Capítulo 5: Amor no correspondido

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Tenía que admitir que el sitio era espectacular. Habían hecho un gran trabajo trayéndolo de nuevo a sus tiempos gloriosos.

Lo que antes habían sido un par de ruinas desérticas... Ahora era el gran castillo de Raglan. Sus altas murallas lo hacían destacar en la distancia. Unas cuantas hectáreas de bosque galés para poder sentirse en total libertad. Su color de piedra clara y su arquitectura simple hacían que radiara cierta elegancia que ninguno de sus inquilinos o fundadores tenía. Habían rescatado los jardines. Limpiado las murallas de la vegetación que amenazaba con devorar el lugar. Reconstruido lo destruido en las guerras. Pavimentado los espacios del interior. La pequeña ciudad que albergaba. Habían amueblado las diferentes estancias. Los duques de Beaufort también habían apoyado económicamente a aquello. Habían trasladado muebles de segunda mano de otros palacios de la nobleza que quería ayudar a aquellas pobres criaturas. Pobres en el sentido de escasez económica, sí.

Moonlight les prometió una recepción cuando todos se habituaran a la vida en aquel castillo. Les recordó que todos los magos habían vivido mínimo siete años en uno. No era algo tan disparatado para ellos.

-Moonlight -Le llamó Umi. -Hay alguien en la puerta.

Dejó el martillo en el suelo. Se sacudió el polvo en sus pantalones. Y siguió a Umi por el laberíntico interior del castillo. Era más pequeño que Hogwarts. Aún así, le costaba orientarse.

Por aquel momento, los inquilinos eran bastantes pocos. Moonlight, pese a dormir todas las noches en su apartamento -pues era un lugar que no quería perder por nada en el mundo, estaba allí la mayor parte del día Teddy había llevado a Remus allí en un par de ocasiones, pero tampoco dormían allí. Y James había desaparecido aquel verano. Muy pocas personas dormían allí. Umi había ocupado la primera habitación renovada. Le siguió la Auror Alice Spinnet, quien había perdido su casa en la Caída de Londres. Siguiendo ese criterio, se sumaron Bastien Lebouf y Seamus Finnigan.

Al llegar a la entrada norte del castillo, percibió los nervios de Umi. O emoción. Arrugó la frente. ¿Quién podría ser? Dominique había dejado de ir a visitarle cuando la comunidad de veelas le pidió que fuera con ellas a organizar su estrategia. Iban a venir a Inglaterra, pero debían tener un registro de cuántas eran y debían controlar sus poderes, en primer lugar. No era algo que querían hacer en un lugar recién restaurando. Teniendo en cuenta el fuego veela.

Los ojos de Moonlight se ajustaron. Vio a un hombre que perfectamente rondaba los cincuenta. Tenía una maleta al lado de su pierna derecha sobre el suelo. Cuerpo escuálido. Estatura mediana. Pelo corto. Rasgos asiáticos. Y una sonrisa afable.

-He escuchado que en este castillo acogen a licántropos... -Lo escuchó decir.

Moonlight casi se atragantó con su propia saliva.

-Eh... Esto... Sí -Le tendió la palma de la mano. -Soy Alexander Moonlight, el Alfa.

Decir aquello le hacía sentir importante. Y, cuando otro licántropo lo escuchaba, le producía cierta admiración. Pudo verlo en los ojos de aquel hombre. Sonrió de nuevo.

-También he oído que podéis convertiros... A vuestra voluntad... Que controláis al lobo... Que os convertíis en lobo... -Tartamudeó.

-Sí... Requiere mucho entrenamiento y práctica -Concedió Moonlight. -¿Eres un licántropo?

-Pero no uno de los vuestros -Se excusó con una sonrisa tímida. -Soy Ma Hyun-Shik -Se presentó con una pequeña reverencia. Moonlight asintió. -Podéis llamarme Shik -Añadió lentamente. -Y me gustaría unirme a vuestra manada.

Una energía nueva y refrescante ocupó el corazón de Moonlight.

-Por supuesto. 

 

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