doce

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Amanecí en mi cuarto. Durante la madrugada salí de casa de Cecilia a escondidas, no quería que supiera que me había ido pero tampoco podía soportar un minuto más a su lado. Tampoco le dije a mi madre que había regresado a casa, en realidad nadie lo sabía. Quería mantenerlo en secreto, como todo el plan que tengo entre manos.

Desperté muy temprano, el sol apenas está saliendo. Salí de casa y empecé a caminar, había pasado solo una vez por ahí caminando y recordaba que era lejos, pero no había sido en verano y no había sido tan cansado. Cuando divisé la casa me paré un momento a repasar el plan... un plan que enrealidad está aún incompleto pero supuse que era mejor empezarlo ahora y que ya iría viendo. Corté un par de flores que estaban al lado de la carretera y caminé un poco dudosa hasta llegar a la puerta.

La toqué nerviosa y poco después una mujer vieja abrió la puerta. Era ella, era la famosa Julia. Parece una villana de Disney, vieja pero inmortal. Detrás de sus arrugas se ve el recuerdo de una mujer bella, y en sus ojos se ve toda la maldad que alberga. Le sonreí lo más inocente posible, y no sé si se lo creyó o me hizo creer que lo había creido pero me regaló una sonrisa perfecta.

-Jimena.-Pronunció mi nombre con su voz aspera.-Pasa, pasa.

Entro asustada, empiezo a dudar de que fuese una buena idea.

-¿Como... como me conoce?

-Eres idéntica a tu abuela.

-¿A mi abuela?¿Ustedes eran amigas no?-Asiente, no sé si es verdad o es la idea que tengo de ella, pero incluso eso me pareció calculado y con intenciones ocultas.

-¿Qué te trae por aquí?

-Mi abuela... justamente... quiero... quiero saber de ella, nadie es capaz de decirme nada y...

-Eso es porque nadie conocía a Elsa, no como yo. Siéntate, siéntate.

Ya estoy dentro ¿ahora qué? hasta aquí llegaba mi plan... es la primera vez que planeo una venganza.

-¿Qué quieres saber?

-Todo.-Ríe ante mi respuesta hasta que se da cuenta de que no era broma.

-Tu abuela... bueno tu abuela cambiaba, durante mucho tiempo fue la niña perfecta, bueno como tu madre, la educó para ser así. Pero siempre creyó que esa perfección sería recompensada con la única cosa que le pedía a sus padres. Elegir a su marido. Enrealidad no era lo único que quería pero lo tenía todo planeado, se casaría con un hombre de su agrado, se irían del pueblo y en la ciudad podría estudiar.

-Pero no pasó.

-No, le hicieron casarse con tu abuelo. El día en que se lo dijeron murió la primera faceta de tu abuela. El día que se lo dijeron se escapó de pueblo.

-¿Se fue?¿Sola?-Sonríe ante mi interés, si no supiera que es mala me daría hasta ternura.

-Se fue sola, si. No la buscaron sus padres sabían que regresaría. La habían educado demasiado bien decían. Planificaron toda la boda... nadie sabe como pasó pero llegó un día antes de la fecha que habían establezido... la habían elegido en su ausencia. Pero cuando volvió ya no era la misma... Lo era por fuera pero por dentro... tenía la cabeza llena de ideas revolucionarias. Hablaba de la lucha feminista y no sé que tonterías más.

-¿Y aún así se casó?

-Claro, a eso había vuelto. Verás, tu abuela era una mujer muy inteligente y encantadora, y esa combinación es mortal. Tu abuelo se volvió un títere desde el día en que se casaron, tu abuelo no fue nunca el alcalde, lo fue ella. Luego nació tu madre, y nadie sabe que pasó en ese parto pero a partir de ahí tu abuela fue como sacada de una tropa militar, era la persona más estricta que ha pisado la faz de la tierra. Y estaba enojada, siempre, enojada contra el mundo entero.

-¿Y después?

-Después naciste tú. Tu nacimiento fue lo que causó su ultimo cambio. Cuando tu naciste se iba de vez en cuando de viaje, generalmente a bibliotecas, me dijo que se había enamorado de un escritor, pero yo sé que se había vuelto a enamorar de la vida.

-¿Ahí fue cuando ustedes dejaron de hablar?

-Ya se habían enfriado las cosas entre nosotras, pero si... si hay una cosa que odio más que la vida, es el amor por la vida.

-¿A que se refiere?

-Ya dime... ¿que haces aquí?-Fue como si se quitara la máscara y poco a poco me dejara ver quien era de verdad.

No podía decirle que venía a vengarme, tampoco quería pues es la única persona que me ha hablado con verdad desde el primer momento, que no me ha contado ningún cuento y tampoco ha embellecido las historias. Así que no se lo digo, le seguí haciendo preguntas sobre el pasado, sobre mi abuela, sobre el pueblo en aquella época y conforme las horas pasaban y los relatos se alargaban mi necesidad de venganza desaparecía.

Todo iba perfecto hasta que tocaron a la puerta, el pequeño mundo inventado al que habíamos viajado se derrumbó y volvimos a la realidad. Ella volvió a tener una expresión de odio y yo me di cuenta que estaba con la peor persona que he conocido. La puerta seguía sonando violentamente y la persona detrás estaba enojada, se notaba.

La persona detrás de la puerta era mi padre, y a su lado estaba mi madre con el ceño fruncido. Apenas me vio me jaló del brazo y me mandó al auto, fui caminando junto a mi padre entre feliz por verlos y triste porque mi sesión de verdad había acabado. Mi madre se quedó un momento hablando con ella desde la puerta, se le veía angustiada y enojada, no supe que le dijo pero no habría querido estar en su lugar.

Cuando subió al auto me di cuenta que estaba más guapa que de costumbre, les pregunté que había pasado en la ciudad y no obtuve respuesta. Cambiaron, lo sé, pero también siento que en este momento me odian. Están ambos vestidos de negro, y no me llevan a casa, me llevan al cementerio.

De nuevo está todo el pueblo reunido por Carla, pero no con la esperanza de encontrarla, sino con la tristeza de enterrarla. La mayoría están llorando, yo no. No sé si porque lo superé, porque ahora que sé quien era mi amiga ya no quiero llorar por ella o porque ya no me quedan lágrimas, pero ahí estuve parada en silencio , entre llantos, viendo como enterraban a mi mejor amiga. Y me fui, aún no han acabado pero no podía soportarlo más. Me fui lejos de la gente y cuando porfin estuve en un lugar seguro grité. Grité lo más fuerte posible, con odio, con frustración, con desgana, con desesperación, con tristeza. Grité y odié la vida.

No fue hasta después que me di cuenta que mi lugar seguro era frente a la casa de la mujer que me había roto la noche anterior con un discurso de mierda y una excusa para no enfrentar lo que probablemente siente por mi. Está viéndome, desde las escleras de su casa, sorprendida por los gritos que acaba de presenciar.

Le sonreí hipócritamente.

-Vete a la mierda.

Digo con todo el odio que me cabe en el alma, orgullosa por pronunciar las palabras que tuve que haberle dedicado hace mucho tiempo. Y sin un ápice de pena me voy a mi casa dejándola atrás.

azul infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora