No me moví del lugar donde estaba, me senté en el suelo para seguir escuchando todo y comencé a lamentar haberlos invitado; recogí mis piernas un poco, las rodeé con mis brazos y apoyé mi cabeza en mis rodillas.
Como suele pasar volvieron a cambiar de tema con los minutos, pero yo me encontraba en la misma posición que había hecho y empecé a imaginar lo que podía hacer para decirle a mis padres que quería volver a estar cerca de ellos, fue entonces cuando pude observar a Laura, ella se veía triste, sus ojos estaban decaídos, estaba sentada en el suelo y cerca se encontraba Esteban, más no pude ver a Clara.
No me había dado cuenta de que mi papá se acercaba hacia donde yo me encontraba, aunque se acercó con mucho silencio. Lo primero que hizo para llamar mi atención fue tocar mi cabeza, yo grité del susto y lancé un golpe a la nada; por la casa corrió un gran silencio y mi padre comenzó a reírse de mi expresión.
Me preguntó sobre lo que hacía y yo le respondí con ese típico "nada" que solemos usar por diferentes motivos, entonces el separó mis manos y me dio un abrazo.
—No importa que no lo quieras decir, yo sé que algo pasa, eres mi hija, mi pedazo de cielo y te conozco muy bien; aunque trates de actuar, tu cara es un libro abierto.
Lo miré en silencio unos segundos, pensando en qué podía decirle, pero es imposible llegar a engañarlo, opté por contarle un poco.
—Es que estaba escuchando la conversación que tenían todos y mi mamá les contó sobre todo lo que ocasionó su obsesión con el modelaje cuando estaba pequeña, pero... —cerré mi boca y solo lo miré.
—¿Pero?
—No te enojes, es que, entre mis amigos, hay alguien en especial y no quería que supiera sobre eso.
—¿Quién? —preguntó sin aparta la mirada y manteniendo un semblante serio.
—Se supone que no debes enojarte.
—Niña, no estoy enojado, y aunque no me lo digas sé quién es, es muy obvio, no es ninguna de las niñas porque si fuera una de ellas ya lo hubieras dicho, tampoco es el chico de cabello negro, él le tira ojitos a la chica más grande, es el de cabello castaño, ¿No?
—A veces odio que seas tan observador.
—¡Te atrapé! —rio un poco, para luego tomar mis dos manos, juntándolas con las suyas—, no hay motivos para querer esconder tu trastorno, mucho menos tu pasado, no es tu culpa y sigues siendo mi hermosa princesa, yo cometí ese error al principio, el tema de enredos mentales era nuevo y no quería que nadie se enterara, pero al mirarte a ti esos pensamientos de esconder lo que sucedía desaparecía, no fue una sensación de querer que todos se enteraran, más bien de aprender y enseñarle a los demás que es normal, que se pudo evitar, pero no impedía que siguieras siendo mi hija —se levantó del suelo—, además, si son tus amigos no les va importar, ya que tú no eres una mala persona. Ahora levántate, que lo que sea que estén conversando es un buen chisme.
Yo me empecé a sentir en una película y me quedé un momento sonriendo y mirando su rostro.
—¡Rápido, hija! No tengo paciencia, por cierto, gracias por los regalos.
Nos acercamos a la cocina donde hablaban y ahí nos encontramos a mi mamá dándoles unas galletas con chocolate a todos, ellos se quedaron viéndonos mientras entrabamos para luego reírnos juntos con un chiste que dijo Fabián.
(...)
Se había hecho de noche y yo me encontraba cansada, pero aún no quería acostarme, entonces decidí salir al patio, en el cual se podían observar unas montañas a lo lejos, llenos de árboles.
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El Espejo Roto ✔️
De Todo¿Qué harías si te dijeran que la enfermedad que pensabas tener es algo totalmente distinto? Adriana es una chica que vive su día a día con pérdidas de memoria, lo cual le trajo muchos problemas, o bueno, eso es lo que ella creía tener, hasta que ll...