|CAPÍTULO 27

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Colette

¿Dolor?

Eso no sería lo que siento en estos momentos, es más que eso.

Es la decepción por haberme abierto con un extraño que me hace sentir protegida, amada y especial, pero que no puedo tenerlo.

He estado horas sobre la cama desde que llegamos del hospital esta mañana, mi abuela se encerró en su habitación y me siento culpable por haberle hecho recordar algo tan cruel, tal vez debí confiar solo en ella y olvidarlo, pero no podía necesitaba respuestas.

Kai y Tom han intentado animarme, pero sus palabras no se comparan a la de la persona que quiero escuchar por el resto de mi vida, pero que no puedo. Mis padres han faltado a la empresa para ayudarme con lo que sea que me pasa, y siento eso también el no poderles decir nada y con la única persona que puedo hablar sigue llorando por mi culpa.

― ¿Primor? ― llama Kai al otro lado de la puerta. ― ¿Puedo pasar?

― Adelante ― sigo con mi rostro sobre la almohada.

Lo escucho abrir la puerta y caminar hasta la cama sentándose sobre ella.

― Te dije que iba a decirte lo que me pasaba... ― hablo antes de que comience a hablar. Me acomodo en la cama con la vista baja y los brazos sobre mi regazo.

― Oye si no te sientes bien puedes decirme...

― No, Kai, debo hablarlo, ― levanto la mirada, debo tener los ojos bien hinchados de tanto llorar ― ¿prométeme que no harás preguntas? ― si no lo saco moriré asfixiada.

― Nunca te juzgaría, aunque te rasparas la melena.

Una pequeña sonrisa se forma en mis labios.

― Me enamoré y lo he hecho enserio ― suelto de repente y veo un brillo en sus ojos.

― Por fin has dejado de ser una perra fría, ― se emociona ― aunque me molesta que no me hayas dicho esto antes ― se ofende sin dejar de sonreír.

― Es más que complicado, es imposible.

― ¿Es mayor que tú? ― sonrío, ya quisiera yo. ― O ¿te ha dicho que es gay? ― enarca las cejas y golpeo su hombro, divertida.

― No, es más que eso ― aprieto mis manos.

― Me estás asustando.

― Así estoy yo con todo esto, ― juego con mis dedos sobre mi regazo ― me enamoré de lo imposible, Kai, me gusta un chico que visita mis sueños y puede estar justo a mi lado sin la necesidad de estar literalmente aquí, ― lo veo agrandar los ojos ― no te asustes por favor.

― No, no lo estoy ― pone su mano en mi rodilla y sé que lo dice solo para que no me sienta peor, porque me dedica una mirada como si estuviera loca, pero eso no me detiene.

― Bien porque se pone peor.

Comienzo por decirle todo lo que pasó y como empezó, le cuento de cuando un auto estuvo a punto de atropellarme esa noche gracias a que estaba distraída con el físico de esa persona, le hablo con detalles de todo mientras él me mira atento. Le cuento sobre los lugares que podemos ir, los pensamientos que podemos mostrarnos entre nosotros como si fuera una película, las cosas que me hace sentir y el porqué de mis comportamientos extraños.

― El problema está en que no podemos vernos fuera de estos encuentros irreales, porque según la abuela el más débil va a morir, en este caso yo ― termino, soltando un largo suspiro.

― Espera, ¿la abuela? ¿Colena?

― Sí, ella es testigo de esto.

― ¡Es inverosímil, pero asombroso joder! ― se emociona más.

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