Capítulo 15.

6.7K 956 727
                                        

—¿Mi mordisco a Aiden? —soltó una carcajada sarcástica—. ¿De qué estás hablando?

—¿Crees que soy estúpida, Tayen? —dijo Kya algo molesta—. Yo no seré una chica lobo, pero mi hermano sí que lo era y me enseñó a cómo desarrollar mi olfato —se quedó unos segundos en silencio, supuse que porque estaría haciendo algún gesto—. Ese chico apesta a lobo —gruñó.

—Adelante, Kya, corre y dile a todos que mordí a un chico... —Tay empezó a emplear el tono de voz que le ponía la piel de gallina a todos—. Me pregunto qué les molestará más a los ancianos Tiwa —escuché cómo daba un par de pasos, seguramente para acercarse a ella y encararle—. Tienes razón con que se enfadarán conmigo, pero no tendrán más remedio que aguantarse. Aiden ya es uno de los nuestros, pero tú... —rio con maldad—. Tú estás teniendo una relación con el hijo de un cazador, y eso sí que se puede evitar —masculló entre dientes, haciendo que me sorprendiera al escuchar aquello.

—Tayen, por favor...

—Así que no me vengas con amenazas —le interrumpió de manera agresiva.

—Está bien —tartamudeó—. No diré nada, pero te suplico que me ayudes —se le quebró la voz.

—Prométeme que harás todo lo posible porque el resto de los Tiwa no sospechen nada sobre Aiden —respondió serio y contundente.

—Lo prometo —dijo sin ni si quiera pararse a pensarlo.

—Ten cuidado con lo que estás haciendo, Kya —su tono volvió a la normalidad—. No es tu chico el que se está metiendo en la boca del lobo, sino tú.

—Lo sé, pero no puedo controlar este sentimiento —murmuró avergonzada a la par que dolida—. Me entenderás cuando te enamores —aquella respuesta, por algún motivo, me provocó una punzada en el pecho.

—Ya lo hago —susurró apenas audible, tanto que ni si quiera estuve seguro de que Kya lograse escucharlo, ya que yo pude gracias a mi súper oído.

—Bueno, será mejor que me vaya —suspiró—. Nos vamos mañana en clase —dijo a la vez que caminaba hacia la puerta, la cual escuché cómo abrió y, tras unos segundos, cerró.

Cuando oí cómo Tay comenzaba a subir las escaleras, corrí hasta la cama y me tumbé en ella para hacerme el dormido y que no sospechase que podría haber escuchado algo de la conversación. Justo cuando me acomodé bajo las sábanas, entró. Me mantuve con los ojos cerrados durante un par de minutos hasta que sentí cómo su cuerpo se acostaba a mi lado y me abrazó por el pecho. Yo, ante esto, no sabía cómo responder; si quedarme quieto como una estatua o removerme para abrazarle también. Extrañamente, de esto último era de lo que más tenía ganas. El contacto físico con Tay cada vez me molestaba menos, al contrario, cada vez lo disfrutaba más.

Sin poder controlar mi impulso, me giré hasta que mi cuerpo estuvo mirando al suyo y me pegué a él, pasando mi brazo por su cintura y obligándole a que subiera su abrazo a mi cuello. Al principio, le noté tenso, pero escuché cómo su corazón se calmó nada más yo enterré mi cara en su pecho, provocándole un suspiro leve.

Me estaba volviendo loco, no sabía si lo bien que me sentía era fruto de mi parte lobuna, de que el Beta estuviera con su Alfa, o de que estaba experimentando cierta atracción por Tay. Irónicamente, la primera opción era la que más me aliviaba, puesto que la segunda me acarrearía más de un comedero de cabeza. Nunca me había sentido así respecto a un chico y, aunque lo aceptara de manera natural, ¿quién me decía que Tay sentiría lo mismo por mí?

—Aiden... —susurró en mi oído, sacándome de mis molestos pensamientos—. Despierta —subió una de sus manos a mi pelo para empezar a jugar suavemente con mi mechones.

LUNA LLENADonde viven las historias. Descúbrelo ahora