Capítulo 39 - Frío

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Eran las tres de la madrugada. Lucho, tras estar un largo rato despierto, había conseguido dormirse. Por el contrario, Maya seguía con los ojos abiertos y tiritando por el frío.

- Hace muchísimo frío. - Susurró ella, levantándose.

Se acercó al rincón donde estaba Lucho y se acurrucó a su lado. Así pudieron dormir los dos toda la noche.

A la mañana siguiente, el chico abrió los ojos y se encontró a Maya a su lado, que seguía durmiendo y tiritando. Al ver que ella tenía frío, pasó el brazo por encima de su cintura y la abrazó lentamente, intentando no despertarla. Al cabo de un buen rato, la chica despertó, se dio la vuelta y sonrió a su amigo, que la miraba sonrojado.

- Esto tiene...una explicación...es que tenía frío y... - Se excusó ella.

- Da igual, no tienes por qué explicar nada. Cuando me he despertado estabas tiritando y supuse que te habías venido conmigo por eso. - Dijo él, mientras se levantaba y caminaba hacia la entrada de la cueva.

- Pues...gracias.

- Venga, que hoy tenemos muchas cosas que hacer.

- ¡Sí!

Fueron hasta el claro del bosque donde Maya había estado la noche anterior y empezaron a entrenar.

- Oye, ¿y si lo intentamos juntos? - Propuso ella.

- ¿El qué? ¿Lo que intentabas hacer tú el otro día?

- ¡Claro!

- Emm, venga, vale. Pero vas a tener que enseñarme.

- No te preocupes, ya contaba con eso. - Dijo ella, guiñándole un ojo. - A ver, primero junta las manos, cierra los ojos y concéntrate. Olvídate de todo lo que hay a tu alrededor, simplemente concentra la energía en tus manos. Después, empieza a acumular esa energía y suéltala. O eso es lo que yo pretendía, aunque nunca consigo llegar al último paso.

- Vale, creo que lo tengo claro. Si quieres lo intento yo primero y me dices si lo hago bien y luego ya lo intentamos los dos juntos.

Lucho hizo todo lo que Maya le explicó. A su alrededor había un aura rojiza, y en sus manos se empezó a formar un enorme rayo de fuego. Abrió las manos para soltarlo, pero de repente se apagó y el chico cayó al suelo.

- ¡¿Estás bien?! - Preguntó ella, que lo había estado observando durante todo el tiempo.

- Sí...solo...un poco mareado.

Maya empezó a dar vueltas, como si estuviese pensando en algo.

- ¿Y si...nosotros, por separado, no tenemos suficiente energía como para hacerlo?

- ¿Por separado? ¿Te refieres a que, si lo hacemos los dos a la vez, tal vez consigamos un resultado diferente?

- Sí, pero mejor vamos a comprobarlo. - Le tendió la mano a su compañero para que se levantase. - ¿Vamos?

- ¡Venga!

Ambos repitieron de nuevo los pasos. Estaban totalmente sincronizados. Las auras que los rodeaban se juntaron y el rayo parecía más fuerte. Abrieron las manos y toda la energía que habían acumulado también se juntó en el aire. Los dos pudieron ver como un enorme rayo se abría paso entre los árboles, destruyendo todo lo que se cruzaba en su camino hasta que el aura que rodeaba a los chicos se apagó, haciendo que el ataque también se desintegrase.

- Brutal... - Comentó Lucho, mirando a su compañera. - ¡Tenías razón!

- Eso parece, sí. Por separado, no tenemos la energía suficiente, pero juntos podemos lanzar ataques todavía más poderosos. - Explicó ella. - El único problema es que esto nos deja muy débiles...lo que significa que solo debemos usarlo cuando no haya otra opción.

- Claro... - Admitió él. - Creo que ahora deberíamos descansar un poco, ¿no crees?

- ¿Descansar? No, nada de eso. Tenemos que seguir entrenando e ir a salvar a Max.

- Mira...como tú dijiste, no le van a matar porque le tienen como rehén. Nos quieren a nosotros, no a él.

- ¡Pero pueden tenerle ahí sin comer y sin beber durante días y días! ¡Pueden estar maltratándole! ¡¿Es que no lo ves?! Podrías tener un poquito de compasión...

- La...la tengo, solo digo que tampoco hay que precipitarse demasiado. Además, tienes que tener en cuenta que yo no conozco a Max, solo sé lo que me has contado tú.

- Ah, bueno, pues si no te fías de mí y piensas que estoy loca, puedes irte. Mejor dicho, me iré yo.

Maya se dio la vuelta y empezó a caminar. Lucho fue tras ella y le cogió la mano para hacer que parase.

- Suéltame. - Dijo la chica. - Yo creía que tú creías en mí y en lo que hago, pero ya veo que me equivocaba.

- ¡No te equivocabas! ¡Yo creo en ti! No pienso dejar que vayas sola, seguiré a tu lado. - Contestó el chico, mirándola fijamente a los ojos. - Y, ya que nos estamos echando las cosas en cara...¿por qué siempre me cambias de tema? Empieza a ser molesto...

- ¿Yo? Yo no te he cambiado de tema.

- ¿Que no? Claro que lo has hecho, y lo sabes. Si no quieres hablar de algo, me lo dices y punto. Pero no cambies de tema sin más, tengo sentimientos, ¿sabes?

- Vaya, ¿en serio? Ya empezaba a pensar que eras una piedra. - Suspiró. - Encima me estás haciendo perder el tiempo.

- ¿Qué? ¡Si has sido tú la que ha empezado a discutir!

- Agh, ya me estoy cansando. Eres una completa distracción, mejor me voy de aquí.

- ¿Una distracción? Yo más bien diría que tú eres una distracción para mí. Lo único que haces es jugar con mis sentimientos.

- ¿Y qué es lo que quieres que diga? ¿Quieres que te diga lo que siento? Muy bien, no pasa nada, yo no voy a ser tan cobarde como para decírtelo cuando estés inconsciente, no como otros... - Hizo una pausa y lo miró a los ojos. - Tú...me gustas, me gustas mucho. Si cambiaba de tema era porque nunca he confiado en nadie, nunca he dicho algo así y...tengo miedo. Lo que dijiste en la cueva...me hizo pensar en lo importante que eras para mí...

Se quedaron callados, sin saber qué decir.

- Entonces...eso significa... - El chico estaba nervioso y titubeaba. - Significa que...

Maya aferró las manos de Lucho y sonrió.

- Significa...¿qué? - Dijo ella, acercándose lentamente a él.

Hubo otro silencio. Lucho y Maya tenían clavados sus ojos en los del otro, sin poder dejar de mirarse. Tras un tiempo así, la chica decidió romper el silencio.

- ¿Soy yo la única que tiene hambre ahora mismo?

- No, la verdad es que yo también. Oye, ¿puedes enseñarme a pescar como lo hiciste tú ayer?

- Claro, vamos.

Caminaron juntos por el sendero de vuelta al lago pensando en lo que acababa de pasar.

- Perdona por lo de antes...no quería que nos peleásemos... - Se excusó el chico.

- No importa, creo que al final ha salido mejor de lo que esperábamos, ¿no es así? - Contestó ella, dirigiéndole una tierna mirada a Lucho.

- Sí, parece que sí. - Dijo él, sonriendo.

El poder ocultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora