Capítulo 26: Sobre últimas esperanzas

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Un romántico empedernido. Aquello era lo que siempre se había considerado. Seguía creyendo que lo era. No quería que fuera su debilidad. Ojalá pudiera utilizarlo como fortaleza. Los que le rodeaban lo tomaban como objeto de burla. No podía culparles. Dudaba que alguna vez hubieran conocido el amor. O eso, al menos, era lo que pensaba Louis Weasley hasta que fue conociendo mejor a Renata Driggs. 

-La próxima vez que que me envenene el desayuno... -Comenzó a decir la muchacha. Louis alzó una ceja como señal de advertencia. -No, Louis, tú no lo entiendes.

No era cierto. Lo hacía en cierta medida.

-Está protegiendo a su hermano -Consideró en voz baja Louis. 

-Está protegiendo su reputación -Bufó Renata. -La de su familia -Se cruzó de brazos en un arrebato. No debía haberlo hecho. Podría haberse despistado un solo segundo y llamar la atención de los Aurores que estaban vigilando en las entradas al Ministerio de Magia. -Tampoco es como si Avery fuera un apellido especialmente de prestigio. Es todo porque los Zabini han bajado de nivel... Esa zorra piensa que voy a... No sé qué piensa que haré -Sonaba tan exasperada como lo parecía.

-¿Podemos hablar más tarde sobre esto? -Rogó. -Estoy intentando que no nos maten.

-No lo harán... Por eso te tienen aquí en este puesto y lo sabes -Le recordó con poco tacto. 

-Tenemos un Juramento Inquebrantable, ¿recuerdas?

-Ellos lo saben -Dijo, restándole importancia. -Tan solo tenemos que apuntar los nombres de las personas que entran al Ministerio a esta hora y localizar a aquellos que pueden tener alguna conexión con el Departamento de Misterios... ¿Por qué nos han mandado la misión más aburrida?

No opinaba lo mismo. No lo diría en voz alta. Una misión de reconocimiento y de investigación era mucho más segura que una misión de ataque o defensa. Daba gracias por ser Weasley y tener el privilegio de conocer a los trabajadores del Ministerio. Su padre era rompemaldiciones y, por su trabajo, había asistido a numerosas cenas desde pequeño con personas que podían estar relacionadas con el Departamento de Misterios. El Ojo lo sabía. Lo estaba utilizando a su favor. 

Puesto que Renata Driggs estaba allí simplemente para acompañarle, entendía que podía estar frustrada. Comprendía su impotencia. El resto estaba haciendo cosas que eran más propias del Ojo.

-Lo importante es lo que haga Hunter por ti -Avisó a su amiga. 

La joven bufó. La entendía. 

Hunter Avery estaba en una situación complicada. La espada y la pared tradicionales de los sangres pura. El Slytherin estaba aparentemente enamorado de su amiga. Habían estado saliendo brevemente. Pero las sospechas de Renata de que la hermana del joven, Ann Avery, estaba intentando convencerle de que se olvidara de ella estaban fundamentadas. Lo hacía públicamente. La humillaba siempre que podía. 

Por suerte, Renata era una bruja querida en el círculo más joven del Ojo. Tras escapar de Whitehall, Derrick Collingwood la había adoptado como si se tratara de su hermana pequeña. El bruto de su generación mostraba corazón por Renata. Pese a que Louis al principio pensaba que Collingwood tenía sentimientos románticos por la joven, así como una obsesión por Alice Longbotton... Lo cierto era que parecía más bien un homosexual reprimido. E intuía que, en tanto que su carácter se había suavizado desde que el resto de jóvenes escapó de Azkaban gracias a Albus Potter, se debía a que uno de esos exiliados era el motivo por el que Collingwood se había relajado. 

-¿Y qué pretendes que haga? ¿Que declare mi amor a los cuatro vientos? -Se burló amargamente Renata. 

-No -Terció el joven con una mueca. -Eso solo te dejaría en una situación de vulnerabilidad.

La tercera generación VIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora