catorce

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Estoy en la habitación de Nicolle. Me está maquillando, dice que si sorprendo a Cecilia con mi aspecto todo será más facil, cuando le dije quien era no reaccionó como Carla, enrealidad creo que ya lo presentía porque no se sorprendió ni nada. Al lado mío reposa un ramo de peonías amarillas que son necesarias para este acto de valentía que viene a continuación. Me ve a los ojos y me da ánimo, me dice que todo irá bien, y que apenas acabe venga a contárselo todo, Nicolle y Cecilia viven muy cerca así que mis nervios están presentes desde el momento en que salgo de su casa.

Toco a la puerta. Cecilia me recibe rápido, lleva puesta su bata, me ve un momento, ve las flores y me sonríe de lado, nerviosa se toca el cabello y me pide que pase y la espere en la sala. No es el recibimiento que tenía en mente pero al ver que entra a su consultorio y habla con alguien entiendo que tiene un paciente. El inútil de Valentín sale momentos más tarde cojeando y me saluda como un galán, creo que le gusta Cecilia, pero me da igual, ella no podría verse atraida por eso. Eso, es el típico chico que se cree guapo, que juega con su cabello lleno de gel y caspa creyéndose inalcanzable, que tiene el brazo lleno de tatuajes raros que probablemente encontró en la revista de los peores tatuajes del tatuador más barato. Así que no podría estar celosa, solo quiero que se vaya y me deje tener mi momento romántico.

Cecilia se sienta a mi lado, aún con la bata de doctora puesta, le queda muy bien. La veo un momento y le doy las flores, las palabras no salen, todo el discurso que había practicado desaparece, ya no sé que venía a decirle. Me ve expectante, esperando a que reaccione, a que hable.

-Vengo a pedirte un libro prestado.-Su sonrisa se borra.-Y a pedirte perdón.-Un ápice de su sonrisa vuelve.

-¿Qué libro?-¿Enserio?¿Enserio Cecilia?¿Solo eso?

-Tu favorito.

-¿Que?-Ahora si vuelve su hermosa sonrisa entera.

-Te quiero pedir perdón por como te traté, por lo que te dije y porque tenías razón... me empeñé en portarme contigo como si nos conocieramos de toda la vida, y no es así, no te conozco... pero te quiero conocer, y quiero empezar por conocer tu mente, así que quiero leer tu libro favorito.

Noto su respiración algo extraña, irregular, la verdad la mía también lo está un poco, pero yo tengo razones, me siento como si acabara de correr el maratón de la disculpa espontánea más romatica del mundo y hubiese ganado. Mi recompensa, mi premio, mi trofeo es esa mirada, esa oscura mirada que tiene cuando algo le gusta, ahora lo sé, ahora sé lo hermosa que es cuando algo le gusta, su cabello cayendo y tapándole la cara le hace reaccionar y se para, busca en la estantería y saca un libro, sin decir nada me lo tiende, me guiña el ojo, coge las flores y se va.

Dejándome en la sala, como una estupida enamorada, y ahora, ahora que la vi así, ahora que fui tan vulnerable enfrente suyo, que me escuchó y que todo salió tan bien, ahora, el discurso que tenía planeado vuelve a mi mente. Pero ya es muy tarde, ella dio por conluída la sesión.

Así que salgo con el libro en una mano y mi corazón en la otra a contarle a mi amiga mi fracaso amoroso que se convirtió en una pequeña victoria.

Mi padre está haciendo la cena, yo estoy leyendo el inicio de su libro cuando se abre la puerta dejando entrar una muy cargada madre. Con montones de libros y hojas. Los pone enfrente mío y me da una después de buscarla en la pila.

-Logré robarme tu horario para el próximo año.

Efectivamente es mi horario, tener una madre profesora tiene sus ventajas y sus desventajas, por ejemplo puedo enterarme de las cosas antes, ventaja, vuelvo a la realidad de que las vacaciones se están acabando, desventaja.

-La cena está lista.-Grita mi padre desde la cocina.

Cuando estamos en la mesa, cenando como una familia normal me doy cuenta de que tengo que confesarme a ellos. Que no puedo seguir con este secreto, ni con ellos, ni conmigo ni con nadie.

-Tengo algo que decirles.

-También yo.-Gracias papá por arruinar mi momento.

-Soy lesbiana.

-Me postulo para alcalde.

Hablamos al mismo tiempo.

-¡No!-Desaprueban al mismo tiempo pero a distinta confesión, mi padre a la mía y mi madre a la suya.

-No puedes ser alcalde. Pensé que ya habíamos superado todo esto, ya perdiste una vez.

-Tu hija acaba de decirnos que es lesbiana.-Le responde él como ignorando el hecho de que estoy sentada enfrente suyo.

-Y tu que quieres ser alcalde... honestamente lo tuyo me preocupa más.

-¿Más?-Pregunto como queriendo saber que piensa mi madre pero asustada de que ella tampoco me acepte.

-Ahora no cariño.-Pero ella también ignora el hecho de que acabo de contarles mi mayor secreto.

-Si, ahora si. Debemos hablarlo ahora y resolverlo ahora. No puedo tener una hija lesbiana si quiero ser alcalde.

-Pues tienes una hija lesbiana, que pena, no puedes ser alcalde.-Le responde mi madre de inmediato y yo me levanto.

-¿A dónde vas?

-¿Porqué?¿Te interesa o quieres saber si te va a afectar?

Fue una buena respuesta, pero enrealidad lo he dicho porque no sabía a donde iba. Solo salí de la casa y empecé a caminar. A lo lejos vi la casa de Cecilia, quizás podría ir ahora y decirle el discurso que no había podido decir antes, pero conforme me fui acercando fui notando algo, a alguien. Primero vi un coche, un coche que ya había visto antes. Después vi a un hombre, un hombre que ya había visto antes, era el hombre que había besado a Cecilia hace unos meses, me había olvidado completamente de eso... Nunca le pregunté quien era, si era su novio... yo me preocupaba por Valentín mientras hay un hombre guapísimo abrazándola en la noche.

Así que fui a casa de Nicolle. Le conté lo que acababa de ver y me propuso salir en un rato a ver si veíamos algo, por un momento pensé en Carla y sus planes de espionaje, excepto que esta vez y con Nicolle era por nosotras y no por criticar al resto.

Esperamos un rato y salimos a la calle. No hay nadie, y la unica luz encendida de su casa es la de su habitación. Me enfado mucho y empiezo a patear el coche del idiota con suerte que está ahí adentro. Lo pateo lo más fuerte que puedo.

-Ey ey ey ¿Que te pasa? puta loca.-Pues el maldito con suerte estaba dentro del coche y me vio pateandolo.

azul infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora