Capítulo 2 - El don

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Maya miraba las estrellas. Había sido un día duro. No había pescado nada, puesto que el niño no la había dejado, así que se pasó toda la tarde agitando árboles esperando que cayese alguna manzana.

No se atrevía a ir al pueblo a por comida, sabía que la tratarían y la mirarían mal. Aunque hace años que no va, siguen reconociéndola...se quedaron con su imagen, para no volverla a dejar entrar.

Mientras se comía su última manzana, empezó a pensar en lo que le había dicho Max:

- Ese chico...quizá se esté confundiendo...puede que le hayan contado la verdad sobre mí, al fin y al cabo, la gente del pueblo me vio utilizar mis poderes...pero dudo mucho que haya visto, incluso dudo que exista, alguien con el mismo don que yo.

Se levantó, miró la palma de su mano, cerró el puño con suavidad y lo volvió a abrir. En su mano se había formado una pequeña llama, que se movía lentamente con el viento. Volvió a cerrar el puño, apagando la llama, ahora señaló al cielo con el dedo y el resto de la mano cerrada. Empezó a mover el dedo en círculos, creando un pequeño torbellino de fuego. Bajó la mano y el torbellino desapareció sin dejar rastro. Maya sonrió, sabía que era difícil tener un don así, pero agradable a la vez. Podía utilizar ese poder para hacer el bien, lo sabía, pero la gente no le dejaba utilizarlo. Sabía que, si lo hacía, no se fiarían de ella y pensarían que es el enemigo.

- ¿Puede haber de verdad alguien...que tenga el mismo poder que yo? ¿Estará en la misma situación que yo?

- ¿Y por qué no? - Dijo una voz de entre los arbustos.

Maya, al oír aquella voz, estiró el brazo y abrió la palma de su mano, apuntó hacia los arbustos y creó una especie de bola de fuego. Justo cuando iba a disparar, Max saltó:

- ¡¡Espera!!

La chica bajó el brazo, sorprendida.

El poder ocultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora