Siete

364 47 20
                                    

Tres semanas después.

Su mejilla derecha fue golpeada brutalmente por el puño de un bravucón que le hizo caer directo al suelo. La risa sale al saborear la sangre en su boca para girarse y enfrentar al chico que había provocado.

—¿Es todo lo que tienes mi amor?

El gruñido de parte del tipo sonó por la cafetería y cuando este se le iba a echar encima, Jimin le dio una merecida patada justo en la cara sonriendo satisfecho al escuchar como se rompía la nariz de aquel hombre. Se levantó como pudo para limpiar con su brazo el rastro de sangre mientras mantenía su sonrisa en un intento de intimidación hacia el otro hombre quien no dejaba de tocar su nariz sangrante para nada. Escucharon pisadas apresuradas y los demás uniformados de naranja se alejaron de aquellos dos chicos que peleaban hace un rato en el centro del patio dándole acceso a los policías que se acercaban.

—Diablo ya basta, paralícenlo y llévenlo a su celda, tú, tienes visitas.

Riendo, Jimin asiente extendiendo sus manos para que estos les pongan las esposas en sus muñecas. Una vez hecho, se llevaron entre tres guardias a Jimin. Ante de llevárselo, lo llevaron a curarle aquellos golpes que le había propinado uno de los prisioneros unos minutos antes para luego guiarlo al salón de visitas. Dentro de una habitación llena de teléfonos y un cristal de por medio que dividía a los prisioneros de las visitas sonrió al ver a Soobin quien le sonrió tímido al verlo mientras le saludaba con la mano. Ambos tomaron el teléfono para poder comunicarse y Jimin fue el primero en tomar la palabra.

—Hey niño, ¿cómo has estado?

—Muy bien —comentó sonrojado— hoy nos hemos instalado en el nuevo apartamento.

Alzó su ceja al escuchar aquello. Que rápido te mueves Van, pensó Jimin. Sonrió y sintió un alivio de escuchar aquellas palabras para asentir levemente.

—Me alivia eso, ¿todos están bien?

—Si, todos esperamos por verle pronto, cada uno vendrá a visitarle, o eso fue lo que me dijeron, es una pena que esta vez sea para siempre —suspiró con un puchero.

—Una gran pena, no te preocupes niño, siempre puedes venir a visitarme.

—Ah claro —asintió mientras rascaba su nuca.

Entre conversaciones y gestos no verbales, Jimin salió satisfecho de esa visita al saber que Van iría por el esa misma noche. Soobin le enseñó a Jimin lenguaje de señas una semana después de que se unió al hotel ya que muchas veces le habían atrapado en medio de varios ataques o mientras hacía tratos con diversos clientes a lo que al chico universitario se le ocurrió una idea y esa fueron las señas. Jimin sabía que Soobin no era muy bueno con las palabras y el hablar entre líneas no funcionaría porque podrían ser atrapados, así que aceptó el aprender el lenguaje que Soobin le enseñaría.

La primera era la nariz, Soobin siempre se tocaría la nariz en forma de decir que la conversación con señas está por empezar a lo que Jimin debe poner suma atención a los movimientos que está por hacer con cada parte de su cuerpo.

Hoy en la universidad hicimos un proyecto para el club de robótica, pero como sólo éramos tres no pudimos terminar a tiempo —levantó su muñeca con tres dedos para rotarla hacia el mismo y bajarla de nuevo.

Esa seña significaba la hora y en ese caso sería a las tres de la madrugada a lo que Jimin asiente dejándole seguir.

Después de eso fuimos al parque que está cerca, ¡pero no me va a creer! Estaba inmenso e hicimos unas carreras a ver quien compraba unas bebidas para todos —rio haciendo un cuadro con sus dedos en la mesa para luego con sus manos levantar únicamente sus pulgares y meñiques agitándolos de arriba hacia abajo.

CRIMINAL | jihope Donde viven las historias. Descúbrelo ahora