nueve

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-Unas cuantas veces me llevaron a la ciudad a ver espectáculos de ballet.-Digo viendo una foto de Cecilia pequeña con ropa de bailarina que no había visto antes.

Tengo un zumo en la mano y ella sigue medio dormida, vine a su casa apenas despertarme, la noche anterior dije que me quedaría a dormir aquí con ella pero tanto Cecilia como la inspectora me lo prohibieron.

-Tengo que decirte algo.-Le digo con miedo, dejando de ver su foto para verla a ella, directa a los ojos, cambia de postura, como si esas palabras la hubiesen despertado.-Julia sigue viva.

-¿Qué?

-Ayer en la noche recordé una conversación que tuvieron mi mamá y Cristina, cuando lo de la foto de Carla. Dijeron algo de ir a hablar con Julia.

No me dice nada, va directo al comedor y coge su móvil, llama a alguien.

-Hola... ¿Te despierto?... es que Jimena vino, recordó algo ayer... Julia sigue viva... vale, hasta luego.

Cuelga y desde lejos me ve. Se recoge el cabello en una coleta, que largo es su cuello, un cuello de bailarina.

-Debes dejar de venir.

-No.

-Las mujeres de afuera se van a preguntar que haces aquí.

-Que se pregunten lo que quieran.

-No quiero que te hagan daño.

-No me van a hacer daño.

-¿Cómo puedes ser tan ingenua?-Me dice con rabia en la voz y en la mirada.

-¿Perdona?

-¿Tienes diecisiete años y todavía no sabes como funciona este pueblo?

-¿Qué quieres decir?

-Que las cosas raras no empezaron a pasar cuando mataron a la monja, que las cosas raras han pasado siempre. Que a mi madre la mataron a golpes porque Julia estaba celosa... ¿Cómo pasaste diecisiete años pensando que era un pueblo aburrido, en el que no pasaba nunca nada?

No sé que decirle, acaba de llamarme tonta, y tiene razón.

-Julia, la vieja loca como tu le llamas, sigue siendo la dueña de este pueblo, lo maneja a su antojo, para ella esto no es más que un juego de ajedrez infinito y tiene ojos por todos lados... como se entere que estás aquí...-Se calla y me ve, me ve hasta lo más profundo del alma, pero yo no puedo verla más allá de la superficie, sigue lejos, tanto física como mentalmente.-Si algo te pasa yo no me lo perdonaría.

Sigo callada, lentamente me acerco y la abrazo, un abrazo que sé que ambas necesitábamos, nos refugiamos una en la otra.

-No va a pasarme nada.

-Jimena...

-No va a pasarme nada-La interrumpo-¿Porque si algo me pasa quien te traería flores?

Llora y me abraza más fuerte. Escucho un apenas audible "gracias" que proviene del lado izquierdo de mi cuello. Le acaricio el cabello, cuantas ganas tenía de hacer eso.

Alguien toca a la puerta haciendo que nos sobresaltemos, tocan a la puerta y al timbre, muy insistentes, le pido con miedo que no abra pero no me hace caso, es un chico, tiene un ojo cerrado y el otro lloroso, fuera siguen las mujeres insultando.

-Me duele... el...-Intenta explicarse, no hace falta que siga. Cecilia lo lleva a su consultorio y cierra la puerta dejándome con el corazón en la garganta en medio del comedor. Escucho unos cuantos gemidos de dolor provenientes del paciente, y unas pocas palabras de Cecilia, dándole ánimos y explicaciones.

azul infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora