Recuerdo cuando era un ángel. Bueno, lo más parecido a un ángel que conocíamos. Yo era la buena y Carla la mala. Yo era la que hacía caso y ella la que simplemente ya nadie tenía energías para regañarle, así que la dejaban ser. Recuerdo cuando confiaban en mi, cuando no guardaba secretos, cuando no tenía esta inmensa oscuridad dentro de mi y estas constantes ganas de llorar, gritar y romperlo todo. Recuerdo cuando saludaba a mis padres con un beso enorme y un fuerte abrazo cada vez que los veía. Recuerdo aquellos tiempos y por más que lo intento no sé cuando se quebró esa realidad para convertirse en esto que ahora vivo. No sé si fue de golpe o poco a poco. Tampoco creo que haya tenido que ver con la muerte de Carla... no del todo.
-¿En qué piensas?-Pregunta Nicolle empapada. Acaba de salir del mar. Probablemente le pareció verme tan concentrada en el movimiento de las olas. Últimamente le escapo a mi cabeza.
-¿Alguna vez has pensado en teñirte el cabello?-Pregunto.
-No especialmente.-Responde divertida a mi pregunta.
-¿Cuál es tu color favorito?
-El rojo.-Dice después de dudarlo un rato.
-¿Te gusta Luis?
-¿No es obvio?
-¿Alguna vez has tenido ganas de escapar?
-Muchas veces.
-¿Cuando crees que todo se arruinó?
-¿Todo que?
-No sé, olvídalo.
-¿Tu también has querido escapar?
-Muchas veces.
-¿Y porque no lo has hecho? Has tenido muchísimas oportunidades.
-No lo sé... ¿y tu?-Me ve seriamente ante esa pregunta.
-Porque no puedo escapar de mi misma.-Dice acostándose en la arena con los ojos cerrados dando por terminada la conversación.
No suele haber sol a inicios de noviembre. Pero hoy hay un sol espectacular, y nosotras dos tenemos la gran suerte de vivir en la playa. Así que no encontramos mejor manera de pasar el sábado.
Al llegar a mi casa me encuentro con una sorpresa poco grata. Ana, en el sillón de mi casa, hablando con mi madre. Al parecer quedamos para hacer el trabajo de física. Cosa que no recuerdo, pero tampoco confío en mi memoria últimamente. La saludo nerviosa. Siempre me pone nerviosa que haya gente que conozco en casa, con mis padres presentes... bueno, mi madre. Mi padre últimamente se va temprano todos los días y vuelve muy tarde, no sé a donde va, y lo prefiero así.
-¿Empezamos?-Hoy al parecer todos se pusieron de acuerdo para sacarme de mis pensamientos.
Dejo mi orgullo o lo que sea que me estuviera reteniendo y le sonrío. Estoy apunto de invitarla a mi habitación cuando pienso en una mejor idea. Si la invito fuera, a la playa o lo que sea. No tendremos que estar en casa, bajo la atenta mirada de mi madre. Y si tengo suerte quizás ni siquiera tengamos que trabajar.
Le encanta la idea de salir a caminar, aunque dice que a la playa no pues no le gusta la arena. Puntos menos para Ana. Me cuenta cosas suyas como que tiene una obsesión por los zapatos, como que tiene migraña, como que tiene unos padres muy estrictos, como que más tarde quiere ser periodista... me parece todo muy interesante hasta que llego al único lugar al que no quería llegar. Este lugar es como mi debilidad, aunque hubiese incluso olvidado que existía... quizás como mecanismo de defensa.
A Ana parece encantarle y corre hacia las flores, arranca algunas, se las coloca en el cabello, recoge otras y me las da. Está muy feliz, la veo. Su cabello danza con el viento, un viento que no me había percatado de su presencia hasta estar quieta.
Ana levanta la mano. Esta chica no está bien. Quien, en su sano juicio, es voluntario en presentar un tema de física... Vamos juntas hacia el frente de la clase. Ella empieza explicar todo lo que aparentemente encontramos. Viene vestida de una manera muy extraña. Con un vestido entre blanco y azul muy claro tiene destellos de plata lo que creo hace referencia a las estrellas. Explica que su vestido tiene algo que ver con el tema. No entiendo nada. Me toca explicar a mi. La gente de la clase me ve divertida. Al parecer no he dejado de bailar y hacer caras de incomprensión. Digo mi parte, Ana fue muy amable y me lo escribió todo en un papel. Acabamos la presentación y algunos aplaudieron y otros rieron. Eso me hizo ganarme una mirada de odio de Ana. Una mirada que ni siquiera sabía que esta chica tenía en si.
Suena la campana y muy orgullosa Ana sale de clase, con su vestido que desentona totalmente con el resto de la institución. Voy detrás de ella. Creo que por lo menos debería disculparme.
-¡Ana!¡Ana!-Grito mientras corro detrás suyo. Que rápido camina, y que recta su espalda. Se da la vuelta y choco contra ella pues ya la había alcanzado. No me muestra su sonrisa habitual, en cambio me ve con odio.
-Perdón... no...
-¿No que? ¿No te interesa nada la nota? Pues a mi si.
-Iba a decirte que no fue a propósito, que sé que para ti era importante y que lo siento mucho. Pero si eres incapaz de ver la realidad y quieres estar en tu mundo de perfección allá tu.-No debería hablarle así. Al fin y al cabo venía a disculparme pero ella no me lo puso fácil. Además yo ni siquiera pedí trabajar con ella.
No lo veo venir. Me esperaba de todo menos esto. Se me acerca rápido y me besa. Me da un beso torpe, un poco brusco. Me quedo de piedra un momento, mis labios se mueven pero mi cerebro no reacciona. Hasta por fin logro separarme.
-¿Que haces?
Me ve muy atentamente y se va. Veo alejarse a la chica con ropas de princesa. Oigo una risa detrás mío. Es Nicolle.
-Habéis pasado de nada a la boda ¿o como?-Bromea haciendo referencia al beso y al vestido. Oigo otra risa, esta vez irónica. Nada más y nada menos que mi madre. Quien había reído para llamar mi atención y cuando la he visto a cambiado su expresión a una seria. Hoy en total me han matado con la mirada un mínimo de tres veces.
-Ya hablaremos.-Me susurra al oído y se va.
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azul infinito
Teen FictionPuerto Villalba. Un pueblo escondido al lado del mar, aparentemente perfecto. Para Jimena una adolescente que ha vivido ahí toda su vida, su infierno personal. No es hasta que llega Cecilia, la nueva doctora, una mujer tan hermosa como misteriosa, q...