Capítulo 1 - Maya

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Se despertó. No tenía ganas, pero lo hizo. Con el pelo alocado y los ojos entre abiertos, Maya cogió la caña de pescar, la cual parecía bastante desgastada, y echó a correr hacia el lago. Sabía que si llegaba pronto no se encontraría con ningún pescador del pueblo de al lado.

Llegó, tiró el anzuelo con fuerza y suspiró. Se reflejada en el agua. Volvió a suspirar. Repetía lo mismo todas las mañanas, esperando no encontrarse a nadie en el camino. Al verse reflejada, pensaba: <<¿Cómo he llegado a este punto? Sé que no es fácil aceptarme, pero saben que ya no soy peligrosa. ¿Por qué siguen pensando que yo soy una amenaza?>>.

Entonces, un niño pequeño se acercó al lago a beber agua. Después levantó la mirada y la vio. ¿Cómo no iba a reconocerla? Chica de quince años, alta, delgada, ojos de una especie de color rojizo, pelo pelirrojo recogido en una coleta alta, con una camiseta blanca cubierta con una chaqueta negra desabrochada, unos pantalones cortos también de color negro y unas deportivas del mismo color bastante desgastadas. Era ella. Se acercó a la chica, que estaba concentrada intentando pescar un pez que había visto.

- Tú...eres Maya, ¿verdad?

- ¿Quién lo pregunta? - Dijo ella asustada.

- Soy Max, vivo en el pueblo de al lado. Tú eres Maya, la chica que quemó la casa de los Berlitz hace años, ¿verdad?

- Creo que te equivocas... - Dijo la chica recogiendo la caña para irse lo más rápido posible.

- No, me han contado cosas sobre ti, y sé que eres tú. Nunca te había visto en persona...me dijeron que eras un ser horrible, que no eras un humano, o por lo menos, no como nosotros. Una vez, cuando iba de excursión a las montañas con mis padres, vi a un chico...como tú.

Ella, que ya se iba, se dio la vuelta y miró al pequeño chaval, que la sonreía.

- ¿A qué te refieres con que viste a alguien como yo?

- Sí, tú...tú puedes controlar el fuego, o eso me han contado, y una vez vi a un chico que tenía una llama en la palma de la mano...y justo después la cerró, y apagó la llama. Podía hacer lo mismo que tú...aunque no parecía tan violento como para quemar una casa...

- Yo...no quise hacerlo...no quise quemar la casa de mis padres...solo estaba probando mis poderes, pero no los controlaba bien...tampoco quería que mis padres murieran...salí corriendo por la puerta, pero ellos estaban en la planta de arriba...los grité, pero no me oían...cuando se dieron cuenta, no pudieron hacer nada...

- Vaya, lo siento...los del pueblo no me contaron que fue un accidente. - El niño miró al suelo, levantó la mirada y la fijó en los ojos rojizos de la chica. - ¡Tienes un don alucinante! Pero la gente no sabe apreciarlo...¿verdad? Por eso vives aquí, en el bosque, para que la gente no te encuentre...ellos todavía quieren matarte...para que no hagas más daño...

- Ya he aprendido a usar mi poder, así que ya no volveré a hacer daño, no te preocupes, pequeñajo. Aunque, para ser tan pequeño, eres un poco listillo. - Maya sonrió al chaval, se dio la vuelta y empezó a andar.

- ¡Adiós! - Le gritó el niño

Ella no contestó. Ahora solo tenía una idea en la cabeza, y no paraba de repetirla: <<Hay alguien más como yo...>>.

El poder ocultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora