Era Diana, que al parecer seguía con la costumbre de llamar en su descanso, aún así no contesté; no sabía la razón por la que quería hablar conmigo y no es como si quisiera saberlo.
Unos minutos después me arrepentí de no contestar, mi mente se había convertido en un desorden total, no sabía qué debía hacer y no sabía lo que estaba haciendo, me encontraba con ganas de hacer muchas cosas y a la vez no quería hacer nada.
Decidí volver a dormir, necesitaba olvidar de alguna manera que no me encontraba bien, la forma más fácil de hacerlo era durmiendo, lo que no me hacía sentir mejor, ya que esa noche cada vez que despertaba sentía una confusión aún mayor.
Ya era la tercera vez que me despertaba a medianoche y tenía hambre, no había comido en la cena, pensé que eso era lo que me tenía de ese modo, mi cuerpo no estaba acostumbrado a dejar de comer, aunque solo fuera una vez.
Luego de preparar un gran panqueque, volví a mi cama, era horrible, sentía de todo y a la vez no sentía nada, miré el teléfono de nuevo, la luz que tenía ardió en mis ojos así que le bajé el brillo, en las notificaciones podía ver cuatro llamadas perdidas, me sentí mal, seguramente era algo urgente como para llamarme tantas veces seguidas.
Tuve el atrevimiento de llamarla, era de madrugada y yo me encontraba sentada en una esquina de mi cama, esperando que Diana pudiera contestar, era evidente que no lo iba a hacer, ella salía cansada del trabajo y yo, que era una desocupada en esos momentos, lo que hacía era molestarla.
Por alguna razón terminé llamando a Alexis, pude llamar a mis padres, pero no, tanto odio que le había mostrado terminó haciendo que su celular sonara a altas horas de la noche, con mi nombre de evidencia.
Aunque pensé que él era la persona que no atendería la llamada, fue el que hizo sonar un "hola" en mi oído.
—Estoy mal.
Ese par de palabras fueron las únicas que salieron de mi boca, tal vez las únicas que necesitaba pronunciar.
—No te preocupes, aquí estoy yo para ayudarte, ¿Quieres que vaya a tu casa?
Recordé que él aún seguía con la esperanza de que yo fuera Adriana, eso me dolía, la atención que me daba, no era para mí.
—No.
—Está bien, ¿Qué quieres que haga por ti?
—Nada, solo que me siento mal, me he podido dormir, pero me despierto confundida, siento que estoy perdida, como si quisiera que me encuentren, pero a la vez quiero que nadie me busque, ¿Me entiendes?
—No, no te entiendo, es más, nadie lo hará, jamás he pasado por lo que estás pasando y aunque lo haya hecho, tampoco te entendería.
—Eso no me ayuda, dices eso porque no tienes nada más para decir, porque no sabes lo que siento, ¿Verdad?
—Te equivocas, así yo alguna vez haya pasado por lo mismo, no podría entenderte, todos somos distintos, aunque vivamos cosas iguales, todos lo viviremos de forma distintas, aun así, yo estoy aquí, te escucharé.
—No me estás ayudando en nada.
—Cleo, por eso ofrecí ir a tu casa, puedo estar toda la noche despierto en una silla cerca de tu cama para que puedas dormir tranquila, si despiertas, te darás cuenta de que sigo ahí.
Cuando él dijo mi apodo me di cuenta de que su atención era para mí, fue algo tan hermoso que quise aceptar. Aunque ahora no quería que saliera tan tarde.
—Me gustaría decirte que sí, pero ya es demasiado tarde para salir, será otro día.
—Si tú lo dices, no hice nada, pero si te sientes mal de nuevo, puedes llamarme, estoy dispuesto a escuchar todo lo que tengas por decir; además, puedes tomar té tranquilizante, mi mamá lo tomaba mucho y me lo hacía tomar cuando no podía dormir.
Nos despedimos y, a pesar de que me dormí dos horas después porque no tenía ningún tipo de té y porque unas palabras no me harían conciliar el sueño, una gran parte del peso que tenía se había caído de mis hombros, podía estar más tranquila, Alexis no me guardaba rencor.
(...)
Despertar la mañana siguiente fue demasiado extraño, tenía dolor de cabeza, era tan intenso que empecé a sudar, lo peor es que no sabía quién era. Duré media hora en poder saber que yo era Cleo, fue una sensación horrible, no podría describir la forma en la que me sentía.
Luego de bañarme y desayunar, revisé el celular, faltaba poco para el almuerzo. También pude ver los mensajes que Diana me había dejado, preguntaba si estaba bien, yo solo sonreí, ya que estaba mejor que antes, le respondí que no se preocupara.
Arreglé mi casa y me senté a almorzar, no podía creer que no había pasado mucho desde ese momento tan espantoso. Miré redes sociales y luego de ver tanta ropa hermosa, quise comprarla para poder verla en mí.
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El Espejo Roto ✔️
Altele¿Qué harías si te dijeran que la enfermedad que pensabas tener es algo totalmente distinto? Adriana es una chica que vive su día a día con pérdidas de memoria, lo cual le trajo muchos problemas, o bueno, eso es lo que ella creía tener, hasta que ll...