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-¿Bryce?

En realidad sé por qué me he puesto tan nerviosa. Le pego un repaso sin percatarme de la que he liado en la barra derramando la cerveza. Hasta que sonríe por el desastre que he ocasionado y me toca el hombro.

-Parece que has visto un fantasma. -Me dice bajando la mano por mi brazo hasta llegar a mi codo.

-¿Que ?, ¡Ai dios, lo siento! -Le digo a la camarera que me mira como si no fuera la primera vez que tiene que limpiar la torpeza de otro cliente esta noche.

-¿Qué haces aquí? Pensaba que te habías mudado a Vancouver.

-Si. Empecé la universidad allí el primer año, pero pedí el traslado a Berkeley y me lo han concedido.

-Estás .. distinto. -Digo observando los tatuajes que bajan por sus brazos.

-Tú también estás guapa. -Dice y nos quedamos mirando hasta que se gira para pedir dos cervezas.

-¡Eh tío, estás aquí! -Dice Ethan a mis espaldas. Y cuando me giro se queda parado al verme sentado al lado de su ¿amigo? -Tío, no tienes chicas en la discoteca, que tienes que flirtear con mi amiga. -Le dice y le da un empujón en el brazo.

-¿Amiga? -Pregunta Bryce sorprendido.

-¿Bryce es tu amigo?

-Es mi primo. Una ver. ¿Os conocéis? -Dado confuso intentando aclarar esta situación.

-Si. -Contestamos los dos a la vez.

-¿De qué?

-Ibamos juntos al instituto. -Dados Bryce ..

Bryce y yo no íbamos a la misma clase, pero siempre nos cruzábamos por los pasillos, en la cafetería, y estuvimos mucho tiempo con el juego de las miraditas. Ni él me decía nada, ni yo a él, teniendo en cuenta que por aquel entonces yo salía con Oliver, aunque estábamos rompiendo todo el tiempo, era un poco capullo. Todas las noches me pasaba media hora mirando mi armario para saber qué ponerme al día siguiente, sólo porque sabía que le iba a ver e intentaba aparcar el coche cerca del suyo para cruzarme con él al irme a casa. En aquel entonces, me gustaba Oliver, por eso estábamos saliendo, pero Bryce .. No se que me pasaba con él, me ponía demasiado nerviosa.

Un día cuando me iba para casa, yo iba hablando con mi madre por teléfono cuando casi se me lleva por delante. Ese día fui caminando porque por la mañana no me arrancaba el coche, iba andando por el aparcamiento para cruzar la calle y cuando fue a echar marcha atrás con el coche, aparecí yo. Tuve suerte de que frenó a tiempo. Estaba nerviosa por el susto que me metió, que fui hacia la ventana del copiloto y le golpeé en el cristal para decirle cuatro cosas y al darme cuenta de que era Bryce, me quedé muda, entonces él se empezó a reír.

Se ofreció a llevarme a casa, pero decidió cambiar de planes, y aparcó el coche en un restaurante del pueblo. Esa tarde, fue de las mejores de mi vida. No pude parar de reírme, y cuando me di cuenta, mi madre ya estaba llamando para saber donde me había metido. Se hizo de noche y la verdad no tenía ninguna intención de marcharme.

Al despedirme, sin pensarlo, le besé. Me quedé quieta un segundo, me disculpé y bajé del coche a toda prisa. Al día siguiente, Oliver vino a buscarme a casa, y al verme con su brazo pasando por mis hombros, no me dijo nada más. Simplemente volvimos a las miradas, y no volvimos a hablar. Hasta ahora.

-Bueno, ya me lo contaréis mañana cuando me acuerde de esta historia. ¿Vamos a la mesa? -Dice Ethan cogiéndonos a ambos por los hombros.

Después de ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora