El poder oculto

Capítulo 23 - Falso rubí

Todos los aldeanos seguían mirando al colgante. El herrero, León, había deducido que podría ser un rubí, pero su idea cambió cuando el "rubí" empezó a brillar con mucha intensidad. Se había pasado la noche brillando, aunque ahora ya volvía a su estado normal.

Max, apartado del grupo, se alegró de que el colgante dejase de brillar. Sabía que Maya volvía a estar bien. Ya no pensaba que estuviese muerta, había decidido apartar esas ideas de la cabeza. <<En el fondo es una chica fuerte, estará bien>>, se decía a sí mismo. Lo único que quería era recuperar el colgante antes de que su madre quisiera venderlo.

- Es...¡un rubí mágico! - Dedujo el herrero.

Max soltó una carcajada. <<Creo que ya se acercan un poco más, pero nunca sabrán su verdadero origen>>, pensó.

- Entonces...¡podremos venderlo por una fortuna! - Dijo la madre de Max. - ¡Seremos ricos, hijo!

Su madre le miraba con alegría, pero él había pensado en una estrategia para quitarles todas esas ideas de la cabeza. Decidió acercarse y poner en marcha su plan.

- ¿Está cerca el siguiente pueblo? - Preguntó el chico.

- A una media hora andando, ¿por qué lo preguntas? - Le respondió el herrero.

- Porque he tenido una idea: podría ir corriendo al pueblo y así adelantarme. Les enseñaré a todos el rubí y, como todo el mundo lo querrá cuando lleguéis vosotros, lo podremos vender incluso más caro aún, ¿no os parece? Podemos hacer como una especie de subasta...

Todo el grupo quedó maravillado con la idea del pequeño Max. Con once años ya tenía unas magníficas ideas, aunque solo a veces.

- Continúa por este camino y llegarás a una especie de descampado. - Le explicó León. - Allí deberás girar hacia la derecha, siguiendo el camino que va al pueblo. Ten cuidado de no confundirte y coger el camino de la izquierda, pues ese es el que va a Sierra Helada.

Max sonrió alegremente, cogió el rubí de las manos del herrero y se fue corriendo por el sendero, en dirección al descampado.