Vale, estaba casi segura de que me había quedado con todos y cada uno de los detalles que Max me había estado explicando durante toda la mañana.
Aunque había varias máquinas fotocopiadoras, una de ellas, que era la que más se usaba, tenía cierto truco para no jorobar las copias y que el papel quedase atascado en su interior. Era algo parecido a como cuando ponías un videojuego en una consola antigua y, antes de meter el cartucho, tenías que soplar donde tenía las conexiones para que este funcionase. Al menos así me lo había explicado Max. También me había guiado por el maravilloso mundo del almacenaje de la empresa; cajones llenos de pequeños departamentos en los que se separaban las gomas de borrar, las cajas de clips, chinchetas, grapas, anillas... Además, por supuesto, de las fundas de plástico, sobres, carpetas, archivadores y botes varios llenos de bolígrafos divididos por colores. Hasta verdes tenían. Aquello era como una papelería pero a lo grande; demasiado grande a decir verdad, porque aunque por un lado estaban los armarios donde tenía preparado el material que me fuesen pidiendo mis compañeros de trabajo, también existía el almacenaje reserva que tenía que mantener vigilado para que nunca, por nada del mundo, se quedase sin existencias.
Y ahí era donde entraba el famoso programa de pedidos.
Eso era con lo único que no me había quedado del todo claro, aunque por la manera que había empleado Max a la hora de explicarme su manejo, estaba completamente segura de que el problema no era de la dificultad de manejarlo o de que yo fuese totalmente nula en cuanto a los conocimientos necesarios para usarlo, sino más bien que mi interés y atención estaban centrados en otra cosa diferente. En alguien diferente, para ser más exactos.
Nuestras miradas se habían cruzado en más de una ocasión, y con esto no me refiero a mirarnos mientras hablamos; vaya panda de tontos del culo seríamos si hablásemos entre nosotros mirando a la pared. Cuando digo que nuestras miradas se habían cruzado en más de una ocasión me refería al hecho de haber compartido momentos cómplices, sonrisas, gestos íntimos... Y no íntimos sexuales, que os veo venir y fijo que no soy la única mal pensada que habita el mundo, sino íntimos de cercanos.
Cada vez tenía más claro que Max me gustaba, ¡vaya si me gustaba!
Afortunadamente para mí y mi nuevo desempeño laboral, durante toda la mañana nuestra complicidad no fue lo único que ocupó mi tiempo. Además de hacerme una pequeña chuleta con el lugar en donde se encontraba cada cosa y los pasos a seguir para cada maquinaria, también había realizado alguna que otra prueba práctica con la ayuda de Max. Y ese momento sí que fue divertido, tanto, que hizo que el resto de la mañana pasase volando.
Había imitado, o intentado imitar, a parte de sus compañeros de plantilla o, mejor dicho, a parte de nuestros compañeros de plantilla. Con cada uno de ellos me había pedido algo diferente: un bolígrafo, una carpeta, una fotocopia de un archivo importante que necesitaba con extrema urgencia para esa mañana... Y, para mi sorpresa, había logrado tramitar todos los pedidos sin liarla parda o dudar demasiado a la hora de abrir el cajón indicado. Incluso conseguí realizar la copia del informe con increíble éxito. Y sí, el increíble éxito era precisamente que no se me quedase atascado en el interior y tuviese que tirar de sus habilidades de manitas para abrir la tapa que daba acceso al interior de la fotocopiadora y resolver el desaguisado.
Había superado el examen teórico y práctico de mi nuevo empleo con una media de ocho. Los dos puntos hasta llegar hasta diez mejor era no ponérmelos, porque era muy capaz de hacerme la cabeza un lío en cuanto tuviese la oportunidad de abrir la ventana para atender los pedidos de reprografía.
Cuando se hizo la hora de comer, alguien tocó la puerta de la sala y yo me acerqué a abrir más nerviosa de lo que en un primer momento creí estar. ¿Era el primer compañero de trabajo que se lanzaba a llamar a la puerta de la nueva? ¿Mi jefe que venía a echarme antes de empezar? ¿O era Miriam que venía a recoger los papeles que no había leído, firmado ni llevado a su despacho, a pesar de haberle dicho que lo haría a lo largo de la mañana? Pues ni lo primero, ni lo segundo, ni lo tercero.
ESTÁS LEYENDO
Soy Diferente© [COMPLETA]
ChickLitA raíz del trágico fallecimiento de sus padres en un accidente de coche, Alex tiene que lidiar con la pérdida emocional mudándose a la gran ciudad y dejando atrás el pequeño pueblo donde ha vivido toda su vida. Junto a su amiga de la infancia Estefa...