Sus lágrimas no eran significadas de tristeza, de sus ojos solo salía la felicidad que se había desbordado en su corazón y era bastante notable, pues su sonrisa no podía significar otra cosa. Adriana no decía nada, al parecer, no podía creerlo, ella al fin era libre, sabía que no sería para siempre, pero aun así estaba llena de alegría.
Era un momento emotivo y ninguno entendía lo que le pasaba, ni siquiera mis padres, que vivieron conmigo tanto tiempo. Intentaron calmarla colocando una silla al lado para que se sentara y respirara hondo.
Las primeras palabras que pronunció fueron las mismas que yo había imaginado, era obvio lo que iba a decir, o al menos para mí así era.
—Yo soy Adriana.
Esperaba una buena reacción de parte de los demás y no me decepcionaron, corrieron a darle un abrazo, a excepción de mis padres, que sabían que ella no los reconocía como su familia y Fabián, que no llegó a ser cercano a ninguna de las dos.
No pasó mucho para que volvieran a la normalidad, la única que seguía sin poder creerlo era Adriana y me dolía que algo así le diera tanta felicidad, me hacía preguntar qué tan mal lo había pasado.
Dejé que siguiera disfrutando en compañía de todos y hablando, ya que para mi sorpresa ella hablaba más de lo que yo hacía. También me divertí, las cosas eran bastante agradables, pero no podía negar que empezaba a sentir miedo de no volver a ser yo, de volver a perderme a mí misma, pensé que empezaba a superarlo y no podía estar más equivocada; sola no podía hacerlo. Así que le propuse a Adriana ir juntas con un psicólogo, teníamos el dinero suficiente, lo que se había acumulado en la cuenta bancaria sería suficiente para pagar todo, además seguiríamos trabajando.
Al principio se negó, seguía con miedo de ir ahí y yo más que nadie la entendía, en ese entonces también me asustaba tan solo pensarlo, tenía una idea diferente de lo que realmente era ir con un psicólogo, aunque me parecía extraño, pues ella se estaba especializando en psiquiatría.
—¿Por qué te da tanto miedo? —le pregunté con calma.
—No lo sé, siempre le he tenido miedo. Es algo extraño, pero es así.
—Pero no es nada del otro mundo. Es divertido saber que te entienden, a pesar de que muchas veces yo misma no lo haga, ¿No quieres intentarlo?
—Sí quiero, pero me da miedo quedar ahí para siempre, además, ¿Y si o me entienden? ¿Qué haré si eso pasa?
—Pues nada, aceptarlo y seguir buscando respuestas. Así que, ¿Eso es lo que te preocupa?
—Sí, suena irónico cuando piensas que yo estaba estudiando psiquiatría, pero lo hacía para quitarme ese miedo y mostrarme a mí misma que no debía tener miedo. Aunque estuve mal al auto diagnosticarme.
—Tienes razón, fue una idea terrible. Entonces... ¿Vamos a ir?
—Lo pensaré, pero lo pensaré mucho, no esperes una respuesta inmediata.
—Que fácil es convencerte.
—Dije que voy a pensarlo.
Acepté su condición de esperarla; sabía que tarde o temprano nos encontraríamos frente a un psicólogo. Me alegraba que fuera así, era bastante fácil de manipular, eso me recordó la forma en la que logré esconderme detrás de ella con tanta facilidad.
Adriana se acostó quedándose dormida al instante, pero yo lo logré hacerlo, pensé bien lo que había hecho y me di cuenta de que era algo manipuladora, de mi mente no se iba todo lo que le hice a Adriana para mí propio beneficio, solo era una egoísta, pero fue inevitable quedarme dormida.
La mañana siguiente desperté otra vez con mi cuerpo, pero no había despertado por completo, al parecer era la única que había despertado, los demás seguían dormidos, esperé hasta recuperarme por completo, pero esta vez se sintió todo diferente, Adriana no estaba triste, se veía normal, eso me tranquilizó, después de todo, había logrado que el odio que sentía por mí acabara, podía sentirlo y no podía estar más agradecida.
Había olvidado que no íbamos a quedarnos demasiado, no faltaba mucho para irnos, aunque yo no estaba preparada para hacerlo, había escuchado a mi madre hablar con Diana, le pidió que me convenciera quedarme con ellos para recibir un tratamiento, era una petición con tanto amor que mi conciencia estaría intranquila si rechazaba.
Después de pensarlo por toda esa tarde, decidí quedarme con mis padres; no fue un impulso o una obligación, desde un principio una parte de mí quería quedarse con ellos y a pesar de eso, al ver que tenía que despedirme de ellos sentí tristeza. No debía ir con ellos, pero no quería despedirme.
Para ese momento, el tratamiento era una necesidad y la necesidad era más grande, así que tuve que elegir por ese lado.
Cuando tenía a todos frente a mí, mis lágrimas brotaron, por lo que no pude decirles ninguna palabra, mis agradecimientos quedaron guardados en mi corazón, no pude comprarlos con ellos, ellos no llegaron a enterarse de lo agradecida que estaba de tenerlos en mi vida. Sin ellos no hubiese podido encontrarme a mí misma y eso es lo más hermoso que llegaron a darme.
La partida fue un poco dolorosa y a la vez alegre; me quedé en la puerta viendo cómo se alejaban poco a poco hasta que los árboles que había los escondieron y entré viendo a mis padres como si nunca me hubiese ido.
Notita: Hola, ¿Qué tal?
Eh... jeje
Perdón por demorar tanto e incumplir lo que dije, en serio, perdón.
Y queda un capítulo para terminar la historia.
Bye 💕💕💕
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El Espejo Roto ✔️
אקראי¿Qué harías si te dijeran que la enfermedad que pensabas tener es algo totalmente distinto? Adriana es una chica que vive su día a día con pérdidas de memoria, lo cual le trajo muchos problemas, o bueno, eso es lo que ella creía tener, hasta que ll...