Capítulo 6: Lágrimas de Gigante

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-¡Dorry, escúchame! -exclamó Vivi-. ¡No sabemos por qué ha explotado el barril!¡Por favor, cálmate!¡Si no te sientas, te desmayarás!
-Como se atreven... -susurró el gigante, respirando agitadamente-. ¡Enanos imprudentes!
A continuación, levantó su enorme espada, y luego la bajó rápidamente atacando a Luffy. El esfuerzo de levantar la pesada arma, hizo que escupiera un chorro de sangre.
Luffy logró esquivar el ataque dando un salto, y se disponía a contraatacar estirando su brazo, pero el escudo de Dorry lo golpeó con rapidez, estampándolo contra el suelo.
Pero el chico de goma no se rindió así sin más. Estiró sus brazos varios largos metros hasta sujetarse en el tronco de una árbol lejano, y antes de que el nuevo ataque de la espada gigante le cortara los brazos, se atrajo a sí mismo. El cuerpo del chico actuó como una banda elástica y pasó de largo el tronco, aún aferrado a este, y en el retroceso se impulsó como un cohete para contraatacar.
-¡Cohete de goma! -gritó Luffy, y lamentándose por dentro por lo que estaba haciendo, chocó su cabeza con todas sus fuerzas en el estómago de Dorry.

El gigante retrocedió tambaleándose, y mientras hacía un esfuerzo por no caer de espaldas, su la suela de su zapato alcanzó al chico se goma, aplastándolo

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El gigante retrocedió tambaleándose, y mientras hacía un esfuerzo por no caer de espaldas, su la suela de su zapato alcanzó al chico se goma, aplastándolo.
-Así que...tiene el poder de una fruta del diablo...enano problemático -jadeó Dorry, escupiendo sangre nuevamente. A continuación, se desplomó en el suelo con un atronador sonido.
Luffy salió del suelo donde estaba enterrado, jadeando, todo sucio y magullado.
-¿¡Luffy, estas bien!? -preguntó Vivi, corriendo a auxiliarlo.
-Este tipo es... -dijo, ignorando la pregunta y mirando al gigante, aturdido.
La princesa lo miró unos instantes y luego le devolvió su sombrero.
-Seguro, va a estar bien -lo tranquilizó-. Pero hubiera sido mejor hacerlo descansar de otra manera...
-Estoy furioso -dijo Luffy, poniéndose su sombrero-. Tenía razón. El vino...el otro gigante no hizo esto. Ninguno de mis amigos haría esto tampoco. Hay alguien más en esta isla...

El tiranosaurio rex era el predador dominante de la isla. Con sus 12 metros de longitud y su peso de 9 toneladas, su larga y pesada cola, sus miembros superiores pequeños pero fuertes, provistos de dos garras cada uno. Y lo que mas lo diferenciaba de otras especies, sus dientes. Su grandes mandíbulas contenían mas de 60 dientes, afilados como cuchillos, que medían al rededor de 30 centímetros cada uno y que utilizaba para cortar la carne y triturar los huesos.
Se encontraba buscando comida en esos momentos, y su instinto animal le decía que la encontraría dentro de ese extraño bloque de cera, que simulaba una pequeña casa. Una pequeña casa que no combinaba para nada con el ambiente selvático a su alrededor.
Sabía que encontraría a su presa en el interior, pero cuando se dispuso a morder la cera, asombrosamente sus dientes estallaron como cristales, violentamente.
-Sal del camino, puto lagarto -se escuchó que decía una voz masculina.
-Déjamelo a mi -intervino otra voz, una voz femenina-. ¡Presa de 10 mil kilos!
Miss Valentine cayó con todo el peso de su cuerpo sobre la cabeza del predador, aplastando su cráneo contra el suelo y dejando un cráter en el mismo.
Luego cerró su paraguas, y junto con Mr. 5, se adentraron ambos en el bloque de cera por una puerta que había en éste.
-Así que están de vuelta... -les dijo Mr. 3 al verlos entrar y cerrar la puerta.
Este se encontraba sentado cómodamente tomando té, como de costumbre, frente a una pequeña mesa con mantel.
Miss Goldenweek estaba sentada a un lado comiendo galletas.
-Que buen poder tienes...una casa instantánea en la jungla -observó Mr. 5, con las manos en los bolsillos de su gabardina-. Ya sabes, aún estamos cumpliendo las órdenes que nos mandaron. Por favor, no se metan.
-No fallaremos de nuevo -añadió Miss Valentine.
-Ustedes son débiles -dijo Mr. 3 de repente.
-¡No estábamos preparados, no sabíamos que la princesa tuviera escolta! -exclamó Miss Valentine.
-¿Que no lo sabían? Excusas de niños. Somos profesionales. Perder contra el enemigo es un crimen que revela nuestra existencia al mundo. Nuestras órdenes deben cumplirse perfectamente. Me uniré a ustedes en su deber de acabar con la gente a la que persiguen, entonces compartiremos la gloria de nuestra victoria. Y si no se unen a mi...los mataré a los dos aquí mismo.
Mr. 5 y Miss Valentine miraron con desconfianza a su superior unos instantes, pero éste reaunudó su charla con un tono mas amistoso ésta vez.
-No se enfaden, tomen algo de té -los tranquilizó, sirviendo té en dos tazas-. Esta es su oportunidad. Hay un gran objetivo que cumplir en esta isla, y no puede hacerlo uno solo. Seguro que lo habrán visto viniendo hacia aquí.
-¿Objetivo? -preguntó Mr. 5.
-Mira esta noticia. Me sorprendí mucho y quiero agradecerles por darme la oportunidad de venir a esta isla.
A continuación, Mr. 3 dejó sobre la mesa dos carteles de recompensa; uno con el rostro de Dorry, y otro con el de Brogy. El papel estaba sucio y arrugado.
-Estas son recompensas de hace cien años. Hace mucho hubo una banda de gigantes que partieron al mar, quemando ciudad tras ciudad, haciendo temblar al mundo de miedo...se hacían llamar "Los Piratas Gigantes". Y dos de los más peligrosos, que liberaban la banda, son los de esta isla. Sus nombres eran "Dorry el ogro azul", y "Brogy el ogro rojo", son auténticas leyendas...pero siguen vivos, en esta isla en la que estamos. Y el precio que tenían por sus cabezas no ha cambiado desde entonces, cien millones por un gigante, y doscientos por ambos.
-¿¡Doscientos millones!? -exclamó Mr. 5.
-Ahora sabes de lo que hablo. Si completamos nuestro deber y encima traemos sus cabezas, seguramente podamos ascender todos nosotros.
-Entonces tu fuiste el que puso la bomba en el vino...
-Correcto -admitió Mr. 3-. No podemos ganar si simplemente atacamos. Lo único que tienen que hacer es obedecerme. Mientras haya un plan, se puede superar a cualquier montaña.

One Piece 2: ArabastaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora