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Este coche es una pasada. El ambientador que he comprado de coco con mango no camufla el olor a nuevo que todavía tiene el coche. He bajado el techo para sentir el aire, y es increíble la libertad que siento al conducirlo, simplemente es como si no estuviera en un coche. Nunca he sido materialista, pero agradezco que se me estropeara mi viejo Opel Corsa. 
Kim alarga la mano y enciende el bluetooth de su móvil para sincronizarlo con nuestra lista de Spotify. Suena New Rules de Dua Lipa y la cantamos a todo pulmón mientras sentimos el viento en todo el cuerpo. Cuando paramos en un semáforo, se ponen a nuestra altura los chicos, y sin decirnos nada, ya sé que están pensando en adelantarnos, así que me aseguro de que los semáforos de la calle se sincronizan con el nuestro, pongo la primera marcha y piso el pedal hasta el fondo. No les había dicho a los chicos que este coche tiene 120CV, y seguramente pensaban que era un coche de barbie, pero la verdad es que corre bastante. Cuando el coche se pone en marcha, me cambio de carril para colocarme delante del coche de Mason para evitar que me adelante, y veo por el espejo retrovisor como Shelby y Kim se giran para restregarles por la cara que han perdido en nuestra pequeña carrera del semáforo.

-Que se siente perder por primera vez con un coche de Barbie según tu. -Le grito a Mason apoyando mis codos en la puerta del coche para que me escuche bien. 

-Te he dejado enana, no te emociones. -Dice subiendo la ventanilla del coche para no escuchar mi réplica.

Cuando llegamos a la bolera, está un poco llena, pero he llamado para reservar, porque es sábado por la tarde y siempre suele estar lleno. Nos dan esos horribles zapatos que tienen en las boleras y Shelby y Chad van a coger algo de bebida para todos.
Hemos venido muchas veces a la bolera, y al principio era bastante mala, pero con la práctica le vas cogiendo el truco y yo soy bastante competencia (en el buen sentido de la palabra), así que no quiero perder contra estos petardos, y sé que son más, pero aquí siempre es chicos vs chicas, como si son veinte y nosotras seguimos siendo tres, nuestra inteligencia es superior a la de ellos. Tampoco es todo competitivo, venimos a pasárnoslo bien y mientras vamos jugando estamos hablando entre nosotros, solo que luego cuando nos toca a cada uno tirar la pelota, centramos todas nuestras fuerzas en la bola.

Bryce y yo no nos hemos dirigido la palabra desde nuestro encuentro esta mañana y como siempre, estamos con el jueguecito de las miradas. Creo que ni siquiera sabe porque está cabreado y yo la verdad es que tampoco, solo me estoy haciendo la orgullosa, porque desde ayer por la noche ya me he mentalizado de que seguramente hable con más chicas, solo que espero no presenciarlo. Está muy guapo con el pelo peinado hacia arriba, con una sudadera ancha gris y unos tejanos desgastados. Hace rato que se ha quitado la sudadera, y juraría que el momento lo he visto a cámara lenta. El cruce de brazos agarrando la parte inferior de la sudadera deslizándose por el torso, llevándose ligeramente con él la camiseta negra que tiene debajo. En fin, he tenido que apartar mi mirada rápidamente antes de que me pillara acabándolo de desnudar yo con mis ojos.

Cuando me levanto para coger una bola, noto por el rabillo del ojo como deja reposar ambos brazos en el respaldo del asiento y ese gesto me pone nerviosa. Meto los dedos dentro de los agujeros, cojo impulso en el brazo y lanzo fuertemente la bola. Empieza recta, pero poco a poco se va desviando y solo tiro dos de los bolos que hay en el lado izquierdo. 

-¡Hoy no tendrás tanta suerte en todo! -Dice Chad.

-Eso ya lo veremos. -Me siento de morros y es el turno de Bryce. Me fijo en como se inclina levemente hacia abajo para coger impulso con la bola en la mano, y me despierta de mi mirada clavada en su espalda bastante musculada los gritos de los chicos porqué los ha derrumbado todos. Íbamos perdiendo por una, y ahora gracias a que Bryce ha hecho un pleno, por dos. 
Ante mi defensa, nunca he jugado a los bolos con la intensa mirada de Bryce detrás de mí, así que interiormente le culparé a él. Chad se levanta y le alza por la cintura mientras canturrea: Vamos a ganar, vamos a ganar.... y yo les levanto cariñosamente el dedo corazón de mi mano. A los dos.

Después de ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora