Capítulo 30: El poder claroscuro de la magia

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-Rose, ¿puedo hacerte una pregunta? 

Scorpius Malfoy vio claramente la negativa en la penetrante mirada de Rose Weasley. Se mordió la boca por dentro para evitar que le saliera una genuina sonrisa. 

Desde luego, no era el mejor momento. Las pistas de Nymue los habían llevado a unas ruinas. En un bosque. Según Rose, tenían que buscar un hechizo que lo reconstruyera tal y como había estado hacía casi un milenio. 

Comenzaba a estar un poco harto del desconocimiento que le aportaba Rose Weasley. Por orden de Nymue, según ella. Era como si aquella milenaria bruja lo hubiera detestado en otra vida. Había pasado de guiarse por la curiosidad que le producía la misión de la joven Gryffindor para meterse de lleno en el motivo principal por el que se encontraba allí. Rose. 

Mientras él leía, ella buscaba entre los vestigios de lo que parecía haber sido un hogar alguna señal o, más bien, alguna runa merlinesca. 

La muchacha se llevó la mano a la frente. 

-No -Contestó.

Era la respuesta que se había ganado, después de todo. 

-¿Me odiabas de verdad? 

La pregunta la pilló por sorpresa. Su mano en su frente pasó lentamente hacia su barbilla. Se incorporó. Mirándole como si se tratara de un extraño, mientras su ceño se pronunciaba. Abrió la boca para decir algo y la cerró. 

Scorpius no dejó de contemplarla esperando una respuesta. 

Era una pregunta que llevaba días fraguando en su interior. Convivir con Rose Weasley le había dado una nueva perspectiva a tantos años conociéndola. Su dinámica siempre había sido la misma. Se desafiaban el uno al otro. Estar de acuerdo era algo utópico con ella. O, quizás, distópico. 

Se estimulaban mentalmente tanto que dudaba si Scorpius o Rose podrían haber llegado los grandes magos que eran aquel día sin la presencia del otro. 

-¿A qué te refieres? -Dijo finalmente. 

-Sabes a qué me refiero, Rose -Concedió él. Aún una sonrisa en sus labios. La cual se ensanchó cuando vio el rubor de Rose crecer en sus mejillas. -Cuando nos conocimos -Aclaró. -Los primeros años... O los siguientes...¿Me odiabas de verdad? 

-¿Qué te hace pensar que te odiaba? 

Soltó un bufido incrédulo. Le dedicó una mirada con la que pretendió recordarle cada vez que le demostró durante años que Rose Weasley odiaba a Scorpius Hyperion Malfoy con aparentes motivos. 

-¿Cuánto queda para llegar, Rose? -Había preguntado Albus Severus Potter en el compartimento de su primer viaje a Hogwarts.  

-Apenas tres horas -contestó Scorpius Malfoy en su lugar. 

-Malfoy, tengo boca y reloj -respondió ella, sonando ofendida. 

Scorpius sintió cierta fascinación por la seguridad que llevaba en sí misma Rose Weasley y quiso desafiarla. 

-Desde luego  sin boca no podrías haberte comido la mitad del carrito de las golosinas -había comentado Scorpius, ganándose instantáneamente la aprobación de su futuro mejor amigo. 

Se ganó, no obstante, el abandono de Rose Weasley. No pudo evitar sonreír con suficiencia. Quedarse prendado de aquellos cabellos rojizos que, sin aún saberlo, perseguiría durante mucho tiempo.

Mantenía aquellos recuerdos en su memoria. 

-La próxima vez que insultes a mi padre, será la última vez que alguien te dirija la palabra en esta Casa, Malfoy. No estás en posición de andar creyéndote alguien que no eres -le advirtió Rose Weasley la noche en la que tuvo que escribir a su padre que había sido elegido en Gryffindor. 

La tercera generación VIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora