Capítulo 28.

5.3K 632 120
                                        

—Y yo a ti, Tay —rodeé su cuello con mis brazos y le fui acercando lentamente a mí hasta que su cara volvió a caer en la curvatura de mi cuello—. Debería habértelo dicho antes, y no haber dado por hecho que lo sabías —susurré sobre su oído.

—¿De verdad? —murmuró con sus labios rozando mi piel.

—Escucha mi corazón —solté una leve risa, haciendo que él me imitase ya menos tenso.

—No hace falta... —se fue incorporando hasta que pudo mirarme a los ojos—. Confío en ti —sonrió de una manera tan adorable que no pude resistirme a besarle.

Tay llevó su mano a mi cintura para meterla por dentro de mi camiseta y comenzar a acariciar mi costado, provocando que los vellos de este se me erizaran al sentir la delicadeza con la que sus dedos se rozaban con mi piel. Coloqué mis manos en sus hombros y las fui bajando hasta sus bíceps, los cuales agarré con ganas, las mismas con las que nuestras bocas se movían la una sobre la otra, pero aquella vez como una muestra de cariño y del alivio y la felicidad que nos llenaba a ambos por habernos confesado nuestros más íntimos sentimientos. Al cabo de un par de minutos, nos fuimos separando levemente hasta que nuestras miradas conectaron.

—Será mejor que nos vayamos a dormir, lobito —murmuró en tono divertido, haciendo que yo soltase una pequeña carcajada.

—Sí, mañana nos espera un largo día —di una última caricia en su pelo antes de que se quitara de encima mía para levantarse de la cama, siendo seguido por mí.

—¿Estás seguro de querer venir a la reserva? —dijo mientras se acercaba a su mochila para coger el pantalón de chándal de recambio que siempre solía llevar—. Necesitarás tener toda tu energía para el partido —comenzó a quitarse los que tenía puestos.

—Claro que quiero ir —caminé hasta él, sin poder evitar contemplar su cuerpo—. ¿Hace falta que te recuerde que tengo una fuerza sobrenatural gracias a ti? —coloqué mis manos en sus hombros y reí al llevar mi mirada a la suya.

—Aunque no te hubiera mordido, habrías acabado siendo un lobo de todos modos —sonrió de lado al notar mis intenciones.

—Lo sé... —suspiré, aproximando mi cara a la suya—. Pero me alegro de que pasara así —junté mis labios con los suyos para darle un beso más largo de lo normal.

—Aiden, ve a cambiarte de una vez, por favor —suplicó una vez nos separamos, haciéndome soltar una carcajada pícara.

—Está bien —me volteé y fui hasta mi armario para coger mi pijama y ponérmelo.

Una vez regresé del baño de lavarme los dientes, Tay ya estaba tumbado en la cama esperándome. La rodeé hasta llegar a mi lado y me dejé caer para después meterme bajo las sábanas. El moreno apagó la luz de la lámpara de la mesita de noche mientras yo me giraba, quedando mi cuerpo mirando al suyo.

—Tengo ganas de que todo esto pase... —murmuré a la vez que echaba mi brazo por encima de su abdomen.

—Yo también —soltó un profundo suspiro, acomodando el suyo bajo mi cuello—. Estoy cansado de que mi familia se vea constantemente amenazada.

—Sí... —asentí levemente con mi mejilla en su hombro—. Tengo miedo por ti, Tay —alcé mi cara para encontrarme con su mirada.

—No deberías, aunque lo entiendo... —llevó su mano a mi pelo para acariciarlo—. Si te pasara algo, yo...

—Eso no ocurrirá —le interrumpí, haciendo que frunciera el ceño—. Sé que me protegerás, al igual que yo a ti —sonreí.

—Lo sé —me devolvió la sonrisa y acercó sus labios a mi frente para darme un cariñoso beso en ella—. Que duermas bien, Aiden —susurró, dejando caer su mejilla en mi cabeza.

LUNA LLENADonde viven las historias. Descúbrelo ahora