Capítulo 14.

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La habitación de Tay era la más acogedora en la que había estado en toda mi vida. Las paredes eran de una madera vieja, pero bonita, con algunos tocados característicos de los indios norteamericanos. Su cama era tan cómoda que me hacía sentir en una nube y, la colcha que la cubría, era de lana y hecha a mano. La luz que nos alumbraba era leve, y eso hacía que aquel espacio fuese envuelto por una calidez que enamoraba.

—¿Por qué estoy en la reserva? —pregunté una vez dejé de observar con curiosidad su habitación y volví mi mirada a la suya—. ¿Nos ha visto alguien? —añadí algo más nervioso.

—No —negó suavemente con su cabeza—. Tranquilo, estamos solos... —dijo al ver mi cara de preocupación, poniendo sus manos en mis hombros—. Mi padre está en una reunión —me dedicó una pequeña sonrisa para intentar tranquilizarme.

—Tay, ¿estás loco? —solté una carcajada seca—. Esto es lo peor que podrías haber hecho —me crucé de brazos una vez dejó caer sus manos.

—No, Aiden —me miró serio—. Lo peor habría sido dejarte tirado en el porche de tu casa —endureció el tono de su voz.

—¿Y por qué no me has llevado a otro sitio? —alcé mis cejas—. Es decir, si descubren que estoy aquí, te buscarás más problemas por mi culpa —hice una mueca de disgusto con la boca.

—Aquí es el único sitio donde estarás a salvo esta noche —aclaró, provocando que yo frunciese el ceño.

—¿Qué quieres decir? —respondí confuso, haciéndole soltar un pequeño suspiro.

—Con todo lo que pasó el otro día, me olvidé por completo de que hoy era Halloween... —chistó con su lengua.

—¿Y qué pasa? —me encogí levemente de hombros.

—Esta noche no es segura para los de nuestra especie... —clavó sus ojos llenos de preocupación en los míos—. Bueno, para nadie, pero nosotros somos más sensibles a las energías —nos quedamos en silencio durante unos segundos sin dejar de mirarnos—. No entiendes nada, ¿verdad?

—Verdad —asentí suavemente con la cabeza, haciéndole sonreír disimuladamente de lado.

—Verás... —se echó para atrás en la cama hasta que su espalda se pudo apoyar en la pared de al lado de esta—. La gente se suele volver loca en Halloween, adorando la esencia de seres malignos...

—Es sólo una fiesta —le interrumpí en un tono algo burlón.

—Eso es lo peor de todo, que han normalizado el adorar a entidades así —aclaró un poco molesto al ver que yo me estaba tomando ese tema a risa.

—¿Y qué pasa con los que se disfrazan de hombres lobo? —me arrastré hasta colocarme a su lado.

—Sólo lo hacen porque creen que todos somos unos animales salvajes y sin escrúpulos sedientos de carne humana —giró su cabeza para mirarme.

—Entonces, ¿me sentía así de mal por la vibración que está llenando Dark Hills por Halloween? —contesté serio para que supiera que de verdad me creía todo lo que me estaba contando.

—Sí —asintió.

—¿Por eso no has ido hoy al instituto? —pregunté con la curiosidad que me había estado carcomiendo durante todo el día.

—Bueno, eso lo he hecho para controlar que ni Kya, Keme o Nodin dijeran algo de lo que ocurrió ayer —soltó una risa pícara.

—Y me has dejado con todo el problema a mí —le maté con la mirada—. Todos en el instituto están rumoreando sobre ello... —añadí al ver su cara de confusión—. Hasta le he dicho a Tim que lo que querías era darme una paliza —bufé, haciéndole reír.

LUNA LLENADonde viven las historias. Descúbrelo ahora