Epílogo: La Séptima

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-Los marinos dejaron de perseguirnos -observó Zoro-. Parece que los hemos perdido... oigan, ¿qué pasa con ustedes?
Chopper, Nami, Sanji, Luffy y Usopp, estaban recostados sobre el pasillo que dirigía hacia la cocina. Sus cabezas colgaban entre los espacios de los balaustres del barandal. Y al parecer, estaban todos muy deprimidos.
-¡La extrañamos! -se quejaron todos al unísono.
Zoro, que estaba abajo, en la cubierta, respondió:
-¡Por dios, ya dejen de llorar! ¡Sabía que deberíamos haberla arrastrado a bordo!
-¡Eres un bárbaro! -Chopper.
-¡Eres despreciable! -Nami.
-Cabeza de musgo -Sanji.
-Santoryu -Luffy.
-Oye, Luffy, eso no es un insulto -le explicó Usopp.
-Yontoryu...
-¡Sigue sin ser un insulto, sólo agregaste una espada!
-Ya, sólo me preocupé porque estaban llorando -se excusó el espadachín.
Y de pronto, sucedió algo que sorprendió a todos.
La puerta de la cabina se abrió, y Nico Robin salió detrás de ella, con una de las camisas de Nami.
-Buen trabajo, por fin estamos en el mar...
-¿Vienes a vengarte? -inquirió Zoro, a punto de desenvainar una de sus tres espadas.
-¿Por qué estás aquí? -Nami se agarró la cabeza.
-¡Enemigo a bordo! -empezó a alertar Usopp con un megáfono.
-¡Que bellísima mujer! -exclamó Sanji.
Chopper se escondió detrás del mástil, al revés como siempre hacía, preguntándose quién era ella.
En cuanto a Luffy, inesperadamente, mantuvo la calma.
-Oye, ¿qué no estabas muerta?
-Ya les dije una vez que no apunten hacia mí esas cosas tan peligrosas -dijo la mujer con calma, y a continuación despojó a Zoro y a Nami de sus armas, utilizando sus poderosas manos. Luego se acercó a una mesa que estaba sobre la cubierta y se sentó en el sillón.
-¿Cuándo abordaste el barco? -la interrogó la navegante.
-Estuve aquí todo el tiempo, en la cabina. Leí un libro, tomé un baño, y tomé prestada esta ropa.
-¿¡Qué haces aquí Baroque Works!? -rugió Nami, pero la mujer la ignoró, y se enfrentó directamente al capitán.
-Monkey D. Luffy... ¿acaso ya olvidaste lo que me hiciste?
Sanji lo sujetó de sus ropas y comenzó a zarandearlo.
-¿¡Qué le hiciste a esta hermosa dama, Luffy!?
Usopp seguía gritando por el megáfono.
-¡Por favor, abandona el barco!
-¡Oye, no mientas! -exclamó Luffy, mientras el cocinero lo seguía zamarreando-. Yo no te he hecho nada.
-Lo recuerdo perfectamente -continuó la mujer-. Tu deberías hacerte responsable.
-Esto es muy extraño, ¿qué es lo que quieres?
-Deja que me una a tu tripulación.
Entonces Nico Robin se dispuso a contar lo que había sucedido, tras derrotar a Crocodile, en mitad del derrumbe. Cuando ella le dió el antídoto del veneno de escorpión a Cobra, para que se lo aplique a Luffy.

El rey le hacía beber la cura al chico de goma, y al mismo tiempo miró fijamente a la mujer.
-Tú... le mentiste. Sé que en esa piedra no está la historia del país escrita... ahí se describe el arma y su localización. ¿Por qué lo hiciste?
-A mí no me importa si este país prospera o se arruina... desde el principio, nunca pensé en entregarle el arma a Crocodile.
-No te comprendo... ¿entonces por qué has venido hasta aquí?
-Las esperanzas y las expectativas son completamente distintas. Siempre he buscado el "Río Poneglyph". Por todo el mundo están dispersas estas piedras, pero sólo una contiene la verdadera historia.
-No comprendo, ¿qué es eso de la verdadera historia?
La mujer cerró los ojos y las lágrimas comenzaron a caer lentamente de éstos.
-Olvídalo... ya hace veinte años que comencé la búsqueda. Aquí estaba mi última esperanza... pero sólo fue otro fracaso. Morir aquí sería algo apropiado para mí. Vivir de ésta forma me ha dejado muy agotada. Sólo quería conocer la historia... pero hay muchos enemigos que impiden hacer realidad mi sueño.
-Déjame preguntarte algo... ¿de verdad... se puede saber la historia que nunca se ha contado? ¿Entonces por qué...?
-Muy bien... ¡nos vamos! -dijo de pronto Luffy, y se cargó al rey y a la mujer a sus hombros.
-¡Espera! ¡Ya no tengo ninguna razón para vivir, déjame aquí!
-¿Por qué debería escucharte?

-Tú me hiciste continuar cuando yo quería morir, ese es tu crímen -terminó de relatar Robin-. Además, no tengo ningún otro sitio donde ir, así que déjame quedarme en este barco.
-Oh, ya veo -dijo el capitán-. Entonces no tengo otra alternativa. De acuerdo.
-¡Luffy! -gritaron todos al mismo tiempo.
-No se preocupen, ella no es tan mala como piensan.
Lo que siguió después, fue un interrogatorio de los demás integrantes de la banda, para que la mujer se gane su confianza.
-Comencé en la arqueología a los ocho años -explicó Robin-. A esa edad, mi cabeza ya tenía un precio.
-¿Arqueología? -reincidió Usopp, quien estaba sentado frente a ella en una mesa, y escribía con un lápiz en un block de notas.
-La arqueología es la tradición en mi familia. Durante veinte años he sido perseguida por el gobierno. Siendo una niña, no podía sobrevivir sola en el mar, por lo que tuve que seguir a varios criminales. Gracias a eso, se me dan muy bien las cosas furtivas, seguro les seré de gran ayuda.
-Mhmm... y ya que estamos en confianza, ¿tienes alguna otra especialidad?
Ella sonrió con malicia antes de responder:
-Asesinato.
-¡Luffy, de acuerdo con mis investigaciones, he llegado a la conclusión de que esta mujer es muy peligrosa!
Pero Luffy no le estaba prestando atención, sino que jugaban junto a Chopper; dos manos que salían del piso de la cubierta les hacían cosquillas y éstos reían a carcajadas.
-¡Oigan, ustedes son los jurados!
-Inútiles sin memoria -intervino Nami-. Yo aún recuerdo que eras la vicepresidenta de una organización criminal, la mano derecha de Crocodile. Podrás engañar a Luffy y a los demás, pero no a mí. Si veo algo sospechoso, me encargaré de eliminarte.
-Lo tendré en mente -sonrió Robin, y a continuación sacó de su bolsillo una pequeña bolsa negra y la apoyó sobre la mesa-. En ese caso, no sé que haré con estas joyas que le robé a Crocodile.
Nami corrió hacia ella y la abrazó automáticamente.
-¡Ah, te amo hermana mayor, gracias!
Sanji abrió la puerta de la cocina de una patada, y salió con un plato de pastel, y con una taza de té. Luego bajó las escaleras cantando y danzando.
-¡El amor! ¡El amor fluye como la corriente del agua, pero yo no soy más que un tronco ennegrecido que va a la deriva! ¡Arrollado por la luz que me has enviado, por una cascada caeré... toma, una pequeña merienda!
-Oh, muchas gracias -sonrió Robin.
-Parece que somos los únicos que quedamos -afirmó Zoro.
-Estos chicos necesitan que alguien los cuide -coincidió el francotirador.
-¡Oye, Usopp! -dijo Luffy.
Y cuando volteó, se encontró a Luffy haciendo una increíble imitación del doctor.
-¡Soy Chopper! -exclamó, poniendo las manos mágicas de Robin a los lados de su cabeza, simulando una cornamenta.
En seguida los tres empezaron a reír a carcajadas en el piso.

En seguida los tres empezaron a reír a carcajadas en el piso

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Y Zoro supo que había perdido. Fue el único que aún seguía desconfiado.
Más tarde, cuando se encontraba en popa mirando el océano, Nico Robin se acercó a él.
-Esto no está nada mal, ¿ellos siempre son así de alegres?
-Si, la verdad es que siempre son así...
-Ya veo... -sonrió ella.
Pero su sonrisa no hizo que el espadachín confiara. Así y todo, Robin continuó con ellos a bordo del Merry, convirtiéndose en la séptima integrante de la tripulación.

One Piece 2: ArabastaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora