Capítulo 3 - Max

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- Para ser tan pequeño eres un poco cotilla. - Dijo Maya, riéndose.

- Tengo once años, eso son solo... - Max contó con sus dedos, y luego respondió: - Cuatro, tan solo cuatro años menos que tú.

- ¿Y qué te trae por aquí enano?

- ¡Que no me llames así! - Suspiró - Es que quería ver uno de esos trucos tuyos...los que haces con el fuego. ¡El torbellino ese mola un montón! ¿Puedo hacerlo yo también?

Maya sonrió. Sabía que aquel chiquillo no la dejaría tranquila, pero tampoco es que le molestase su compañía, así que le dijo:

- Veras, tú no puedes hacerlo porque no tienes este don. Yo nací con él.

- ¿Y cómo sabes que no lo tengo? ¿Eh? ¿Acaso me conoces tan bien?

La chica no pudo evitar soltar una carcajada.

- Cuando yo tenía tan solo tres años, ya podía crear pequeñas llamas en la palma de la mano. ¡Y lo hacía sin darme cuenta! Cuando me enfadaba, abría la mano y ahí estaba. Mis padres me aceptaron igual...sin saber que eso un día les costaría la vida... - Maya miró al suelo, triste.

- Vale, tú ganas...¿Pero puedes repetir lo del torbellino?

- ¡Claro enano! - Ella volvió a sonreír. Que a alguien le interesase su poder y lo respetase le gustaba. - Solo tengo que levantar el dedo así, concentrarme un poco y...

En el dedo empezó a formarse otro torbellino de fuego. Max lo miraba como si le fuese la vida en ello. La chica se volvió a acordar de lo que le había dicho el chiquillo el otro día y, al desconcentrarse, el fuego se apagó.

- ¿Pasa algo? - Dijo Max.

- ¿Te importaría contarme algo más sobre el chico ese que viste?

- ¿El que también controlaba el fuego?

- Exacto.

El poder ocultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora