Me mantuve inmóvil durante unos segundos hasta que, por mero impulso, comencé a mover mi boca sobre la de Tay. Sus labios se rozaban delicadamente con los míos, pero con una intensidad que iba aumentando conforme más alargábamos el beso. Bajó su mano por mi brazo hasta que lo dejó en la cintura a la vez que llevaba la que tenía libre al otro lado de esta para guiarme hasta que quedé sentado sobre su entrepierna. Me separé lentamente, produciendo un chasquido entre nuestros labios, y clavé mis ojos en los suyos, los cuales estaban algo brillosos a causa del deseo que nos estaba naciendo por ese momento.
—¿Qué está pasando? —susurré con la punta de mi nariz rozando la suya.
—Lo que tenía que pasar —respondió en el mismo tono, sonriendo débilmente de lado.
—Tay, tus heridas... —hice el amago de quitarme de encima de su cuerpo, pero agarró con fuerza mi cintura para retenerme.
—No te preocupes por ellas —me interrumpió—. Me estás sanando, Aiden —contestó serio, provocando que yo frunciera el ceño.
—No lo entiendo —tartamudeé, mirándole confuso.
—Algunos podemos sanar a las personas, siempre y cuando estas nos importen de verdad —murmuró, subiendo una de sus manos hasta mi mejilla—. Yo puedo hacerlo tocándote con las manos, y tú, por lo que parece, besando —llevó su mirada a mi boca.
—Entonces... —bajé mi cara hacia su abdomen, el cual comencé a acariciar delicadamente con mis dedos—. Tendré que curarte del todo —añadí una vez volví a fijar mis ojos en los suyos.
Tay sonrió pícaramente mientras llevaba su mano a mi cogote y empujaba con cuidado de él para acercar de nuevo mi cara a la suya y así comenzar un nuevo beso. Conforme más se deslizaban mis labios por los suyos, el moreno parecía tener más fuerza, ya que empezó a clavar su dedos en el final de mi espalda. Todo iba bien hasta que fue subiendo sus manos por esta, haciendo que me fuese tumbando sobre su cuerpo, y soltó un siseo de dolor que hizo que el beso se cortase.
—¿Estás bien? —pregunté alarmado, colocándome recto de nuevo.
—Sí, sí —asintió levemente con la cabeza y la agachó para mirar su abdomen—. Me he dejado llevar demasiado —soltó una carcajada para que no me preocupase.
—Lo siento... —murmuré, quitándome de encima suya para sentarme a su lado.
—No te lamentes por lo que acabas de hacer —dijo a la vez que se incorporaba un poco para apoyar mejor su espalda en el cabecero—. Nunca —añadió serio.
—Mientras haya sido para sanarte... —me encogí suavemente de hombros y sonreí algo fingido.
—Yo no sabía que ibas a curarme con un beso —frunció el ceño—. Lo he hecho por puro deseo —arrastró su mano por la cama hasta que la dejó en una de mis rodillas—. Siento si te has visto obligado a...
—No me has obligado a nada —endurecí el tono de mi voz, al igual que mi mirada—. Nunca he hecho algo con tantas ganas como besarte —puse mi mano sobre la suya en mi pierna.
—¿De verdad? —sonrió de lado.
—De verdad —murmuré avergonzado—. Si no me crees, siente mis emociones —me fui inclinando lentamente hacia él hasta que mi boca se rozó con la suya—. No puedo mentirte, mi Alfa —susurré con los ojos cerrados justo antes de darle un beso largo.
—¿Estás seguro que no estás confundiendo tus sentimientos lobunos con los humanos? —contestó en voz baja una vez separé mis labios de los suyos, pero permaneciendo con mi cara a escasos centímetros de la suya.
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LUNA LLENA
Werewolf{boyslove} La llegada de Aiden Gold a su pueblo natal, Dark Hills, supondrá un cambio radical en su vida. A pesar de que pensaba que el tener que vivir de nuevo con su padre, al cual no veía desde hacía diez años, iba a ser una pesadilla, su realida...