trece

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Despierto gracias al sol, la luz entra por mi ventana e ilumina toda mi habitación. Sonrío. Por fin puedo dejar esta extraña etapa de mi vida de lado. Ya no tengo a Carla pero bueno, aún tengo otros amigos... Ya no tengo a Cecilia pero bueno, nunca la tuve. Estoy feliz porque hice las paces conmigo misma, porque el sol aún brilla, porque se acabó mi mes de castigo, y porque pronto empiezo un nuevo año escolar. Debo aprovechar lo último que me queda de verano. Sin misterios, sin policías, sin investigaciones, sin asesinatos, sin viejas locas y sobre todo sin amores imposibles.

Me visto veraniega y abajo tengo puesto el traje de baño, bajo a la cocina lista para desayunar y tomar mi zumo de naranja. Está solo mi padre quien ve extrañado la inmensa sonrisa en mi rostro. No se atreve a preguntarme a que se debe esta felicidad, en realidad mi padre nunca me pregunta nada, con el tengo una relación distante, en la que sabemos que nos queremos y ya está. Así que vuelve a leer su periódico. Le doy un beso y me despido.

En la playa no hay mucha gente, saludo a los que están y cuando veo un espacio grande de arena para mi sola extiendo mi pareo, me quito la ropa y me acuesto. Me bronceo un rato, nado en el mar otro rato y vuelvo a salir a secarme con el sol. Pongo música y disfruto de mi día de playa como cualquier otra adolescente normal haría.

Me empieza a dar hambre así que decido volver a casa y hacerme algo rico de comer, después de todo estoy empezando una nueva vida... mentira... ojalá... fuera de casa está esperándome Cecilia.

-¿Vete a la mierda?

-Si, que parte no entendiste.-Respondo dura. Mi plan de una nueva vida no la incluye a ella.

-Jimena ¿qué te pasa? Tu no eres así.-Río ante esa afirmación, ella no parece entender lo que me causa tanta gracia.

-Pensé que ya habíamos dejado en claro que no nos conocemos... ¿Recuerdas? Pues tenías razón.

-Perdóname, estaba enojada.

-Me da igual, tenías razón. No nos conocemos, pensé que me querías como yo te quería a ti, pero no, solo estás rota y aceptas cada ofrenda de amor para llenar ese vacío que tienes.

-¿Me quieres?-Honestamente pensé que le dolería la segunda parte y dejaría pasar ese insignificante detalle.

-No, pensé que te quería... ahora me doy cuenta que no. Ahora estoy empezando una nueva vida. Y esa vida no te incluye a ti, ahora por favor, vete a la mierda.

Entre los segundos en los que procesa mi respuesta, formula la suya y abre la boca para hablar yo ya estoy entrando a casa, dejándola en el pasado. Y así, como por arte de magia, su rostro se borra de mi mente, su nombre desaparece de mi agenda mental, su cuerpo es olvidado, toda ella fue olvidada. Y yo me hice el mejor almuerzo que nunca he hecho.

Terminé de comer y subí a mi habitación a relajarme un poco, volví a poner música mientras me duchaba, ponía una mascarilla, arreglaba mis uñas, usaba crema. Había planeado perfecto este día, excepto por ese minimo incidente hace unas horas con una tal doctora que me ha bajado el ánimo. Porque olvidarla a ella fue fácil, pero olvidar como me hizo sentir, olvidar su voz, y su mirada tan clara que con un solo destello explica todo lo que está sintiendo... olvidarla a ella no es nada facil. Pero debo, no hay espacio para ella en mi nueva vida, nunca lo hubo, apenas la conozco, no es como si fuese mi gran amor, fue solo una gran ilusión.

-Nicolle.

-Hola amor.-Nicolle no me cae bien, es demasiado amorosa, cariñosa y amable. Dejamos de juntarnos con ella a los 14 o así, pero ahora es mi mejor opción si no quiero vivir sola y amargada.

-¿Haces algo mañana?

-No ¿Por?

-¿Hacemos algo?

azul infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora