Capítulo 3: Baroque Works

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-¡Mátenlo! -ordenó Mr 8.
Pero en ese momento, Zoro desapareció del tejado.
-¡No está!¿A donde ha ido? -preguntó Mr 9, buscándolo con la mirada.
De hecho, todos los cazarecompensas se pusieron a buscarlo por todas partes con la mirada.
-Muy bien, ¿empezamos? -preguntó Zoro, ubicado detrás de Mr. 9, en medio de todo el tumulto.
Algunos cazarecompensas, los que rodeaban al espadachín, se dieron vuelta y lo apuntaron con sus armas de fuego.
-¡Te arrepentirás de esto, maldito!¡Disparen!
《Bang Bang Bang Bang Bang》
Pues no eran muy inteligentes que digamos, pues Zoro desapareció de allí con su increíble velocidad, y se dispararon entre ellos.
-¡Idiotas! -rugió Mr. 8.
-¡Desapareció de nuevo, es muy rápido!
-¡Acaben con el, sólo es un espadachín! -rugió nuevamente el alcalde.
Pero de pronto, Zoro apareció detrás de él, amenazándolo con el filo de la espada en el cuello.
-Deja que te pregunte algo...¿quieres que pare de añadir tumbas a las montañas?
-¡Ahí está! -dijeron algunos, apuntando con sus pistolas.
-¡No, no disparen, me van a dar a mí! -chilló Mr. 8, pero a continuación actuó rápidamente. Se dió media vuelta, y atacó con su saxofón. Cuando sopló en su boquilla, el saxofón disparó una ráfaga de balas, como si fuese una escopeta gigante. 
Afortunadamente, Zoro desapareció haciendo uso de su buena rapidez, y las balas acabaron con algunos cazarecompensas.
-Parece que de este nos vamos a tener que encargar nosotros -exclamó Miss Monday, haciendo sonar sus nudillos.
-Uff, eso fue peligroso -dijo Zoro, escondido, apoyándose en la puerta de una de las casas.
-¿De verdad quería acabar con todos nosotros el solo? -preguntó Miss Wednesday.
-No sólo eso, sino que además conoce a Baroque Works -agregó Mr. 9.
-Creo que esta es una buena oportunidad para probar las nuevas espadas, puede ser divertido después de todo... -dijo Zoro.
-¡Hyajaja, te encontré! -se escuchó de pronto.
Cuando miró hacia arriba, un pistolero estaba de pie en el borde del tejado, apuntándole.
《¡Bang!》
Zoro se adentró en la casa, empujando la puerta con la espalda, un segundo antes de que dispare. Varios pistoleros mas se acercaron a la puerta y a las ventanas, y comenzaron a disparar. Por suerte, antes de que los gatillos se jalen, Zoro derrumbó una mesa circular de una patada y la utilizó como escudo. Durante un minuto, sólo se escuchó el sonido de la aturdidora balacera. Al final, la pobre casa quedó llena llena de agujeros.
-Primero...Yubashiri -susurró, desenfundando.
El espadichín lanzó una potente estocada, que partió en dos la pequeña mesa, y causó una ráfaga de viento que hizo que los pistoleros se cubrieran sus rostros. Luego, aprovechó la distracción para correr y arrastrarse debajo de las piernas de uno de ellos, tan sólo en una fracción de segundo.

Los pistoleros se quedaron unos segundos mirándose entre ellos, confusos, buscando heridas en sus cuerpos; cuando de un momento a otro, cayeron al piso salpicando sangre, con grandes cortes en sus pechos

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Los pistoleros se quedaron unos segundos mirándose entre ellos, confusos, buscando heridas en sus cuerpos; cuando de un momento a otro, cayeron al piso salpicando sangre, con grandes cortes en sus pechos.
-¡Que ligera! Y muy buen filo... -comentó, mirando su nueva espada con una sonrisa.
-¡Allí está!
-¡Vaya, me han visto!
De pronto, corrió y comenzó a subir una escalera que llevaba hacia un tejado.
-¡Va hacia la azotea, síganlo!
Cuando estuvo a punto de llegar a lo alto de la escalera, vió un enorme agujero oscuro que le apuntaba en el rostro.
-¡Bienvenido!
《¡BOOM!》
La bala de la bazooka terminó por explotar en la casa de enfrente, pues Zoro había agachado la cabeza un segundo antes.
-Ha faltado poco...
-¡Ya no puedes escapar! -exclamaron cuatro cazarecompensas, que se acercaban por la azotea con sables en sus manos.
-¡Toma esto! -gritó Miss Monday, desde la azotea de enfrente, y le lanzó al espadachín un enorme barril que cargaba con sus musculosos brazos.
《¡Shinnn!》
El barril se partió en 4, golpeando a los 4 atacantes que corrían hacia el, y derramando el líquido en su interior.
-Oh, vaya...que desperdicio de cerveza.
-¡Malditoooooo!
Una enorme maza de piedra amenazaba con aplastarle el cráneo desde atrás, pero Zoro desenfundó la Sandai Kitetsu en un hábil giro, cortando por completo la maza.
-¡Corta piedras! -exclamó, mirando su nueva espada, y dándole un corte en el cuello al portador de la maza con la otra-. ¡Esta Sandai Kitetsu está muy afilada! Dicen que las Meitou pueden cortar lo que quiera su poseedor, ésta me traerá problemas.
Una nueva amenaza intentó atacarlo por detrás. Era una navaja, que alejó fácilmente con un golpe de espada. Su portador resultó ser un niño, que lo miró asustado y se cubrió con los brazos al verlo de frente.
-Oh, protección divina... -dijo una monja que salió corriendo a abrazar al niño, cuando de pronto, sacó su rosario del interior de sus ropas y el crucifijo disparó una nube de humo-. ¡Ceguera protectora de dios!
La monja aprovechó la nube de humo para sacar una larga espada, y el niño, una pistola.
-Esos trucos sólo funcionan con gente de corazón mas débil -dijo Zoro detrás de ellos, y acontinuación, los golpeó con el mango de una de las espadas en la cabeza.
El dúo terminó desmayado en el piso, pero otros cazarecompensas aparecieron en la azotea con pistolas y espadas, por lo que Zoro corrió hacia una nueva escalera que llevaba a otra azotea.
-¡A por él, va otra vez hacia arriba! -gritaron, y luego lo siguieron de cerca, subiendo por la escalera también-. ¡Ya no tienes a donde ir!
Pero cuando Zoro llegó a la cima, agarró los bordes de la escalera, y la empujó hacia atrás, logrando que todos los tipos cayeran y se desplomaran en el techo de abajo.
Luego tomó impulso, corrrió y saltó hacia la azotea de enfrente, mientras las balas de los hombres de abajo lo rozaban.
-¡Está saltando al otro edificio!
Los hombres que lo esperaban en frente, lo apuntaban con la intención de dispararle.
-¡Abran fuego!
-¡Ola de Águila! -gritó, y con la con la Sandai Kitetsu, creó una onda de aire que cortó a todos los oponentes.
Otro grupo de hombres saltaron desde arriba suyo, con puñales y garras, pero él se tomó su tiempo para realizar con la espada una circunferencia al rededor suyo en el piso del techo.
-Cuidado, he hecho un buen agujero ahí -dijo, alejándose tranquilamente; y los hombres, al aterrizar en el círculo que había hecho, terminaron por caer en el interior de la casa.
Otra amenaza apareció detrás suyo: Miss Monday, saltando sobre él como un lobo atacando a su presa. Cargaba con un gran trozo de la escalera de madera, e iba a azotársela por la espalda.
《¡Crash!》
La escalera acabó por partirse en pedazos contra la pared.
-¡Uff por poco! -exclamó Zoro, que tuvo que arrojarse al piso para esquivarla.
Pero quizás eso fue un grave error. Miss Monday se puso una manopla de acero en sus dedos. Lo agarró por el cuello con una mano, impidiéndole moverse, y con la otra le incrustó la manopla en la cara en un poderoso golpe que agrietó el techo debajo.
Mr. 8 sonrió desde abajo, al ver ese poderoso golpe.
-Ya lo tenemos. Que pedr...cof...Ma~Maaa, que pérdida de tiempo.
-¡Aaaaaaahh! -un grito femenino de dolor se escuchó de repente.
-¡Miss Monday!¿¡Qué...!?
Zoro le agarraba la cara con una mano, aplastándole el cráneo y triturándole los huesos. Ella intentaba sacarse con todas sus fuerzas el brazo del espadachín, pero éste no cedía.
-¿Que ha pasado ahora con tu fuerza?¿No querías desafiarme? -se burló Zoro, mientras la sangre resbalaba por su frente, lo que le generaba un aspecto de demonio.
Al final la mujer perdió el conocimiento, y la desplomó en el piso, dándole un empujón.
-¡Miss Monday ha perdido en fuerza, no puedo creerlo! -exclamaron los cazarecompensas.
-¿Seguimos, Baroque Works? No se olviden que luchar no es lo mismo que jugar -se mofó Zoro, lamiendo la sangre que tocaba sus labios.
-Es culpa de los marines, ahora lo entiendo, debieron equivocarse con los carteles -dijo Mr. 8.
-Si fuera él quien vale 30 millones de berries, tendría sentido, ¿será el capitán de verdad? -se preguntó Mr. 9.
-Si es así, y él es el capitán, debemos actuar en consecuencia -dijo Miss Wednesday-. Ya me parecía raro que un niño tan feliz tuviera una recompensa de 30 millones.
Zoro se acercó al borde de la terraza, mientras observaba a los tres integrantes de Baroque Works que quedaban. Los otros pocos sobrevivientes, seguramente habían huído, pues sólo se encontraban ellos tres.
-Vaya desgracia -exclamó Mr. 8, con disconformidad-. El jefe nos confió esta ciudad, y hemos perdido contra un solo espadachín pirata. Ahora eso es un problema de responsabilidad.
Acto seguido, se llevó el saxofón a la boca y disparó. Zoro tuvo que saltar hacia atrás para esquivar las balas, que dieron en el borde de la terraza, salpicando restos de cemento.
-¡Vamos, Miss Wednesday! -exclamó Mr. 9, y realizando grandes saltos acrobáticos, trepó hasta la azotea.
-¡Ven aquí, Carue! -exclamó Miss Wednesday, llevándose el dedo meñique a la boca para silbar.
Carue era la mascota de Miss Wednesday. Era un pato gigante, (aproximadamente del tamaño de un avestruz), de color amarillo anaranjado. Su pico era negro y naranja y tenía una cola negra. Carue llevaba una especie de sombrero de piloto azul y un pequeño barril de bebida colgado al cuello. También tenía una silla de montar, y una correa ajustada al pico.
-¡Quaaaaaaack! -graznó Carue, levantando el ala, a unos metros de su dueña.
-¡He dicho que vengas, no que que levantes el ala!
El pato entendió las palabras de la chica y corrió hacia ella, aunque no parecía ser muy inteligente que digamos.
-¡Muy bien, observa esto, espadachín!¡Es mas rápido que un leopardo! -exclamó Miss Wednesday, montando encima de Carue.
-¡Quaaaaaaack! -graznó el pato, y acto seguido, se sentó.
-¿¡Quién te ha dicho que te sientes!?
-¿Pero qué mierda es esta? -preguntó Zoro, viendo los intentos inútiles y ridículos de la chica.
-¿Seguro que puedes seguir a un tipo como yo? -le preguntó Mr. 9 detras suyo, con un par de bates de acero, uno en cada mano.
A continuación, realizó un par de veloces volteretas hacia el espadachín, y lo atacó con uno de los bates. El metal de la espada chocó con el metal del bate, y luego el cazarecompensas terminó dando un gran salto, hasta ubicarse detrás del pirata.
-¿Que pasa?¿No te puedes mover del miedo? -preguntó Mr. 9.
El espadachín, poco impresionado, lo apuntó con la Sandai Kitetsu en el rostro. Esto comenzó una serie de violentos ataques por parte del cazarecompensas, que Zoro desviaba fácilmente con su espada. A pesar de que los bates de acero eran los que atacaban, era Mr. 9 el que retrocedía.
-¿Que le pasó a tus habilidades acrobáticas? -rió Zoro, mientras caminaba lentamente con la espada en alto.
-¡Si de verdad quieres verlas, ahora te las enseñaré! -exclamó Mr. 9, y de repente, dio un gran salto hacia atrás. Pero ya habían llegado al borde de la azotea, y terminó por caer y hacerse trizas contra el suelo.
-Uno menos. ¿No hay alguien más fuerte con quien luchar? -preguntó el espadachín, frustrado.
-¡Algo mejor, esa soy yo! -exclamó Miss Wednesday, que hacía su aparición detrás suyo, parada encima de la silla de montar del pato-. ¡Prepárate a morir, Sr. Samurái! Fíjate bien en mi cuerpo...esta es, ¡la danza hipnotizadora!
A continuación, la chica realizó un baile exótico con su cuerpo. Esto provocó que su oponente se maree, por el zarandeante y sensual movimiento de los círculos espiralados de su vestido. Zoro terminó por caer de rodillas, hipnotizado.
-Y ahora, para acabar... -dijo ella, sacando unas pequeñas joyas afiladas en la punta de un hilo-. ¡Cuchillas de Pavo Real!
Se ató el hilo a su meñique izquierdo, y comenzó a girar la cuchilla, lo que recordaba a las puntas de las plumas de las colas de los pavos reales. Luego se sentó en la silla de montar, y ordenó al pato que corriera por el costado derecho del espadachín. Si lograba pasar por su costado, le rebanaría la cabeza al espadachín, y finalmente terminaría con la pelea. Pero el estúpido pato, pasó por el costado izquierdo de Zoro, y la cuchilla no rebanó mas que aire.
-¡¡No, por el otro lado!! -gruñó Miss Wednesday, pegándole en la cabeza al pato. Luego pasaron de largo, y terminaron por caer de la azotea, al igual que Mr. 9.

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