Fui abriendo lentamente mis ojos y me encontré con oscuridad. Parecía que me encontraba algo mejor, pero, en cuanto intenté incorporarme, noté cómo todo mi cuerpo seguía pesando. Al hacerlo, me di cuenta de que estaba en mi habitación.
—Ya te has despertado —dijo una voz a mi lado.
Me giré alarmado hacia su procedencia y me encontré con Tay sentado en el suelo bajo la ventana que había al lado de mi cama.
—¿Qué ha pasado? —pregunté, llevándome una mano a la frente, la cual seguía caliente—. ¿Por qué sigues aquí? —le seguí con la mirada, ya que se puso en pie y rodeó mi cama hasta llegar a la mesita de noche para encender la lámpara.
Cuando lo hizo, se sentó a los pies de mi cama. Aquella vez, como yo me encontraba más tranquilo que antes, pude fijarme en su ropa; pantalones vaqueros, deportivas negras, una camisa abierta del mismo color y una camiseta gris debajo de esta. La débil luz que nos otorgaba la lamparita hacía que el ámbar de sus ojos destacase aún más, al igual que sus cejas y largas pestañas negras.
—¿Has escuchado lo que te dije antes de que te durmieras? —dijo a la vez que subía una pierna doblada a mi cama.
—Pensaba que lo había soñado —fruncí el ceño y crucé las mías—. ¿Por qué has dicho eso? —solté una carcajada nerviosa.
—Aiden, fui yo quien te mordió —fijó su mirada en la mía.
—Ya... —bufé—. Tú eras el lobo, ¿no? —rodé los ojos.
—Bueno, era de esperar que no me creyeras —se encogió de hombros y llevó una mano hasta su cuello para rascárselo.
—¿Cómo quieres que me crea eso? —alcé una de mis cejas.
—Si estoy mintiendo, ¿cómo sé todo lo que está pasando por tu cuerpo en estos momentos? —me repasó de arriba abajo con la mirada—. La agitación de tu respiración, la velocidad de los latidos de tu corazón, el intenso calor, los mareos, la sensación de cansancio y... —inclinó lentamente hacia delante su espalda hasta que nuestras caras se quedaron a escasos centímetros—. El cómo se te ha desarrollado el oído —susurró, como si supiera que podría oírlo a la perfección.
Por unos segundos, me quedé sorprendido y sin saber qué contestar. Ese chico no me conocía de nada como para saber todo lo que llevaba sufriendo aquel día.
—¿Qué me has hecho? —mascullé, poniendo mis manos en su pecho para darle un empujón hacia atrás.
—Eso es lo que estoy intentando explicarte —agarró con fuerza mis muñecas, ya que apenas pude moverle del sitio—. Te mordí, Aiden —dijo serio, sin atisbo alguno de broma.
—Me mordió un lobo —contesté una vez pude deshacerme de sus manos.
—Era yo —bajó el tono de su voz.
—Entonces se supone que tengo que creer que eres un hombre lobo, ¿no? —sonreí de lado con picardía.
—Lo soy —asintió levemente, convencido de sus palabras.
—Estás loco —reí, echando mi espalda en el cabecero de la cama.
—No me importa que no me creas ahora... —se puso en pie y comenzó a caminar hasta el arco que había en la pared de enfrente, la cual daba paso al ventanal con el banco lleno de cojines—. Falta poco para que lo compruebes por ti mismo —me dio la espalda y se quedó contemplando el exterior.
—¿Qué? —clavé mi mirada en su nuca, esperando a que se girase de nuevo hacia mí.
—¿A qué hora llega tu padre? —finalmente se volteó y me miró preocupado.
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LUNA LLENA
Werewolf{boyslove} La llegada de Aiden Gold a su pueblo natal, Dark Hills, supondrá un cambio radical en su vida. A pesar de que pensaba que el tener que vivir de nuevo con su padre, al cual no veía desde hacía diez años, iba a ser una pesadilla, su realida...