Capítulo 25 - La promesa

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- ¡Eh! ¿Alguien puede oírme? ¡Ayudaaaa! - Gritó Maya, desde el interior de la cueva. - No...no te preocupes, Lucho, te salvaré. Es una promesa, ¿me oyes? ¡Una promesa! ¡Y pienso cumplirla!

El chico no dijo nada. Seguía inconsciente, pero Maya controlaba atentamente que su corazón siguiese latiendo. No iba a dejarle caer. No había hecho nada por ella, apenas la conocía e incluso podía ser algo borde, pero ella había visto algo especial en él.

- Sigue sangrando...es un buen corte. - Comentó, apretando la manta todo lo que pudo para evitar que el chico se desangrase. - Espero que Fénix pueda encontrar un hospital pronto...

Un graznido la alertó. Una gran ave entró en la cueva, y miró a la chica con sus ojos negros y brillantes.

- ¡Fénix! Dime que has encontrado algo, por favor. - Dijo Maya, animada.

El animal soltó un alegre grito y abrió sus alas. Se disponía a salir de la cueva, por lo que ella dedujo que debía seguirlo.

- ¡Espera un segundo! Voy a tener que cargar con él, y andando no puedo presionar igual de bien la herida...le ataré un par de mantas que le rodeen la zona del estómago para cubrirla. - Mientras hablaba ya había atado una de las mantas, y se disponía a atar la segunda para hacer más presión.

Una vez hecho esto, lo cogió con los dos brazos y siguió a Fénix a la salida de la cueva. Sabía que debía tener cuidado, pues los atacantes podrían seguir por la zona. No podía perder más tiempo, no sabía cuánto más iba a poder aguantar el chico desangrándose de esa forma, así que empezó a correr lo más rápido que pudo, con Lucho en los brazos, siguiendo el camino que le mostraba el ave. 

- Vamos Lucho...yo sé que tú puedes hacerlo. Me da igual si me reconocen, me da igual si me acusan de quemar la casa de mis padres, ¿entiendes? Yo solo quiero salvarte a ti...y haré lo que sea para lograrlo. Aunque no te conozco mucho, sé que tú no mereces morir, y con eso es suficiente. Tú me salvaste a mí, y ahora yo te salvaré a ti. - Le dijo la chica mientras corría. No veía ningún pueblo ni aldea cerca, solo un montón de árboles que la rodeaban, pero eso no la importaba: tenía esperanza.

El poder ocultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora