cuatro

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Toco la puerta, muy fuerte, la toco con todas las fuerzas que no sabía que tenía. Como siga pegándole así la voy a tirar. No me contestan, la toco cada vez mas fuerte, mi puño empieza a doler, no me importa sigo tocando.

Por fin me abre la puerta. No veo a la Cecilia que conocí... que creí conocer. No me recibe la mujer perfecta, con piel suave, con ojos puros, con una sonrisa, tampoco me recibe la mujer triste y débil que una vez vi llorar, no me recibe la mujer buena que mintió por mi, ni la orgullosa que me trató mal porque estaba enojada.

Me recibe una mujer con miedo, ensangrentada, le han reventado un labio y probablemente el ojo también sufrió algún daño, veo la sangre correr por todo su rostro que hace nada me parecía el más hermoso. Me ve con miedo, yo me siento traicionada, me da asco, no quiero verla, solo quiero gritarle pero verla así me hace sentir culpable por todo el odio que quiero que sepa que le tengo.

Entro sin decir una palabra, ella tampoco habla. Decido ayudarla con las heridas, mi plan es limpiarle la cara para después poder gritarle y no tener cargo de conciencia. Entramos a su consultorio, busco alcohol y algodón.

-Alcohol no... eso duele.-Habla por fin, su voz es débil.

-Me da igual.-Le respondo seca.

Le pongo alcohol encima de las heridas y ella suelta un pequeño grito de dolor. He de decir que por un momento siento pena por ella, luego, recuerdo lo que hizo, recuerdo que se merece este dolor y más y aprieto más fuerte el algodón sobre su herida.

Suena la puerta. El timbre. No sabía que esta casa tenía timbre. Me hubiese ahorrado mucho dolor de nudillos. Ella se levanta muy lento, creo que también le lastimaron las costillas, o el pecho o las piernas, no se que le duele pero veo que le duele, que no maneja su cuerpo como debería. La acompaño a la puerta, ahí se encuentra una mujer que yo nunca había visto antes. Una mujer morena, de facciones fuertes, con un cabello afro hermoso, la ve a ella y se presenta, al parecer es detective de la ciudad, luego me ve a mi y sonríe. Me pide que me vaya pero me niego. Su sonrisa desaparece, es la mujer más dominante que he visto en mi vida, se le ve poderosa. Si yo estoy asustada ya imagino como estará Cecilia.

-¿Y tu quien eres?¿Porqué quieres quedarte?

-Era su mejor amiga... necesito saber que le pasó.-Digo aún enojada con toda la situación.

-Lo siento niña, esto no es la televisión.-Voltea a ver a Cecilia.-Sube al coche por favor te llevaremos al hospital y luego hablamos.

Se van. Me dejan sola, cierro los ojos y empiezo a llorar. Esto no puede ser verdad. No pudo haber pasado esto. No puede ser que de un día a otro todo mi mundo se venga abajo así. No puede ser que de un día a otro no tenga mejor amiga. No puede ser que la mujer en la que confié la haya matado. No puede ser que hayamos acabado tan mal.

Mi madre entra, vino a buscarme.

-Cariño, vamos con Cristina y David.-Me tiene la mano para levantarme, luego me abraza.

-No quiero.-Apenas puedo hablar.

-Vamos a su casa.

-No quiero.

-Tenemos que estar juntos, en estos momentos tan difíciles tenemos que estar juntos.

-¿Cuando la van a enterrar?

-Aún no mi vida, primero deben saber que pasó.

-Pero si es obvio, esta inepta la mató.

-Todos lo sabemos cariño, pero tienen que investigar para saber que medidas tomar. Mientras tanto nosotros vamos a estar juntos ¿si?

azul infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora