Segundo Cambio I

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Las calles centrales de la ciudad donde se encontraban las tiendas y comercios más visitados estaban a rebosar. No cabía ni un alma; bueno, casi. A través de los escaparates podía ver el interior de cada local y tenía pinta de ser toda una locura, y no hay nada que me guste menos que los agobios y los sitios donde tienes que ir sorteando a los demás para llegar hasta donde quieres. Me pone de mala leche, lo confieso. De hecho, a Tefi siempre le ha gustado ir a comprar y yo lo odiaba con todas mis fuerzas. Hacía el ánimo por acompañarla y ayudarla a elegir, porque indecisa es un rato, pero no era el modo de pasar la tarde más deseado para mí. Sobre todo si se trataba de ropa...

En el pueblo no es que hubiese mucho dónde elegir. Es un sitio pequeño, con gente trabajadora que se dedica mayoritariamente a tareas de campo, y con una media de edad bastante alta; ¿qué supone eso? Muy fácil. Las tiendas de textiles se resumen en una mercería y una tienda de ropa que presumía sus diseños en el escaparate, pero que el público al que iban dirigidos me doblaban la edad. A pesar de que debido a eso me era más fácil encontrar ropa de mi talla... bueno, "fácil", por así decirlo..., lo cierto era que encontraba no era ropa juvenil. Supongo que por eso no me gustaba mucho ir de compras y posiblemente también por este motivo mi esperanza de encontrar algo que realmente me gustase, por mucho que fuese en la ciudad, se reducía a menos cien.

La música de los comercios era bastante estridente en muchas ocasiones y me pareció curioso descubrir los diferentes ambientes de cada una. Había escaparates con prendas de neón y música de discoteca, también otros con prendas más bohemias y melodías que bien podrían estar reservadas a sesiones de meditación guiada. Vamos, que por gustos y estilos no iba a ser desde luego, pero por talla... aún estaba por verse.

─¡Mira! ¡Allí! ─la voz de mi amiga me sacó de mis pensamientos. Tras levantar la mirada observé dónde apuntaba con el dedo.

Entramos en la tienda y, para mi sorpresa, la ropa me gustaba. No es que fuese exactamente de mi estilo, si es que yo tenía estilo concreto, pero parecía muy juvenil y me veía con ella puesta. Había muchos pantalones de deporte y ropa de diario, nada demasiado arreglado. Me sorprendí esbozando una media sonrisa que Tefi no tardó en captar.

─Vamos a ver en ese perchero que creo que tienes que probarte una cosa del escaparate, fijo que te encanta. ¡Venga Alex! ¡Que hay mucha gente y se llevan todo!

Ella se puso entusiasmada a buscar entre la ropa pero yo lo único que podía hacer era mirar de un lado a otro observando a la multitud y todas las prendas que había allí. Era abrumador. Por un momento sentí que me faltaba el aire y casi estuve a punto de salirme fuera para poder respirar, pero en ese preciso instante me encontré con unos pantalones delante de mis narices.

─Este. Es perfecto. Venga, vente que te lo vas a probar. Y esto ─empezó a coger cosas del mismo perchero─, y esta camiseta también. ¡Y el vestido! 

─Tranquila, no te vuelvas loca que te conozco. A ver si voy a tener que pedir al chófer que cargue con todo.

─Tú siempre tan alegre y optimista ─me miró con una mueca en la que estuvo a punto de sacarme la lengua.

Fuimos hasta la zona de probadores y tras esperar a que uno quedase libre y fuese nuestro turno, entré con las prendas en la mano. Menos mal que lo hice yo sola porque siempre me he sentido muy incómoda mostrándome sin ropa que cubra mi cuerpo ante los demás. Incluso en las clases de natación era un problema para mí salir en bañador frente a mis compañeros de clase. Odiaba ir.

Cerré la cortina y observé lo que ella me había cogido, ni siquiera me había preguntado qué talla llevaba. A lo mejor ella me conocía mucho mejor de lo que yo creía.

Soy Diferente© [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora