pagué lo que me había comido y me marché.

Cuando saqué las llaves del bolsillo de mi pantalón, respiré hondo y sin quererlo, pensé en lo horrible que había tratado a Alexis, las lágrimas brotaron de nuevo y ya estaba cansada de que el sucediera.

Él no tenía la culpa de lo que sentía, estaba confundida; Alan me parecía una persona genial, pero solo era eso y no sabía si lo que sentía por Alexis era parte de mis sentimientos o los de Adriana, se me hacía más fácil decir que eran de ella, después de todo, no tenía forma de comprobarlo.

Siempre quise amigos y cuando ya los tenía, empecé a tratarlos mal, a apartarlos de mí, lo que más quería era lo que más estaba rechazando.

Entré a mi casa y fui directo al baño para poder lavar mi rostro, mis ojos estaban rojos, tanto como mi nariz y mejillas que estaban del mismo color. Al mirarme de esa forma, solo podía sentir vergüenza por lo que era, no pasaba ni un día en el que no llorara, deseaba poder ser como Laura, y eso me avergonzaba aún más, yo me veía tan patética y ella, que es menor que yo, se veía increíble, no sé si era confianza, pero deseaba ser así.

—Te ves horrenda —toqué el espejo—, la única estúpida eres tú, ellos no tienen la culpa de lo que estás pasando —recordé la sonrisa de Diana y Alexis—, y, aun así, son los que pagan los platos rotos, no puedo creer que tengas veintisiete años.

Tomé una toalla, me limpié la cara y me acosté en mi cama, miré la hora en mi celular y aún era temprano. Había empezado a pensar en todo lo que había hecho y mientras lo hacía recordé a mi madre, ella estaría ocupada, entonces pensé en mi padre, a esa hora ya estaba descansando, no tenía nada por hacer, le hice una llamada.

—¿Hola? —habla él en tono de burla, ya que había aprendido a contestar llamadas.

Hola, papi, solo llamo por cuestiones de vagancia, ¿Qué haces?

—Veía una telenovela y ahora estoy hablando con mi princesa.

—¿Qué? ¿Tú? ¿Viendo una telenovela?

—Al parecer es un gusto culposo, es que es buena, justo ahora estaban pasando que un chico no tenía muy claro lo que sentía por dos chicas, es que debe casarse de ellas, es rica y es matrimonio arreglado, pero conoció a otra chica y se enamoró de ella, debe hablar con sus padres, lo malo es que no está seguro de hacerlo.

—Que interesante, después me cuentas lo que sucede, pero me da risa que seas tú el que ve eso.

—Me alegra que también te guste, tu mami está cansada de verla, no le gusta, dice que hay mucha violencia, pero no le creas, solo exagera.

—Creo que ella no exagera, seguro que me contaste una parte muy pequeña de lo que trata realmente.

—En ese caso no te contaré cómo termina.

En el fondo se escuchaba que mi mamá lo llamaba para comer, por lo que nos despedimos.

Luego de esa pequeña conversación y luego de ese adiós que nos dimos, me di cuenta de que no estaba completamente sola, supuse que podía volver cerca de ellos, me daba vergüenza llegar con toda la mudanza a la casa de mis papás.

La historia que mi papá resumió me dejó pensando, por lo que dejé el celular en la mesa que estaba al lado de mi cama, quería poder reflexionar sobre lo que pasaba, no pasaron más de diez segundos para recibir una nueva llamada. 

 

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