Capítulo 33: El Patronus

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Abrió lo ojos lentamente. 

Difuso en un inicio, su alrededor se tornó ajeno a él. Estaba confuso. No sabía dónde estaba. No sabía qué hacía allí. Era como, si por un instante, hubiera olvidado su pasado. Por un segundo, no supo quién era. 

-Lo siento, lo siento, lo siento... -Repitió varias veces una voz a su espalda. 

Se percató de que, postrado sobre un suelo que era barro, su torso estaba incorporado y ayudado de unos brazos. Su cabeza reposaba sobre la clavícula de la otra persona. Un mechón del color del fuego se posó sobre su hombro. Y, al ver el rostro de su dueña, recobró sus sentidos. Supo quién era él y supo quién era ella. 

-¿Qué...? ¿Qué ha pasado? -Logró preguntar.

La muchacha que le sostenía pareció reprimir una sonrisa. Scorpius Hyperion Malfoy deseó que no lo hiciera. 

-Te he lanzado un Desmaius -Susurró ella. El joven frunció su entrecejo. Aún desorientado. De repente, fue consciente de que, al girarse sobre ella, tenía su rostro sobre él. Ella estaba arrodillada sobre el barro. Cogiéndole por los huecos de sus brazos. Aún suprimiendo una sonrisa de clara diversión. Pese a que el momento no lo acompañaba. -No sabía que me ibas a seguir -Prosiguió Rose Weasley. -Al ver una sombra, ni lo pensé dos veces... -De nuevo, esa sonrisa torcida. No se estaba disculpando exactamente. -Te dije que no vinieras, Scorpius. 

Poco a poco, su memoria fue recobrándose. 

Un retazo de rabia subió por su estómago. Como respuesta, Rose Weasley bajó la cabeza. 

-Te dije que no te arrepentirías de tenerme -Fue la respuesta de Scorpius.

También recobró la visión al completo. No estaba dónde recordaba haber encontrado a Rose Weasley. 

Sí, el suelo era barro. Barro negro. El espacio en el que se encontraba estaba apenas iluminado por una serie de velas que habría encendido Rose Weasley antes de que él despertara. Era como una casa en un solo habitáculo. Una madera podrida recubría las paredes, jugando con la roca que ocultaba aquel lugar bajo tierra. Había muebles, un fuego en el centro y una cama. 

Durante días y días que se convertían en semanas, habían repasado toda la geografía de la isla anglosajona. Habían acudido a bibliotecas, a museos, a sitios que Scorpius Malfoy no entendía por qué iban. Y por los que su acompañante no daba ningún tipo de explicación. Habían vuelto a Londres. A escondidas, escapando del Ojo, escapando del Temple. Habían acudido a una librería  para la que Rose Weasley tenía una llave moderna. Una librería que quitó el aliento a Scorpius todo el tiempo que estuvieron allí. La colección de Miranda Goshawk. Y, de allí, fueron directos a las tierras escocesas de nuevo. A una gruta escondida en una colina. Donde Rose pidió que Scorpius la esperara fuera, más, a la hora, decidió que la acompañaría. Y, al encontrarla frente a un muro de piedra, fue aturdido por su hechizo. 

Scorpius Malfoy supo, en seguida, donde se encontraban sin necesidad de una explicación de Rose Weasley. Reconocía el trabajo en la madera de aquellos muebles. Eran de la misma especie que aquellos del despacho de Merlín en Hogwarts. Era el mismo hechizo el que los mantenía intactos. Estaban en el hogar de Merlín. Estaban en la casa del mago más poderoso de todos los tiempos. 

-Sabes donde estamos -Acertó Rose Weasley, probablemente adivinando la expresión en su rostro.

Se incorporaron. Mientras Rose se sacudía el barro de su ropa, Scorpius se había quedado observando aquel habitáculo. Asimilando la importancia de aquel momento. 

Merlín. 

El mago del que creía haber aprendido tanto aquellos últimos meses. No era el mago más poderoso sin un precio sobre su persona: la extrema soberbia. Había sido un joven, pues sus escritos y sus señales de vida se disipaban en la historia antes de que las arrugas hubieran sido prominentes en su rostro. Había sido el genio tras el Ritual. Un mago peligroso. De no ser por el ánimo de Nymue y su indudable influencia sobre él, habría acabado siendo uno de los magos más oscuros de la historia. Mucho más oscuro que Morgana. 

La tercera generación VIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora