|CAPÍTULO 20

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Para el amor curarlo todo tiene que ser locura.

Ethan Smith.

Pensilvania E.E.U.U.

9:00 pm.

Ethan.

Como un loco enamorado me quedo tocando mis labios que comienzan a extrañar a los de esa intrusa sobre los míos. Al parecer la interrumpieron del otro lado y la conexión se fue al carajo interrumpiendo el momento que con ansias había esperado y que no pude disfrutarlo como tenía pensando.

La noche se siente fría y el haberla visto esta noche se llevó mi ira y dejó alegría, una alegría que no puedo explicar en estos momentos, como todo lo que sentimos, porque los dos nos gritamos un montón de cosas en aquel beso delicado que nos estremeció hasta lo más profundo del alma.

Luego de haberme calmado y sin duda alguna disfrutar de los mejores labios que he besado en mi vida, recojo mis cosas con una sonrisa estúpida en el rostro.

Rodeo la cancha llegando hasta la salida para llegar al jeep, me subo y lo pongo en marcha. Estoy más feliz que nunca eso puedo asegurarlo.

No tuve el mejor de los días, Liam había pedido desde hace unos días verme en el hospital, el idiota no se cansaba de joderme aun cuando yo era el culpable de su estado el insistía en verme, me había negado un montón de veces, pero los chicos querían ir todos y la maestra dijo que era buena idea que nos presentáramos. Según ella era apoyo para nuestro compañero. A mí ni me importaba por mí que se quedara ahí para siempre, pero luego de ver a la intrusa esta mañana cambié de opinión, casi termino estrangulándolo en el hospital por un comentario estúpido que hizo y solo salí de ahí yéndome directo a casa, sin esperar a que me dijera lo que quería decirme.

En casa todo era un caos, mamá lloraba como una magdalena debido a que Kiara había tenido una crisis, gracias a Dios fue pequeña y no volví al hospital a matar a Liam.

Luego de tener una cena familiar y ver el estado de Kiara me llené completamente de ira y le pedí a mamá dejarme ir a practicar un poco, además necesitaba estar solo, creo que esas eran las razones por las que estaba jugando en la cancha y sin compañía de Chris, buscar la forma para dejar salir la ira y lo logré de la mejor manera posible.

Ahora voy camino a casa, mi corazón va compitiendo con mi jeep ya que está muy acelerado. La sonrisa no abandona mi rostro.

La autopista está en silencio y algo desolada por lo que me permite llegar más rápido a casa.

Dejo mi auto en el garaje y entro a la casa por la puerta de la cocina.

― Luego de la crisis de hoy, los médicos dicen que las probabilidades de Kiara recordar son pocas ― me asusto, pensé que no había nadie en la cocina, la voz de mamá suena agrietada al parecer estaba llorando. Luce una bata de seda blanca, cabello recogido sentada en uno de los taburetes de la isla sosteniendo una taza de café.

Escucharla decir aquello me llena de impotencia, aprieto mis puños tensando mi mandíbula.

Sin pensarlo me doy la vuelta para salir de nuevo y acabar de una vez con el causante de mis pesadillas.

― Ethan, ¿a dónde vas? ― pregunta mamá viendo mis intenciones y se pone de pie para intentar detenerme. ― Maldita sea, Ethan, no lo compliques más, que vayas y golpees a Liam no ayudará a Kiara a recordar, vas a asustarla ― habla nuevamente, sus palabras por poco logran persuadirme, pero estoy segado por la ira y la alegría que sentía hace unos minutos se fue más rápido que la dignidad de Milton Greasley, iré ya mismo a ese hospital a acabar con ese imbécil. Camino hasta al garaje y choco con una débil mano que intenta detenerme.

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