Después de ti.

50

El cielo está transformándose de un azul oscuro, a un azul claro en tonos rosados preciosos, acompañado de pájaros volando sobre él.

-No sabía que tenías un lado romántico. -Digo girándome para verle la cabeza mientras sonrío.

-No lo tengo.

-Esto es romántico. -Digo incorporándome esta vez para quedar cara a cara.

-No. De eso nada. Es relajante.

-Bryce. Traer a una chica a ver un amanecer, es romántico, aquí y en Japón.

-Romántico es despertarse con una rubia como tu al lado cada mañana.

-No cambies de tema, que te conozco.

-Vale.... Un poco romántico es.

-Gracias.

-¿Sabes que sería romántico también?

-Qué.

-Hacerlo aquí.

-Estas fatal....

-Dime que no te da morbo. -Dice colocándome a horcajadas encima suya. -Como aquella noche en la playa...

-Mmm.. Puede.

-Me la apunto. -Dice dándome un beso, tras otro, tras otro... dejándonos llevar mientras coloca las manos en mis nalgas y yo llevo las manos a su pelo, hasta que cuando queremos darnos cuenta, empieza a sonar el teléfono de Bryce.

-Recuérdame que apague esto la próxima vez. -Dice sacando el móvil del bolsillo del pantalón. -¿Qué?, Sí, ahora vamos.

-¿Qué..?

-Van a San Francisco.

-Mmm... Vale

-Lo siento nena, otro día me tendrás para ti solo. -Dice levantándonos a los dos de la arena.

-O tu a mi.

-Que bien suena eso... -Dice acercándose para besarme.

De camino a casa, le obligo a escuchar una de mis listas de Spotify, mientras el conduce con una mano reposada en mi rodilla. De vez en cuando veo cómo me mira por el rabillo del ojo sonriendo. Cuando suena Love on the brain de Rihanna, no puedo contenerme las ganas de subir el volumen y cantarla. Pocas canciones me provocan lo que Rihanna en esta.

-¿Desde cuándo cantas así de bien?-Dice sorprendido.

-Desde siempre... no suelo cantar pero Rihanna saca lo mejor de mi.

-Sigue...

Y sigo cantando al dedillo la letra de esta preciosa canción.

<<Baby you got me like ah, Don't you stop loving me, don't quit loving me, just start loving me...>>

Cuando llegamos, subo al apartamento para darme una ducha mientras Shelby y Kim no se despegan de la puerta del baño. Les cuento a voces que solo hemos ido a ver el amanecer, y hemos vuelto cuando ellos han llamado y pleanemos dónde vamos a comer. Ya llevábamos bastante tiempo queriendo ir a San Francisco a pasar el día, sobre todo porque hay un restaurante que hacen casi todos los platos con aguacate que me muero por probar. Si hay algo a lo que soy adictiva en esta vida a parte del chocolate (como casi todo el mundo), es al aguacate. Para desayunar en una tostada restregado con un huevo a la plancha por encima sin duda es mi mejor forma de empezar el día, a parte de con una taza bien cargada de café. Decidimos ir las chicas con mi coche, y los chicos en otro a parte, así podemos poner la lista que tenemos las tres compartidas sin que nadie nos diga que cambiemos de canción. En esa lista, las tres tenemos acceso y cada una va poniendo canciones que le gustan. Fue idea de Kim. De golpe, la música queda interrumpida por un montón de sonidos de mensajes que van haciendo que la música se pare y se vuelva a activar, pero son tantos de golpe, que Shelby agarra mi teléfono cuando le pido que lo mire y que baje el volumen.