Capítulo 23: Humillante Derrota

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-Vaya, la princesa nos ha dejado -observó Miss All Sunday con fingida preocupación.
-De cualquier manera, los agentes en Alubarna deberían cumplir con su deber. Los llamaré -objetó Crocodile-. Creo que tu juego ha ido demasiado lejos, Sombrero de Paja.
Luffy se reincorporó y se sacudió la arena de los pantalones.
-Ella es débil, pero trata de salvar todo cuanto puede. Nunca abandona, por lo que siempre está sufriendo. Ella quiere detener la rebelión sin ninguna muerte.
-¿Sin ninguna muerte? -reincidió Crocodile-. Hay muchos tontos débiles que no conocen lo que es una verdadera batalla. ¿Estas de acuerdo conmigo?
-Si. Pero mientras tu sigas con vida, ella peleará incluso desde la tumba. Es por eso que te detendré aquí, y ahora.
Crocodile soltó una fuerte carcajada y luego añadió:
-Es totalmente ridículo. Estás lejos de poder salvarla. Serás un buen ejemplo de que aquellos que se hacen amigos íntimos de otros...mueren por esa causa. He dejado atrás a cientos de ellos.
-Entonces...eso te hace muy estúpido -dijo Luffy, haciendo sonar sus nudillos y con una satisfactoria sonrisa en la cara.
Miss All Sunday no pudo evitar soltar una sonora risotada ante el comentario.
-¿Qué es tan divertido? -le preguntó Crocodile con el rostro ensombrecido-. ¿Acaso quieres morir, Nico Robin?
-Si es eso lo que quieres... -dijo la hermosa mujer, luego se dio media vuelta y empezó a caminar-. Pero, ¿qué pasó con la promesa de no llamarme por ese nombre?
-¿A donde vas?
-Me adelantaré a Alubarna -dijo la mujer llamada Nico Robin, después fue desapareciendo en la lejanía.
Crocodile sacó un reloj de arena de su saco, no mucho mas pequeño que su mano, y lo arrojó hacia adelante. Éste rodo hasta quedar parado a los pies de Luffy.
-Te daré tres minutos. Después no tendré tiempo para jugar contigo. ¿Algún problema?
La arena del reloj comenzó a caer.
-No. Bien por mi -respondió Luffy, posisionándose para el combate. El viento soplaba cada vez con más fuerza, ondeando la vestimenta de ambos contrincantes, y la arena del desierto se pegaba en la piel sudorosa-. ¡Pistola de goma!
El puño de goma intentó golpear el rostro del shichibukai, pero éste lo esquivó hacia un costado. Luego su rostro comenzó a dividirse en partículas de arena que siseaban con el viento. Un segundo mas tarde, y el gancho de oro avanzaba amenazador hacia el cuello de Luffy. Pero consiguió esquivarlo dando un salto hacia atrás y apoyándose en el suelo con sus manos.
-¡Sello de goma!
La base de la sandalia derecha de Luffy se estampó en la cara de Crocodile, que automáticamente se convirtió en arena. Luego se materializó nuevamente en un rostro sólido que hablaba.
-No te esfuerces, Sombrero de Paja, nunca ganarás.
-¡Metralleta de goma!
Los cientos de puños de golpeaban la arena, llenando de agujeros el cuerpo de Crocodile, que volvía a regenerar segundos mas tarde.
-¡Maldito monstruo de arena! -rugió Luffy, cargando rápidamente hacia su oponente con los brazos estirados hacia atrás.
-Nunca ganarás con esos ataques tan débiles, Sombrero de Paja Luffy -rió el shichibukai.
-¡Bazooka de goma! -gritó, al tiempo que las palmas de sus manos chocaron fuertemente contra el pecho de Crocodile. Automáticamente la arena salió despedida por detrás de su espalda, creando así un agujero en su cuerpo.
-¡Hacha de goma!
Luffy estiró su pierna derecha varios metros hacia arriba, y antes de que su enemigo logre regenerarse, bajó su pie con fuerza, asestándole un fuerte golpe que lo pulverizó por completo.
La arena debajo de su pie se convirtió en polvo, y el polvo desapareció con el viento.
-¡Estúpido cocodrilo de arena! -maldijo Luffy, pataleando en el suelo una y otra vez.
-Te dije que no funcionaría -dijo Crocodile destrás suyo-. No importa que tan fuerte luches, hombre de goma, nunca ganarás. Di...
Sus palabras se vieron interrumpidas por un golpe que desintegró su boca.
-¿Qué diablos ibas a decir?
La arena del reloj iba por la mitad.
-¿Por qué no dejamos de jugar, Sombrero de Paja? -inquirió Crocodile, una vez su boca volvió a la normalidad.
-He luchado seriamente -aseguró Luffy. Sus ojos comenzaban a mostrar signos de preocupación. No sabía como lograría golpear a su oponente si su cuerpo seguía disolviéndose.
-Tu y yo...somos piratas de ligas completamente distintas -prosiguió Crocodile mientras levantaba la palma de su mano. La arena revoloteaba a su alrededor como si fueran llamas de fuego color crema pálido-. ¡Espada del desierto!
El ataque se extendió a lo largo de la tierra como un torpedo subterráneo, corriendo a una alarmante velocidad y dejando una grieta en el relieve.
Luffy tuvo que arrojarse con todo su cuerpo hacia un costado para esquivarlo.
-¡Pero qué...! -exclamó, mirando hacia abajo del abismo-. ¡El desierto se partió a la mitad!
-Dependiendo de cómo entrenes y utilices tus poderes de la fruta del diablo...pueden llegar a ser un arma poderosa en batalla. A mi no me agradan los idiotas que se conforman con los poderes que ya tienen...ya que yo he perfeccionado los míos -continuó el shichibukai, mientras su brazo comenzaba a disolverse de nuevo-. ¡Lamentarás el haberme desafiado! ¡Girasol del desierto!
Ahora utilizó una espada de arena que clavó en la tierra, haciendo que su alrededor se hunda creando un hoyo gigante de arenas movedizas.
-¡Estoy siendo arrastrado abajo de la arena! -gritó Luffy, corriendo para evitar ser aspirado hacia adentro y enterrado vivo.
-¿Nunca has oído acerca de las arenas movedizas? Es una tumba muy conveniente ya que no necesita ataúd. La arena es arrastrada hacia un río subterráneo, el cual puedo localizar con mis poderes. No existe nadie que pueda resistir un enfrentamiento conmigo en el desierto.
Luffy tuvo que golpear con su bazooka de goma en el suelo, e impulsarse hacia el cielo para que el hoyo no lo tragara. Si no podía golpearlo, entonces tenía que capturarlo.
-¡Red de goma! -exclamó, pero sus dedos se enterraron en la arena.
Intentó nuevamente con patadas y golpes, pero el resultado era siempre el mismo: no conseguía dañarlo.
-¡Duna creciente de arena! -exclamó Crocodile. Agitó su brazo derecho hacia adelante mientras dejó un rastro de arena en forma de medialuna tras él. Atrapado el brazo derecho del chico de goma quedó en el ataque. Atrapado, seco y deshidratado. Endeble y blanco como una ramita.
-¡Ahhhhh, mi brazo! ¡Mi brazo se convirtió en una momia! -gritó con desesperación.
-Mi arena succionó toda el agua de tu brazo -señaló el shichibukai-. Quizás debería matarte sacando toda el agua de tu cuerpo.
Pero sus palabras se pusieron en su contra. Luffy tuvo la inmediata idea de buscar el pequeño barril con agua que aguardaba a unos metros de allí. Lo había dejado junto a su capa en mitad de la pelea. Succionó con fuerza de la pajilla, y su brazo volvió a la normalidad, recuperando el color y la textura.
-Ridículo -apuntó Crocodile.
-¡No es así! -dijo Luffy, dejando escapar un suspiro aliviado-. El viejo arenoso se pasó toda la noche desenterrando esta agua, ¿y sabes lo que dijo? ¡Yuba nunca será derrotada por simple arena!
Cargó otra vez contra su contrincante.
-¿Todavía quieres seguir?
-¡Bocado de goma!
Al chico de goma todavía le quedaban técnicas que utilizar. Recordando a Wapol, estiró los músculos de su mandíbula, abriendo su boca en gran tamaño. Se comió la mitad del cuerpo de su oponente, pero antes de caer de espaldas, le dio asco sentir la arena en su lengua y dientes y no tuvo mas remedio que escupirlo.
-¡Déjate de estupideces! -gruñó Crocodile, volviendo a la normalidad-. Prepárate para morir. Ya pasaron los tres minutos, te dije que no tenía tiempo para jugar contigo. ¡Tormenta de arena!
Extendió la palma de su mano hacia el cielo.

One Piece 2: ArabastaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora