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Cuando Ethan vuelve a cerrar los ojos, decido internamente dejarle hasta las diez y media. Tampoco tengo nada que hacer esta mañana. Así que me dirijo al salón, me tumbo un rato en el sofá, estiro las piernas sobre las de Mason, y empieza a enseñarme conjuntos deportivos de chándal que quiere comprarse. Me enseña de varias marcas, y decidimos entre los dos cual le puede quedar mejor. Sin poder evitarlo, acabamos en la sección de mujer, y me incita a comprarme un conjunto en tonos pastel precioso. 
Cuando ha pasado un rato, le digo que voy subiendo para empezar a entrenar, y le pido que despierte a Ethan. Si vuelvo a entrar yo, volverá a engatusarme, y si me sigo quedando mas rato en este sofá, luego no conseguiré levantarme. 
Me encanta hacer ejercicio. Siempre suelo ir a correr hasta la playa por las mañanas, incluso los fines de semana que no solemos salir, madrugo para ir a ver como se pone el sol. 

Subo las escaleras para llegar al pequeño gimnasio que tienen montado, y me dirijo a una de mis maquinas favoritas. Cargo las pesas en cada lado de la barra, pongo una espuma en el centro, me la coloco en el cuello y empiezo a bajar haciendo sentadillas. Es muy poco probable que se hagan sentadillas mal con esta máquina y por eso me gusta tanto. 
Cuando voy a hacer la tercera y última ronda del ejercicio, pienso cual será la próxima máquina hasta que aparece Bryce en la puerta y se queda ahí clavado.
Lleva el mismo pantalón que llevaba cuando ha abierto la puerta de la habitación de Ethan, y no lleva camiseta puesta. Tiene otra cara, imagino que ya se habrá despejado pero sigue teniendo el pelo un poco revuelto. Esta muy guapo recién levantado.

Le miro, pero decido ignorarlo mientras subo y bajo haciendo las sentadillas. Es difícil concentrarse notando el peso de su mirada en mi cuerpo. 

-¿Te puedo ayudar en algo? -Digo con la voz entrecortada por el esfuerzo.

-No. -Dice lo mas seco que puede. No respondo. Dejo la barra bloqueada en la máquina, y me agacho para dar un trago de la botella.

-Bien. 

-No sabía que también estabas con mi primo. -Escupe con rabia. No me puedo creer que lo esté diciendo enserio. ¿Con que morro me suelta eso, después de que él estuvo ayer en la fiesta con esa tía? Está claro que no me conoce en absoluto.

-¿Perdón? -Digo dejando la botella en el suelo. Casi provoca que me atragante.

-Ya me has oído. No me hagas repetirlo. 

-Bryce. Tu primo, es uno de mis mejores amigos, y desde luego si me conocieras, no estarías haciendo ese comentario sobre mi. 

-Bueno, me despierto con el ruido de vuestras risitas, y os encuentro en la cama juntos. No sé.

-Bueno, pues respondiendo a tu pregunta: No. No soy esa clase de chica, pero está claro que debes de estar muy acostumbrado a rodearte de chicas así para creer que todas somos así. 

-No me contestaste al mensaje ayer. -Me dirijo a la próxima máquina, me tumbo en la banqueta y cojo dos pesas. -Te escribí. -Añade. 

-No lo he visto hasta esta mañana. -Digo incorporándome. No va a dejarme hacer ejercicio. Lo sé. 

-Bueno, parece que estás acostumbrada a largarte siempre sin decir nada. -Dice mientras se da la vuelta para irse.

-¡Bryce! -Chillo y no se debía esperar el tono en mi voz, porque se da la vuelta automáticamente. Me acerco hasta él como un cohete, mis palabras salen de mi boca sin ningún tipo de control. -Exactamente, ¿porqué estas cabreado? Y enfatizo en la palabra tú, porque la única que podría estar molesta aquí soy yo, pero en vez de eso, había decido callarme mis pensamientos de mierda, y ahorrarte un numerito porque solo nos hemos enrollado en un par de ocasiones, y me gustas, mucho, pero está claro que a ti te va el rollito de estar con mas de una en la misma noche. ¿O también le montas este numerito a tu amiguita de ayer?  -Está claro que esta no se la esperaba, porque se queda mudo. -Eso pensaba.

Después de ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora