Séptimo Cambio II

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─¿Seguro que no te puedes quedar un rato más? Te aseguro que soy bueno cocinando; vale, más bien decente, pero puedo pedir comida china si no te fías de que no queme la cena. 

La sonrisa de Max se dibujó en sus labios en una mueca divertida que hizo que me contagiándome con ella. Ajusté los tirantes del mono y le pedí si podía subirme la cremallera de la espalda; él se colocó a mi espalda y la subió sin rechistar, acariciando con mimo mi cintura.

─¿Eres decente cocinando? Oh, vaya. Entonces no puedo perderme probar tu plato estrella un día de estos.

─No tengo plato estrella, pero soy muy bueno haciendo tortilla de patatas.

─Oh, por favor ─coloqué una mano en mi pecho y cerré los ojos exagerando un enamoramiento repentino─, creo que ya me has ganado para siempre.

Ambos reímos. Me coloqué los zapatos y él la camiseta.

─Me encantaría quedarme, pero Miriam sale dentro de media hora y queremos ir a por ella al centro comunitario

─Cierto.

El silencio de Max justo después de eso, me hizo girarme curiosa para observar su gesto. No sabía por qué pero, siempre que salía el tema de Miriam desde la noche en la que la sacamos de su apartamento, él reaccionaba distanciándose al tema, como si  por algún motivo quisiera pasar de puntillas sobre él. 

No es que no se preocupase por Miriam, de hecho todo lo contrario. Había estado bombardeando desde esa noche el grupo de whatsapp con mensajes preguntando qué tal estaba y con charlas variadas para distraerla. Pero estaba claro que no se sentía cómodo hablando de Víctor y de lo que ella había sufrido.

─¿Puedo... preguntarte algo? ─dije curiosa intentando descifrar su expresión.

─Claro ─sonrió, cambiando su gesto, y apartó un mechón de mi cabello hacia detrás de mi oreja.

─¿Qué te pasa con todo esto de Miri? ¿Hay algo que yo deba saber? ─Max se puso automáticamente en guardia de nuevo, como todas y cada una de las veces anteriores─. A eso me refiero. ¿Está todo bien?

Esquivó mi mirada y caminó hasta su frigorífico, abrió el congelador y sacó el pack de cervezas que había metido allí cuando llegué al apartamento. Con dos botellines abiertos, uno de ellos dejado sobre la mesita para que pudiera cogerlo yo, se sentó en el sofá y dio un trago al suyo para luego centrar los ojos en el cristal del mismo.

─Supongo que me ha traído recuerdos que esperaba no despertar nunca. Lo que le ha ocurrido a Miriam lo viví cuando era pequeño. 

Al principio no entendí lo que quiso decirme, a veces soy algo lenta sacando conclusiones aunque creo que a estas alturas no sorprenderé a nadie diciéndolo, pero poco después mi cabeza comenzó a realizar conexiones entre momentos que había vivido con Max: la conversación frente al mural de su barrio en la que me habló de su madre pero no de su padre ni de la relación que ambos mantienen, cuando me dijo que sus padres estaban divorciados, su reacción cuando vio a Miriam llena de moratones...

─¿Tu padre? ─pregunté y alzó la mirada─. ¿Él... pegaba a tu madre?

Max asintió sin afirmar nada a plena voz y yo no supe muy bien cómo reaccionar a aquello. En ese momento entendí muchas cosas que se me habían escapado por completo.

─¿Por eso te quedaste petrificado la otra noche cuando ocurrió todo?

─Sí. Fue como revivir aquello de nuevo. 

Dio un nuevo trago a la cerveza y yo hice lo mismo con la mía, posando mi mano libre sobre la suya animándole a hablar de ello y a abrirse conmigo. En realidad no tenía ni idea de si aquello que me estaba contando ya lo sabía el resto del grupo, o de si yo era la primera persona a la que confesaba esa parte de su pasado, pero independientemente de cuál de las dos opciones fuese la real, sabía que aquello estaba siendo muy duro para él.

Soy Diferente© [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora