dieciseis

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Veo por la ventana hacia el jardín. Mi madre está ahí, parada, inmóvil. Parece pensativa. Como si estuviese reorganizando todos los aspectos de nuestra vida, o de su vida; me pregunto si aún piensa en mi. Si aún me quiere. Me pregunta que piensa de papá... Con los brazos aún cruzados empieza a caminar lentamente, aún en el terreno de la casa, sin rumbo, solo por mover las piernas. Sé que no saldrá porque tiene puesto el camisón rosa que siempre lleva por casa. Voltea a ver y nuestras miradas se encuentran, deja de caminar. Un mechón de su cabello cobrizo cae en su rostro, se lo arregla; inútil, el mechón vuelve a caer. Y noto como eso la desespera, su rostro calmo empieza a mostrar rasgos de agobio, se mueve todo el cabello como peleándose contra el; al fin y al cabo contra él si puede pelear, y contra todo el resto de cosas que estamos viviendo no.

Entra a la casa y me ignora. Ni siquiera me voltea a ver, sabe en donde estoy, sabe que la observo. Pero no me habla, no me ve. Desde aquella noche solo me habla lo necesario. Desde aquella noche para ella no existo. Oigo el sonido del agua cayendo. Está llenando la tina. Necesita relajarse, lo sé, quizás eso le haga recapacitar y hablarme... al fin y al cabo yo no tengo la culpa de nada ¿o si?

Tocan a la puerta, sigo concentrada en mis pensamientos así que tardo en reaccionar. Mi madre tampoco se mueve. Supongo que desde donde está no oye, o quizás oye y le da igual, quizás ya todo le da igual.

Veo a Nicolle fuera con una gran sonrisa. Se sorprende al ver mis golpes pero no pregunta nada, ahora ya no se notan tanto. No la he visto desde el incidente del coche, tampoco he hablado con ella. No sabe lo que está pasando en mi vida, tampoco vi la necesidad de contarle, no llevamos tanto tiempo siendo amigas.

-¿Quieres salir?

-¿Eh?

-Vamos a pasar el día con unas amigas... pensé que quizás te gustaría salir, disfrutar de lo último de las vacaciones.

-Eh... si, si... pero tendría que pedir permiso y ahora mi madre... espera ahora vuelvo.-Me di cuenta que el hecho de que le de igual a mi madre puede ser positivo.

Toco la puerta del baño, no contesta. La llamo lo más alto que puedo, tampoco contesta. Un miedo repentino me invade así que abro la puerta. Y la veo ahí, lo más tranquila del mundo, entre las burbujas. Me voltea a ver automáticamente, sin decir una sola palabra. Sin ninguna expresión en el rostro.

-¿Puedo pasar el día fuera con Nicolle y sus amigas?

-Como quieras.-Me responde como apagada.

-¿Si o no?

-Has lo que quieras, me da igual. Si sales procura llegar antes que tu padre.

-¿Cuando vuelve?

-No sé, y no me importa.-Deja de verme y se concentra en la pared.

-¿A qué hora vuelvo entonces?

-Cuando creas conveniente. Ya te dije, no me importa lo que hagas. Solo procura no enfadarlo ¿vale?

Me acerco a darle un beso pero ella se aleja. Me despido con un dolor inmenso en el alma.

Nicolle está aún en la puerta esperándome, jugando con su cabello. Al verme esboza una sonrisa inmensa.

-¿Y?¿Qué te ha dicho?

-Que si.-Le digo queriendo evitar el tema.

Salimos y enfrente hay un coche, un poco viejo, un poco maltratado. Dentro están dos chicas, de nuestra edad. Una pelinegra seria de piloto, y una castaña alegre de copiloto. Veo que esta segunda canta, parece ser la encargada de la música.

azul infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora