diecinueve

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Generalmente me molesta el cigarro. Odio todo de él. El humo, el olor, el ambiente tétrico que crea... Pero ahora, ahora que quien fuma es esa pelirroja que poco tiempo antes entró a mi casa, no me molesta. Ahora, la veo fumando e imagino que el humo no es humo, no me huele mal, y pensar que el cigarro toca su boca, me causa escalofríos, de los buenos. Esa chica me interesa, quiero saber todo de ella. Por ahora no sé más que su nombre, Luz. Quizás eso le haga parecer aún más interesante. Ser la antítesis de su propio nombre, de la única cosa que le acompaña desde su nacimiento y que ha sido su definición desde que nació. Su definición podrá ser luz. Pero ella es oscura, se ve en su mirada. 

Acabado su cigarro va hacia el jardín y estando sola poco a poco empieza a bailar, con la música que Sarah había escogido. Alejada del resto de gente baila, sola, en la oscuridad. Me parece un personaje extraño, muy particular. No puedo dejar de verla, y eso no pasa desapercibido para el resto de invitados. 

-Que rápido te olvidaste de Cecilia ¿no?-Se burla Nicolle. A lo que contesto con una mirada de odio. No tengo ganas de pelear. Además sabe que si me hace enfadar se irán todos a sus casas y le daré fin a la fiesta, imagino que esa es la razón por la cual no insiste con la broma. 

Sarah, con su sonrisa característica se me acerca y me pregunta si su amiga me gusta. Ella no lo hace en broma ni mucho menos con maldad, no sabe que quien me gusta me rechazó hoy mismo. No puedo evitar notar que tiene brillo por toda la cara. Recuerdo la fiesta en su casa. Me doy cuenta que no se maquilló por estar a la altura de la fiesta. Se maquilló porque forma parte de si misma, porque ella brilla, y es su forma de recalcarlo. Niego con la cabeza lentamente. Su amiga no me gusta, me intriga, pero no me gusta. 

-Luz-Le grita estando al lado mío-Ven aquí. 

Se acerca, sin emitir sonido. 

-¿Porqué te has ido?

-No me he ido... me he alejado. 

-Que pesada-Me voltea a ver después de haberle virado a ella los ojos.-Con esta no puedes decir nada que te corrige directo.

-No es culpa mía que hables mal. 

-No hablo mal. 

-Vale, no es culpa mía que te expreses mal. Que no sepas elegir las palabras correctas, que...

-Bueno, vale, si-La corta-pesada-susurra-A otra cosa mariposa.-Dice viéndola con una gran sonrisa y señalándome a mi con la cabeza-Bailar o algo.

-¿Quieres bailar?-Me pregunta en un tono que no sé muy bien interpretar. No es un tono interesado, aunque tampoco es lo contrario, no es en broma, pero tampoco la noto seria, no es ni obligación ni invitación. No sé como, pero me descoloca enseguida. Asiento, no hablo, por miedo quizás a demostrar algo, tomando en cuenta que ella no lo hizo, o por miedo quizás a decir una tontería, y que ella, la chica que no conozco de nada y que admiro desde el minuto cero, me corrija y me tome por idiota. 

Del otro lado puedo ver a Diana, con una blusa de tirantes de seda, abrazada a su novio hablando por lo bajo. El novio, tocando su cuerpo intentando ser discreto, una escena pornográfica en mi salón. Mientras yo sigo sin poder hablar, ni emitir sonido, temiendo todo. De repente, ahí parada, de camino a bailar con la pelirroja, me quedo como ausente, pero observando, como si estuviese en medio de una escena de película, o de una obra de teatro, subida en el escenario, como público, viendo de cerca a los actores, siendo invisible para ellos. Nicolle se para y va directa a la estantería, donde mi madre pone sus libros favoritos, lo hace a propósito en caso de que alguien venga de visita y se le ocurra hablar de aquellos libros, así se asegura de tener una conversación interesante, nunca lo he entendido, pero ha ocurrido tantas veces que me conozco el diálogo de memoria. Una parte de mi ve en ello una salvación, si tan solo Nicolle se atreviera a preguntarme por alguno de aquellos libros podría repetir lo que he oído a mi madre decir tantas veces y así, solo así, saldría de mi estado actual y podría hablar sin parecer una completa tarada. Pero no lo hace. 

En cambio deja el libro que tenía en la mano en el lugar exacto en donde lo encontró y después de verme un momento se va a sentar al lado de su amiga, Sarah. Al voltearme para ver desde otra perspectiva la escena me doy cuenta de que están las tres, Sarah, Nicolle y Luz, sentadas en el sofá, juntas, observando y muy por lo bajo riendo. He sido observada mientras observaba. Yo, creyendo que era publico he sido el espectáculo. 

-¿Oye podéis ir a un cuarto o algo?-Pide Sarah a Diana y a su novio quienes cada vez subían más la intensidad a su encuentro. 

Diana me ve, como preguntándome a donde pueden ir. Le señalo la habitación de visitas. De ninguna manera van a mi cuarto o al de mi madre. Antes de subir veo un momento al novio, por primera vez puedo ver bien su rostro, antes no había podido pues enfrente siempre estaba ella. Su rostro me parece familiar aunque tampoco le doy mucha importancia. Hasta que veo que me guiña un ojo. Otro que viene a descolocarme. 

No creo que pueda aguantar hasta la mañana con toda esta gente, mucho menos un fin de semana entero. 

azul infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora