Había días sueltos de enero en los que, de repente, el sol les recibía después de un oscuro diciembre. Eran días efímeros. Días en los que uno debía obligarse a sí mismo a salir al aire forestal en Raglan. Eran, además, días de descanso. Cornelia Brooks no solía creer en los descansos, sin embargo. Cuando una tarea debía finalizarse, ¿por qué prolongarla? Siempre hacía sus entregas antes de tiempo. Tal vez había sido buena alumna por aquella filosofía.
También por esa razón, aquel día de descanso en Raglan, rescató un libro que James Sirius Potter había dejado en su cuarto, La realidad Oculta: Universos paralelos y las leyes profundas del Cosmos. A la muchacha se le encogía el estómago cada vez que James le aseguraba que iban a alcanzar una solución que les beneficiara a todos. Que no supusiera el fin para Cornelia, quería decir. James se había dispuesto a encontrar una respuesta en cualquier ciencia. Incluso en la ficticia.
Pasó una de las hojas que James había doblado y sonrió al ver su desordenada caligrafía en uno de los bordes. "¿Puede el multiverso interactuar con el pasado, presente y futuro?". Cornelia frunció el ceño.
Una sombra oscureció la página y alzó la mirada, esperando encontrarse con su hermana Lola. Más la figura que obstruía la luz no era su hermana melliza en busca de entretenimiento para olvidar la condena sobre sus cabezas. No. Se trataba de una muchacha de mirada penetrante, cabello oscuro y el baúl de Hogwarts a sus pies.
-¿Coleman? -Preguntó aún sabiendo perfectamente que la joven que se alzaba ante ella era la Gryffindor con la que apenas había hablado en sus años en el castillo.
-Brooks -Dijo simplemente.
Cornelia miró a sendos lados para ver que estaban solas en uno de los claros del bosque que daban al castillo. Se aseguró de que hubiera alguien en las almenas. Sabía que Gwendoline no podía estar lejos. O que Frank Longbotton acudiría a un grito de ayuda en cuestión de segundos. Los lobos de Moonlight sería incluso más rápidos.
No obstante, se percató de que Barbara Coleman tenía la misma expresión que ella.
-Esto... ¿Estás bien?
Se sorprendió a sí msima. De todas las incógnitas que le traía el hecho de que aquella muchacha estuviera allí. En Raglan. No en Hogwarts. De que supiera dónde estaba Raglan. De que no hubiera profesores tras ella exigiéndole volver a su obligación de aprender hechizos de sexto curso en mitad de una guerra.
-Sí, perfecta.
Asintió con tanta confianza en sí misma que Cornelia tuvo que recordar que aquella era la adolescente que escribió un artículo que destrozó el autoestima de James Sirius Potter hacía años. Más allá de que era Guardiana de Hogwarts, Cornelia no conocía tanto a aquella muchacha que seguía examinándola con la mirada.
-¿Qué haces aquí? -Le cuestionó finalmente Cornelia.
-He venido a ayudarte, Brooks.
Parpadeó varias veces.
La muchacha le tendió la mano para que Cornelia se incorporara del suelo. Aceptó su mano. Más titubeó. Ladeó la cabeza, observando aquella muchacha que nunca había mostrado interés por involucrarse más de lo políticamente requerido en la guerra.
-¿Ayudarme? -Repitió.
Barbara Coleman tiró de ella.
En la misma línea de miradas, Cornelia siguió haciendo la pregunta con una interrogación en su rostro.
-Entre videntes.
Parpadeó de nuevo.
-¿Perdón?
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La tercera generación VI
FanfictionEl futuro ha venido para prevenirles de la oscuridad. Las profecías se están cumpliendo. Las estrellas auguran la destrucción del mundo tal y como lo conocen... La Tercera Generación de Hogwarts está luchando en una guerra a contrarreloj, a contrac...