Capítulo III

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Al otro día todo fue como siempre, con la diferencia de que Axel estaba esperándome en la salida, no pude evitarlo así que solo lo saludé y me fui a casa.

—¡Hola Adriana! ¿Ya te vas? —pregunta Axel un poco emocionado.

—Hola ¿Qué no es obvio? —intenté ser más carismática.

—Tienes razón, es que yo me quedo aquí a hablar con mis amigos un rato, luego sí me voy.

—Oh, qué genial, yo acostumbro a irme temprano.

—Lo he notado, aunque si quieres, solo si quieres, nos podemos esperar el uno al otro.

Eso sucedió cada día, a menos que perdiera la memoria, ya que siempre estaba en mi casa cuando eso pasaba; empecé a acostumbrarme a ese trato por parte de él, a tal punto que recordé de nuevo que estaba buscando un amigo y me volví una completa descarada.

—Hola Axel, ayer no me esperaste «¡Ay no! ¿Quién dice eso?».

—¿Axel? —Me miró algo confundido.

—«No puede ser, todo este tiempo estuve confundiendo su nombre» Ah, sí. Me pareció lindo decirte así «Claro que es mentira, espero no se enoje».

—Entiendo, me gusta ese apodo, y... No te esperé ayer porque tuve una emergencia, pero no hay nada de qué preocuparse —sonrió forzadamente.

—Ya veo «Se nota que está mintiendo con lo de "nada de qué preocuparse", aunque todo el mundo tiene sus propios problemas, se supone que debo preocuparme, ¿No?».

—¿Te parece si almorzamos juntos hoy?... ¡No te preocupes! Mis amigos no van a almorzar conmigo hoy.

Me causó mucha risa que se preocupara por lo que yo pensaría respecto a sus amigos y empecé a reírme.

—Claro, almorcemos juntos.

Cuando empezamos a almorzar me estaba divirtiendo y de un momento a otro ya estaba en mi casa, sí, perdí la memoria de nuevo. Me sentía tan mal de que fuera exactamente en ese momento, por primera vez en mi vida me sentía algo feliz y justo pasa esto.

Otra vez, no quería encontrarme con él, me sentía tan avergonzada de lo que pude haber hecho, sucedería lo que pasa con los demás, ya no seguiría siendo amable conmigo.

En la salida, lo que menos quería ocurrió, encontrarme con él, aunque esta vez era diferente, quise hablarle primero para pedir perdón, no quería dejar de hablar con él. Estaba de espalda así que fue más fácil.

—Hola Axel ¿Cómo estás?

—¿Uh? Ah~ Eres tú, hola, estoy bien, no puedo quejarme, ¿Tú?

—Estoy bien... por cierto, quería pedirte perdón por mi comportamiento ayer, no importa qué haya hecho, ¿podrías perdonarme?

Él no me está respondió nada, "¿Qué cosa horrible habré hecho?" es lo que me pregunté, imaginé tantos escenarios de lo que pudo ocurrir.

En ese momento él me tomó de la mano y me llevó hacia un parque cercano, debo admitir que estaba muy asustada, no sabía lo que sucedía, al mismo tiempo pensaba que debió ser terrible para que estuviera así de enojado, todo fue muy rápido como para recordar los detalles.

No sabía por qué tenía tanto miedo, no pedí ayuda, después de todo era "él", solo estaba ahí sin saber qué hacer. Decidió parar cuando le grité que parara.

—Adriana, perdón por tomarte así de la nada, pero hace días que quiero preguntarte algo ¿Te parece bien?

En medio de mi confusión, le di a entender que podía preguntarme cualquier cosa.

—¿Por qué tienes moretones en tus brazos? —señaló el más visible.

—Bueno... «Algo normal para mí es tener golpes en mi cuerpo, cada vez que pierdo la memoria tengo mi cuerpo lleno de ellos... ¿qué le puedo decir? Supongo que es un amigo para mí, aunque no creo que pueda contarle algo así, no me creería... Voy a arriesgarme esta vez, tarde o temprano se enteraría». Si te lo digo, por más raro que parezca, ¿Me creerías?

—Adri, te aseguro que sea lo que sea voy a creerte —sonriendo— ¡estaré contigo!

—«¿Adri...? No importa, se lo diré» Verás, hay días en los que de un momento a otro no recuerdo nada de lo que hice y aparezco con estos golpes, por eso suelo usar mangas largas.

—¿Los profesores no te lo han preguntado? Se supone que deben darse cuenta.

—¿Qué te pasa? —suspiré—. ¿En serio crees que a esa gente le va a importar lo que me pase? Es que ellos me ven en la calle y no sabrán que soy su estudiante.

Cuando lo miré él tenía una expresión seria en su cara, no era una mala señal, al parecer estaba pensando en algo, entonces sonrió y dijo: —Tienes razón, en ese caso... ¿No se te ha ocurrido que lo que te sucede no es una simple pérdida de memoria?

Analicé sus palabras un poco, sin tener resultado. —No entiendo, ¿De qué estás hablando?

—¿Cómo no vas a entender? ¿No has ido alguna vez con... Alguien para que te revise? —trató de ser cuidadoso con sus palabras.

—La verdad no «¿Por qué de repente tiene tanta curiosidad?».

—A ver, dime la razón por la que estás estudiando psiquiatría.

—Es por esto, quiero saber el porqué de mi pérdida de memoria, quiero saber por qué cuando me pasa eso dejo de tener amigos ¡quiero saberlo!

Sin darme cuenta en ese momento mis lágrimas llenaron mis ojos, en cierto punto ya había dejado de hablar y había empezado a gritar.

—Lo que dices no tiene sentido, si querías saber qué tenías ¿Por qué no fuiste directamente con un psiquiatra?

Lo que decía Axel era cierto, se supone que eso es lo que debía hacer, pero para mí no era así.

—No lo hice porque nadie me creería si les digo que eso me pasaba, nunca me han creído cuando hablo sobre esto, de hecho, jamás se habían preocupado por mí, eres el primero «Ahora que lo pienso... Lo que me pasa es porque estoy loca ¿no? Ay no, no debería llamarme así por lo que me sucede, no estoy loca».

—Yo si te creo ¿Cómo puedo ayudarte?

Yo no entendía por qué se esmeraba tanto por ayudarme, solo nos conocíamos de algunas semanas y al principio solo en la salida, agregando que varios días no me encontraba con él porque sin darme cuenta ya estaba en mi casa, jamás se preocuparon por mí, ni siquiera en mi niñez.

Yo no entendía por qué se esmeraba tanto por ayudarme, solo nos conocíamos de algunas semanas y al principio solo en la salida, agregando que varios días no me encontraba con él porque sin darme cuenta ya estaba en mi casa, jamás se preocuparon po...

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