Capítulo 10: La Sala Que Viene y Va

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Teniendo en cuenta las circunstancias bélicas y apocalípticas que rodeaban la situación, Albus Severus Potter estaba pletórico. Se obligaba a recordar que estaba en el centro de una guerra cuyas batallas aún quedaban por librarse. Más, ¿cómo iba a respetar el decoro de los tiempos que corrían cuando todo aparentaba ser tan normal?

Había vuelto a Hogwarts. Con Alice Longbotton. Todos sus amigos estaban allí. Iba a clases. Entrenaba a Quidditch. Y no tenía ningún tipo de amenaza dentro del colegio. Era un remanso de paz que creía que no iba a volver a saborear. Alice le había advertido que era la calma antes de la tormenta. Albus lo sabía. Pero era tan fácil olvidarlo.

Alice se había convertido en su ancla al mundo real. Tal vez porque ella no estaba tan cómoda en unos pasillos que la obligaron a esconderse y huir de un Auror corrupto. Lo veía en sus ojos y en su evasión continua. Rose había conseguido distraerla con sus idas y venidas de un lado a otro del castillo -al parecer, la llegada de Alice había servido para que su prima no se saltara tantas comidas en el Gran Salón, según le informó su hermana. Scorpius Malfoy volvía ser el alma inseparable de Albus -siempre que las circunstancias lo permitieran. Era, de un modo más suave, su otra ancla a la realidad. Y tal vez Albus era lo que mantenía a Scorpius con la cabeza en sus hombros y no en las nubes tormentosas. Le había contado que su prima le estaba volviendo loco y que la exasperaba a más no poder -pero nada más, ni siquiera le contó nada a Alice. Por mucho en que Alice insistiera en que debían ayudarles a encontrar un pacto pacífico entre ellos, Albus recordaba que, pese a ser sus mejores amigos, no debían entrometerse. Y Peter Greenwood seguía siendo Greenwood.

Su otro mejor amigo vio la oportunidad estelar de celebrar el retorno de los Slytherin por todo lo alto. Hizo panfletos ocultos para los profesores y pistas para que fueran reveladas por los alumnos más avispados por todo el castillo. Era una especie de búsqueda del tesoro secreta para poder tener una invitación. Nadie le iba a quitar las ganas de Greenwood de hacer una fiesta. Con la sensatez de Scor y Albus, consiguieron que la cabeza no se le fuera del todo. Al empezar, quería hacer un baile de máscaras a lo "película de época" como él decía. "Una oportunidad única en un castillo". Después se le ocurrió la idea de una fiesta de disfraces, pero Scor se negó a que le obligara a vestirse de Luke Skywalker, pese a la gran idea de Greenwood de que él mismo sería Han Solo y Albus iría de la Princesa Leia. Albus agradecía internamente la oposición de su amigo.

Por lo que, aquella noche, Albus optó por unos vaqueros y una camiseta negra de algodón. Esperaba en la Sala Común, observando a las criaturas mágicas del Lago Negro saludarle, mientras Alice acababa de arreglarse. Ethan Binns se despidió de él. Callan Morrit le preguntó que si no iba a acudir al evento de Greenwood. Y Bella Zabini le dijo que le esperaría en la puerta, pues no quería entrar sola allá dónde seguía sin sentirse invitada.

Alice bajó las escaleras con un vestido de flores y una sudadera gris abierta. Los ojos maquillados. Y una sonrisa tímida que Albus compartió cuando se acercó a él.

-¿Y si no vamos a la fiesta? -La cogió de las muñecas y comenzó a alejarla de la puerta en dirección al interior de la habitación.

-Al...

-No es como si te perdieras nada, créeme he estado en muchas -Intentó convencerla.

Aunque sería mala idea perdérsela. Desatarían la furia de Peter Greenwood.

-¿Temes que descubra el Albus Potter intoxicado? -Se burló ella.

-¿Puede? -Suspiró Albus.

Era cierto que Albus siempre acababa un tanto... Perjudicado. Y debía reconocer que le daba vergüenza que Alice lo acabara viendo en aquel estado. Aunque dudaba que aquella noche, teniendo a Alice, estuviera tan pendiente de posar sus labios en un vaso cuando podía posarlos en ella.

La tercera generación VIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora