Mis ojos estaban irritados, no logré conciliar el sueño y la luz hacía que mis ojos sintieran ardor, entré al baño, me puse una pijama para estar cómoda y para mi suerte tenía los ojos rojos, no me admiraba, lo malo es que por no dormir ahora tenía sueño y a esa hora no es fácil que me quede dormida.
No importaba lo que hubiera pasado, debía comer, no es que tuviera algo mejor por hacer. Esa noche me había desgastado por completo, al menos desayunando recuperaba un poco de fuerza, no podía descuidarme.
Cuando puse el plato en la mesa observé por casualidad hacia la puerta, agradezco haber tenido ventanas con las cuales podía ver hacía fuera, pero no había adentro, noté cómo Alexis estaba por tocar, se preparaba para hacerlo, no se decidía, lo pensaba demasiado, tanto como para llegar a ofenderme un poco, ¿Por qué le daría vergüenza tocar mi puerta? Terminó por hacerlo, quise esperar un poco para abrirle, me divertía ver lo que hacía mientras esperaba que yo abriera.
Verlo tan de cerca me hizo recordar lo que había pasado, también recordé la ropa con la que estaba y que mi cara no estaba en su mejor momento, mi estado era terrible, con los ojos hinchados y rojos, cabello desarreglado, la pijama más vieja que tenía, lo malo es que era el mismísimo Alexis Joel, nada de eso evitó que él entrara, no sin antes saludarme y pedir permiso.
—Anoche nos interrumpieron la conversación —empieza él mientras ríe un poco—, no era el momento correcto para hablar, lo bueno es que hoy es domingo, tenemos bastante tiempo.
—Ah, sí, tienes razón.
No pude evitar mirar el plato con comida y Axel lo notó.
—Oh, que ricos se ven esos huevos fritos, vine a buena hora.
—Si... Buena hora, ja...
—Ya sé —dio un suspiro y luego sonrió—, es demasiado temprano y no se supone que deba estar por aquí, ¿Verdad?
—No creo que sea así, debes tener una buena razón para que decidieras venir hasta mi casa.
—¿Hablar te parece una buena razón? —insistió mientras se sentaba en una silla del comedor.
—Si consideras que hablar conmigo no es una buena razón para venir temprano hasta aquí, mejor hubieras dejado para la tarde o no hubieras venido —consideré mientras tomaba asiento para empezar a comer—. A mí me gusta tu compañía.
—Me alegra que no te moleste mi inesperada llegada.
—Si dejas que termine de comer mis huevos, soy toda oídos.
Él empezó con temas bastante normales, fue una conversación normal, pasó un tiempo desde que pude disfrutar a su lado con temas de la vida diaria, terminé de desayunar y seguimos la conversación; hasta que llegó al tema de sus amistades.
—Ayer conociste a varios amigos que hice, la mayoría son compañeros de trabajo que hizo Diana, todos son muy amigables; también conociste a Ángela, te quiero hablar de ella porque noté la verdad ella tiene una forma de ser muy particular.
—Si... Yo también pude verlo —musité mirando a otro lado.
—¿A qué te refieres? ¿¡Te hizo algo!? —me preguntó él preocupado—. Yo sabía que no era buena idea dejarlas solas, perdóname, por favor.
—No, no pidas perdón, no hiciste nada, deja eso, no fue mucho lo que me dijo.
—Te dijo algo malo, ¿No? Sé que te debió decir algo muy repugnante, mi prima también lo sabe y aun así la invitó, sabe que a ella no vale la pena invitarla y no quiero culparla, comprendo que no es capaz de rechazar a alguien.
—Ah sí, Diana es muy amable.
—Mira, a mí no me agrada la gente que acostumbra a tratar mal a los que consideran "inferiores", siempre termino con personas así y por eso cambio tanto de amistades tan seguido, todos dicen que es porque me aburro de los demás, el punto es que Ángela es de ese tipo de gente y aun así te dejé con ella, yo...
—Me dijo que yo solo actuaba —lo interrumpí—, que solo quería llamar la atención y que por eso ustedes están conmigo, que la única razón por la que yo no estoy sola es porque tomo como excusa una enfermedad inventada, también mencionó a tu mamá —Alexis se sorprendió con esto, iba a reaccionar pero volvió a su posición original—, entiendo que es su opinión, que es lo que ella piensa, pero dijo que si lo que tengo fuera real, yo sería un peligro, que no debería estar suelta, no soy un peligro —hice una pausa ya que mi voz empezó a quebrar un poco y no quería llorar—, ¿O sí?
—Claro que no eres un peligro, Ángela no quiere entender que las personas como tú no lo son, mi madre era la persona más amorosa del mundo, ella no me abandonó nunca y jamás menospreció a alguien, tú eres muy similar a mi madre y me preocupa a la vez; esas marcas y moretones en los brazos que tienes, son los que más me recuerdan a mi mamá.
—¿Marcas...? —miro mis manos y hago un pequeño recorrido con mi mirada hasta mis codos—. Oh, es por esto que utilizo camisas de manga larga, aunque a veces se notan mis pequeños golpes.
—Mi mamá mejoró eso gracias a sus citas con el psiquiatra... ¿Aún no quiere ir? —guardé silencio—. No te voy a obligar, tienes tus razones para no hacerlo, es solo que... Quiero ayudarte, no pude hacerlo con mi madre, me sucedió lo mismo que a todos, solo nos damos cuenta de nuestro error cuando ya no hay mucho por hacer, es ahí cuando empiezan los lamentos y arrepentimientos, cuando lo que te queda por hacer es llorar, que no soluciona nada —se levantó de golpe y tomó mis manos—. No logré hacer feliz a la persona que más amaba, no quiero pasar por lo mismo, ¡Quiero hacerte feliz a ti!
Notita: Hola, ¿Qué tal?
Este capítulo me dio tristeza, ya que hay muchas personas con este trastorno que son tratadas de esta forma, puede que no haya reflejado como realmente se sienten, pero me gustaría decir que debemos dejar de ver los transtornos psicológicos como algo del otro mundo, no los miremos como extraños, estas personas también están llenas de mucho amor.
Espero que hayas disfrutado este capítulo tanto como yo.
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El Espejo Roto ✔️
Aléatoire¿Qué harías si te dijeran que la enfermedad que pensabas tener es algo totalmente distinto? Adriana es una chica que vive su día a día con pérdidas de memoria, lo cual le trajo muchos problemas, o bueno, eso es lo que ella creía tener, hasta que ll...