|CAPÍTULO 10

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Estoy acostada en la cama, la sábana cubre de mi cintura para abajo, me muevo incómoda al otro lado quedándome plasmada en el intento; (casi me da un infarto).

¡Merde!

No sé cómo responder ante esta situación estoy en otro lugar que no es mi habitación o bueno es una habitación, pero no es la mía no quiero moverme y despertar semejante belleza que tengo al lado, si verlo por primera vez directo a los ojos fue belleza pura; ahora está que parece un ángel. Duerme en un sueño profundo con su antebrazo tapando sus ojos, su cabello luce divino en la forma desordenada que está, y los labios semi abiertos. Esto es una tentación.

Sigue con la misma playera que tenía hace un rato en el espejismo anterior.  (Espejismo porque no sé de qué otra forma se le puede llamar a esto.) Comienzo a ponerme roja el calor que sube a mis mejillas es incontrolable. 

― ¡¡No voy a enamorarme de un sueño, no estoy loca!! ― me repito y prefiero mirar hacia otro lado intentando despertar en mi habitación.

Pasan unos minutos y nada sigo en el mismo lugar, despacio quito la sábana que cubre de mi cintura para abajo parándome de la cama, doy media vuelta y el chico que ahora se la da por estar en mis sueños continúa durmiendo.

El lugar es amplio con un aura muy varonil, sigo caminando, encontrándome con varios cuadros de pintura. ¡Son hermosas!

Los rayos de la luna hacen que el lugar se vea como algo mágico, aprieto los puños sintiéndome bien, pero extraña a la vez, me quedo parada viendo los reflejos neón de algo en el suelo busco de dónde proviene la magia alzo la cabeza y tengo que poner una mano en mi boca para no soltar el grito de asombro, es una pintura hermosa, la mezcla de colores azules creando un universo hermoso que rodea un astronauta que está en medio de él, todo el techo es parte de la pintura, las estrellas son pequeñas y grandes bien marcadas dándole vida a la pintura, cada detalle que tiene denota que es en honor a alguien importante, en la parte baja del dibujo están las iniciales: M. S.

Me muevo un poco quedando en medio de la cama y observo un cuadro que posee unos labios rosa bien delicados, tuerzo la cabeza un poco asegurándome de que no son los míos que están plasmado en ese papel, (eso sería demasiado y ya mucho tengo con que el chico tiene una mirada intensa de esa que poseen los psicópatas). Camino acercándome a la pintura y una lata que está en el suelo cae haciendo ruido me quedo tranquila hasta que la lata deja de sonar, agradezco para mis adentro porque no se ha despertado.

― ¡No dañes o robes mis pinturas! ― su voz suena desbocando los latidos de mi corazón, (la suerte no está de mi lado). Tiene un acento extraño, es confuso, pero puedo entenderlo perfectamente.

Su voz es totalmente ronca y divinamente sexi, siento el calor subir a mis mejillas (se supone que no debería sentir nada de esto, no es real); me doy la vuelta encontrándome con su rostro, agradezco a la oscuridad de la habitación y aborrezco la luz de la luna que ilumina parte de su rostro y cuerpo como otros rayos hacen lo mismo conmigo. Está sentado a la orilla de la cama con la misma cara de asombro que yo, lo veo bajarse acercándose a mi posición, cosa que me da miedo porque no sé cómo reaccionaría a su tacto de su piel con la mía, ni siquiera sé si voy a poder senrtirla. Bajo la mirada a mis pies, no sería capaz de verlo directo a los ojos por segunda vez, lo veo alzar su mano para tocarme al mismo tiempo que otra me sujeta del otro lado y me despierta desesperada.

― ¡Dios, Colette, estás que arde! ― grita Kai quien está enfrente de la cama con una mano sobre la mía ― ¿A quién montabas en tu sueño? ― pregunta divertido haciendo que me enoje, cabree, sonroje y un montón de sensaciones más que estoy sintiendo.

Acabo de estar en su habitación y quedar encantada con sus pinturas, su hermoso rostro descansar bajo la luz de la luna, las escenas intentan pasar por mi cabeza, pero las aparto justo cuando Kai dice:

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