Capítulo 37 - Cascada traicionera

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Lucho seguía en la cueva. Había oído cómo Maya se iba, pero no quiso detenerla. No tenía ni una pizca de sueño, solamente no quería hablar. Se incorporó y miró la cascada que cubría la entrada de la cueva.

- ¿Qué debo hacer? - Se preguntó a sí mismo. - Primero será mejor que aclare mis ideas. A ver, cosas que tengo que solucionar: qué es lo que pasó en el hospital; aniquilar al tío que me atacó; y...Maya. Aunque...no sé si en ese orden...

Se levantó y llegó hasta la entrada de la cueva. El agua brillaba con la luz de la luna. Lucho se acercó un poco más a la cascada, con la intención de beber un poco, pero con cuidado de no caerse. Entre la cascada y el camino de la cueva había un hueco que podría ser peligroso, pero aun así decidió intentarlo.

- Ya casi está... - Dijo él, acercándose poco a poco a la cascada.

De repente, un trozo de piedra se calló, haciendo que el chico también tropezase.

- ¡Kyaaaaa! - Gritaba mientras caía.

Un gran golpe resonó por aquel valle. Lucho nadó hasta la orilla y salió del agua calado hasta los huesos. Entonces, miró a los lados con curiosidad.

- Me pregunto dónde...

Caminó hasta un pequeño sendero que se habría paso por el bosque y decidió seguirlo. Presentía que algo estaba sucediendo y él debía estar presente.



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