Capítulo 19.

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—Tay, ¿qué pasa? —di un par de pasos hacia atrás para separarme de él.

—Me dijiste que estarías esperándome —contestó serio y sin moverse ni un ápice.

—Lo sé, pero el entrenamiento se alargó y...

—¿Hasta ahora? —soltó una carcajada seca.

—No, claro que no —fruncí el ceño—. Liam me propuso ir a comer algo y, como estaba muerto de hambre, acepté —le miré extrañado—. ¿Qué tiene eso de malo? —me crucé de brazos.

—Liam... —chasqueó su lengua y se volteó hacia la ventana—. Cómo no... —le escuché murmurar.

—Sí, Liam —volví a acercarme a él—. Es mi capitán... —le agarré del brazo para que me mirase al menos—. Y mi amigo —añadí una vez se giró levemente hacia mí.

—¿Tu amigo? —rio de manera sarcástica, a lo que yo asentí.

—Yo no lo sabía, pero al parecer ya lo éramos de pequeños —bajé lentamente mi mano hasta que la posé en la suya.

—Genial, Aiden —se zafó de esta y comenzó a andar hacia la cama—. Ahora resulta que incluso que le conoces antes que a mí —se dejó caer sentado en ella.

—¿Y qué más da? —carcajeé de los mismos nervios. Aquello me estaba pareciendo surrealista.

—¡Claro que da! —alzó su voz—. Tienes un vínculo con él —endureció su mirada.

—También lo tengo con Tim —alcé confuso una de mis cejas.

—No es lo mismo —murmuró, evitando mis ojos.

—¿Por qué no? —me acerqué hasta quedar frente a él.

—Porque Tim no es rival para mí —respondió sin ni si quiera pensar, clavando su mirada en la mía.

—¿Qué? —solté una carcajada—. ¿Y Liam sí?

—Sí —afirmó seguro de ello.

—Tay, ¿estás celoso? —fruncí el ceño.

—¿Debería estarlo? —preguntó con el tono un poco más suavizado.

—Claro que no —suspiré—. Además, yo no voy fijándome en mis amigos —coloqué mis manos en sus mejillas—. El único que lo ha conseguido, has sido tú —sonreí levemente de lado mientras daba un par de caricias con mis pulgares.

—No quiero que nadie te proteja, excepto yo —murmuró apenas audible—. Yo soy tu Alfa, yo soy quien debe cuidarte —fijó sus ojos en los míos.

—Y no deseo que lo haga nadie más —bajé mis manos hasta dejarlas en su cuello.

—¿De verdad? —contestó con la voz algo quebrada.

—De verdad —asentí levemente y me fui inclinando hacia él hasta que mi boca se juntó con la suya, comenzando así un beso que le transmitiera toda la seguridad de mi verdad.

Tay agarró mi cintura e hizo que me sentase sobre él, con mis rodillas a cada lado de su cuerpo. Ninguno de los dos queríamos romper el beso, puesto que con él, nos estábamos pidiendo perdón y, a la vez, expresando el cariño que las palabras no consiguieron.

—No me gustan los latidos de su corazón cuando tú estás cerca... —susurró aún con sus labios sobre los míos, haciéndome rodar los ojos.

—Son los míos por los que te debes preocupar —llevé mis manos a su pelo mientras él arrastraba las suyas hacia mi espalda.

—Lo sé —se mordió disimuladamente el labio inferior—. Es por eso por lo que aún no te he matado —masculló, provocando que frunciera el ceño, y sonrió pícaramente de lado.

LUNA LLENADonde viven las historias. Descúbrelo ahora